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Tadeo jamás será Indiana Jones

Durante su reciente visita a la capital cubana, en los días de la muestra de cine español en La Habana, JR conversó con Enrique Gato, director, guionista y creador de la saga de Tadeo Jones

Autor:

Sergio Félix González Murguía

Han pasado 22 años desde que el creador de animación español Enrique Gato decidiera llevar por primera vez a la pantalla la historia de Tadeo Jones. Aquel debut fue un cortometraje que le valió el primer Premio Goya que concede la Academia de Cine de España en su categoría. Luego vendrían más cortometrajes, los largos, la academia de animación (Lightbox Academy) y el reconocimiento a una saga que ha dado la vuelta al mundo, posicionando a su personaje principal en la preferencia de los más pequeños.

El empecinado aventurero ha cautivado también a los niños y adolescentes cubanos, quienes han tenido la oportunidad de apreciar cada una de las historias que protagoniza este peculiar personaje —Tadeo, el explorador perdido (2012), Tadeo Jones 2: el secreto del rey Midas (2017)—, incluida la más reciente peripecia, Tadeo Jones 3: La tabla esmeralda, presentada recientemente por el propio Enrique Gato (siete premios Goya) en el cine 23 y 12, durante la pasada edición de la muestra de cine español en La Habana.

Hasta esa reconocida sala de proyección se acercó Juventud Rebelde para conversar con el creador español, guionista y director de uno de los personajes que además ha sido la punta de lanza del desarrollo más reciente y renovador de la industria de la animación en el país ibérico, así como prueba visual de su escuela Lightbox Academy y su productora Lightbox Animation Studios, cuyas experiencias también estuvo compartiendo con la audiencia nacional en conferencias en la capital habanera.

Es sábado a media tarde y el lobby del cine 23 y 12 es el escenario de esta conversación que transcurre acompañada por la banda sonora de la última entrega de Tadeo Jones. