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Corruptor, digo… corrector ortográfico

Quizá corruptor debería ser el mejor nombre para esta herramienta en los diferentes programas editores de texto, y de los cuales seguro más de uno de nosotros ha sido víctima

Autor:

JAPE

Quizá corruptor debería ser el mejor nombre para esta herramienta que tienen los equipos androides o personal computer (PC), en los diferentes programas editores de texto, que tanto utilizamos diariamente. Digo esto porque seguro más de uno de nosotros ha sido víctima del cambio de palabras al libre albedrío que tiene lugar mientras ingenuamente redactamos cartas, artículos o simplemente mensajes.

Y en los mensajes, sobre todo los que transmitimos desde nuestros móviles en el muy de moda chateo, es en los cuales con más facilidad somos víctimas de este llamado utensilio gramatical, que en muchos casos disimula nuestra mala ortografía y en otras ocasiones cambia totalmente la idea y la intención de nuestro escrito.

Los errores son introducidos a causa de la premura con que a veces hacemos este intercambio «epistolario digital», o por la difícil operación de las pequeñas teclas designadas para varios símbolos per cápita. El corrector ortográfico escoge la palabra que considera más apropiada o lógica, según el contenido, y sin preguntar nada, pues el tiempo apremia, la introduce en el cuerpo de la escritura. Luego, sin apenas revisar, damos «enter» y ahí comienza toda la tragedia.

No entraré a profundizar en los contenidos ni en el contexto de los mensajes, y mucho menos en las respuestas que han provocado estos errores inconscientes, pero se han dado terribles cambios de palabras como es el caso de dicha por bicha, cabra por cobra, puerto por puerco, china por chiva, tupido por estúpido, vaco por vaca, acetona por tetona, pena por pene y cola por… bueno, ya cola en sí es una palabra desagradable.

Es que el español o castellano es un idioma tan rico, gramaticalmente hablando, que para los que no lo hablan y apenas lo dominan, incluso para muchos que lo hablan y tampoco lo dominan, se hace complicado conjugarlo, comprenderlo y, menos aún, dominarlo ortográficamente. Son múltiples los ejemplos que existen como el del reconocido juego de palabras de casar con ese y casar con zeta: Antes de casarte (con ese) tu suegro te caza (con zeta).

Tampoco es lo mismo ir en busca de bayas, que ir en busca de vallas, o que vayas y cruces la valla en busca de bayas…

Como ven no es tan fácil y el mencionado corrector ortográfico lo hace como le da la gana, trayéndonos algún que otro dolor de cabeza, si no somos cuidadosos con lo que ha quedado escrito antes de enviar: Se imaginan que usted se comunique con una dama que casi está a punto de conquistar, o como diría Ruperto: «que en cualquier momento se va» y le escriba el siguiente mensaje: ¡Eres una rosa, una perla, mi más entusiasta ruta!

Y que a causa de los cambios hechos por el corrector ortográfico llegue a sus manos la siguiente oración:

¡Eres una fosa, una perra, mi más entusiasta rata!

No diré más, saque usted, sus propias convulsiones, digo, conclusiones.

 

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