Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El Arca: proyecto de vida

El museo de títeres El Arca exhibe una muestra de 225 piezas en la que están representadas casi todas las provincias del país. La colección atesora figuras, escenografías, vestuarios y utilería de reconocidos autores del panorama titiritero cubano

Autor:

Iris Celia Mujica Castellón

Después de tantas andanzas, el titiritero hizo un guiño a la inmortalidad. Colgó en el alma del títere su derecho a permanecer en esta tierra. Con esa apariencia artesanal, el muñeco nunca fue un objeto y sí una prolongación de otra existencia. Alter ego, quizá, de quien trazó para él todos los caminos.

Y ahora, habiendo sobrevivido a su creador, la marioneta tuvo la dicha de encontrar el refugio apropiado para poner a salvo las vidas que carga y un montón de historias. Ha abordado El Arca. Como todos los sitios mágicos, este fue concebido desde la voluntad de los sueños. Es mucho más que un museo erigido en el corazón de La Habana Vieja, al que con fortuna han ido a parar piezas legendarias.

«Un pacto con la memoria», dice Liliana Pérez Recio, directora y fundadora, cuando evoca el proyecto al que ella misma dio vida con ayuda y empuje de mucha gente creadora. «Era una madre soltera, primeriza, con un bebé en un cochecito volador que se cruzaba todas las mañanas con el Historiador de la Ciudad. Como si no bastara con los quehaceres de la maternidad, por sugerencia de Juan Carlos Bermejo, envié a Leal un proyecto tímido que anhelaba una fachada para tener una embocadura donde presentar teatro de títeres para los transeúntes. Le hablé del puerto y los teatros, de los títeres populares. Me contó de la Peña de los Juglares del Parque Lenin, de Pedro Valdés Piña y de Teresita Fernández y dijo: “mejor que sea un Guiñol en el centro histórico, cuando llegue el momento te avisaré”.

«Pasaron cuatro años, una mañana de tantas nos cruzamos en Habana Radio y dijo: “ven conmigo”. En los cortos minutos del primero de tantos cafés, recordó todos los argumentos del proyecto. Casi corríamos en dirección a la calle Baratillo cuando exclamó: “¡Y el museo!”. Me detuve, tragué en seco: “pero no tenemos colección…”, le argumenté. “¡Ya vendrán!”, afirmó sin detener la marcha. Una década después reitero la gratitud con que le reconocí: “Nos entrega usted el barco con un ancla enorme, porque este es un proyecto de vida”.

«Con un cajón en el suelo por mesa, mientras el niño crecía, colectamos, junto con Yudd Favier, las primeras piezas donadas por los grupos del país, gracias al apoyo del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, en las figuras de Noel Bonilla y Bárbara Rivero, cuya memoria guardamos con afecto.

«El caso es que necesitábamos tener colección para poder decir: ¡El museo existe! Tuve el privilegio de participar en el mayor festival de teatro de títeres del mundo. Dos semanas allí equivalen a pasar una maestría. No comía. Transcurrieron los días visitando los coleccionistas de títeres que se dan cita en Charleville. No traje regalos, ni zapatos para el niño que ingresaba en la escuela primaria. El último día me decidí: gasté lo poco que tenía en la silueta de Wayang Kulit, que ahora abre la exposición permanente. Después de pagar, sentí vértigos, la Place Ducal giraba con carrusel y todo. Solo me quedaba un euro para llegar al aeropuerto en París. Me dije: estás loca.

«Veinte años atrás, apenas podíamos conocer un Wayang en Cuba por las diapositivas que el Doctor Freddy Artiles hizo, también con sus ingresos, para poder dar sus clases, cargando cada semana su pesado proyector desde Lawton hasta el ISA. Hoy podemos apreciar cinco piezas que provienen de la generosidad de colaboradores y amigos del museo».

El Arca, como institución, parte de un concepto estructural complejo, en el que el teatro de títeres articula otras instancias que la componen: la sala de funciones, la compañía y el museo. «Éramos gente de teatro y tuvimos que aprender sobre normas contra incendios, entomología, leyes del patrimonio, didáctica», cuenta Liliana Pérez Recio.

