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Tablet y carriolas

Floro, como de costumbre, trajo a mi memoria aquellos días de la infancia, no tan lejanos —recalco para evitar suspicacias—, en que este día el «de pie» dominical en casa se hacía más temprano y entusiasta

Autor:

JAPE

Nuevamente llega el tercer domingo de julio y en Cuba los niños toman protagonismo porque hoy es su día. Otra vez lo celebraremos desde casa, sin marcadas reuniones, y sin los agasajos acostumbrados por las razones que ya conocemos.

No obstante, agradezco a mi amigo Floro, que como de costumbre, trajo a mi memoria aquellos días de la infancia, no tan lejanos —recalco para evitar suspicacias—, en que este día el «de pie» dominical en casa se hacía más temprano y entusiasta. Sabíamos que sería un día especial e inolvidable. Mi eterno cofrade comenta al respecto en su más reciente misiva:

«Hoy, amigo JAPE, no será igual. La pandemia es la causa principal, y no sumaré la trillada coletilla de las necesidades económicas, que sí existen, pero que no fueron en tiempos pasados, de semejantes insuficiencias, una limitante para ver florecer las sonrisas de nuestros infantes.

«Con un saco de yute vacío se hacía la fiesta… Bueno, con varios sacos y muchos niños, ¡y cuidado! que hasta los adultos gustaban de participar en las carreras de sacos. Ahí no terminaba el jolgorio pues con un simple paño y dos bandos opuestos se jugaba a la pañoleta con solo decir: ¡tanto, tanto… como el número…! Qué me dicen de otras competencias como el burrito 21, La una mi mula, el quema’o, el pega’o, los escondidos, ¿quién le pone el rabo al burro?

«¿Alguien recuerda qué era una carriola? Les puedo decir que si con una lata y un palo se hace un guateque, con dos tablas y un patín viejo se hace una carriola, y hasta una chivichana. ¡Adoraba las carreras de carriolas que se hacían en mi barrio! ¡Fórmula 1 moriría de envidia!

«Al anochecer todos íbamos exhaustos a la cama, y las calles dormían con el hermoso contraste de los dibujos con tizas que yacían por unos días en el asfalto, y por toda la vida en el recuerdo de los niños que fuimos.

«Algunos me tildarán de viejo retrógrado y loco que no asume que ya comenzamos a vivir la tercera década en el siglo XXI. Que es hora de que ponga los pies sobre la tierra y viva al compás del resto del mundo. Es eso lo que me preocupa, porque cuando podamos celebrar el día de los niños, o simplemente agasajar a los más chicos, no nos bastará con un saco de yute, dos tablas y un patín viejo… tendremos que hacer una «pequeña» inversión en varios tablets, teléfonos móviles, conexiones de internet y en el mejor de los casos en un flamante par de patines lineales».

Estimado amigo Floro, confieso que me has emocionado con tu oportuna y profunda misiva. Para tu tranquilidad te puedo asegurar que muchos países de ese resto del mundo que siempre evocamos, sobre todo los más desarrollados, ya introducen planes de enseñanza y formación en los grados primarios donde intentan recuperar los juegos y actividades infantiles autóctonas de carácter físico y social. Abogan por un infante que también dedique tiempo a socializar y matizar intercambios de emociones y vivencias con otros niños, más allá de las redes sociales y los juegos online.

No creo que debamos centrar nuestros esfuerzos en volver a construir carriolas rústicas. Debemos ser más creativos y sorprender a nuestros niños el tercer domingo de julio, y todos los días del año, con novedosas actividades que involucren la tecnología y el esfuerzo físico, el intelecto y el intercambio social. ¡Ese es el reto! Ah, y… ¡Felicidades pequeños!

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