«Entre los fundadores, gestores insustituibles, se encontraban, además: Jesús Ruiz, Jorge Armando Subirat y Mario David Cárdenas Cancio en el diseño. Entre los artistas que venían del Guiñol Nacional estuvieron Mario González, Roberto Fernández y Miriam Sánchez. Luego se sumaron Sara Miyares y Rigel González. También contamos con el extenso trabajo del profesor y dramaturgo Maikel Rodríguez de la Cruz. Tuvimos un productor excelente como Jorge Luis Ramírez, junto con Susana de Armas y Alicia Alfonso. Y otros que desde entonces han compartido con nosotros ricas temporadas».

La misión de El Arca supera las labores de promoción cultural y educativa. Exhibir al títere como expresión cultural a lo largo de la historia de la humanidad, en su amplitud de funciones y desde la vocación transgresora de esta manifestación artística, enriquece el quehacer de este centro.

«Es un proyecto cultural de gran impacto social, cuyas acciones se sustentan en la educación patrimonial, la educación por el arte, la educación popular, la animación sociocultural, la gestión de proyectos. Nuestra estrategia de trabajo se basa en el principio de que la memoria del teatro, como patrimonio y testimonio de la nación, es una práctica viva, una propiedad con dimensiones intangibles. Por ello, la gestión del patrimonio titiritero articula los servicios teatrales activos, tanto en la sala de teatro, en los espacios de formación y transmisión, como en las estancias de la colección permanente», refiere la licenciada Rigel González Herrera, especialista principal de El Arca.

«El museo guarda hoy 225 piezas entre donaciones y depósitos... Atesoramos títeres, escenografías, vestuarios y utilería. Nuestro archivo cuenta con fotografías, grabaciones de video y sonido, programas de mano, carteles, bocetos, diseños, libretos de obras, recortes de prensa, entre otros materiales que contribuyen al estudio de la colección».

Fue en una búsqueda minuciosa a lo largo de toda la Isla como obtuvieron parte de la muestra de la cual se enorgullece la sala de exposición permanente. En ella están representadas casi todas las provincias del país.

«Pudimos comunicar a los grupos la propuesta y recibir el primer lote que llamamos de proto colección», explica Pérez Recio. «Después, con el tiempo, las personas fueron acercándose. Hemos recibido donaciones internacionales, pero la forma más importante ha sido el depósito, porque de esta manera el artista no pierde la propiedad de su patrimonio y, al mismo tiempo, garantiza su conservación, la democratización del conocimiento y la continuidad de su trabajo.

«Contamos, además, con un cúmulo significativo de información documental. Un colega me enseñó que un museo siempre guarda más de lo que puede exponer. Ahí entra en juego el papel de la investigación y de las exposiciones transitorias, temáticas, conmemorativas. Desde un conjunto básico de piezas podemos trabajar infinitos temas y ese es el modo de generar conocimiento».

Personajes reconocidos dentro del gremio titiritero y su público integran la colección. De acuerdo con la especialista Rigel González, la galería acoge piezas «que forman parte ya de la historia de este arte en nuestra nación, realizadas por renombrados diseñadores como Jesús Ruíz, Armando Morales y Zenén Calero. En ello trabajaron artistas de la plástica de la talla de Elso Padilla, Tomás Sánchez y Antonia Eiriz. Poseemos títeres que protagonizaron espacios televisivos como Alelé y Guarapo, Sisebuto y Alegría, y personajes de los teatros de guiñol de los diferentes territorios de Cuba. También contamos con íconos del Teatro Nacional de Guiñol y otros emblemáticos de otras latitudes».

En una mirada hacia el futuro, quienes dieron forma y propósito al museo de títeres El Arca, ya sueñan con proyectos enriquecedores. Para su fundadora, Liliana Pérez Recio, las metas inmediatas están muy claras: «nos proyectamos hacia posibilidades multimediáticas con el público (código QR, intranet, visita virtual online, audiodescripción, catálogo digital). ¿De qué y desde dónde habla el museo? ¿A quién mira, cómo escucha? Esas preguntas marcarán el rumbo y serán la guía sobre cómo puede ser la relación con las memorias que invoca el objeto».

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.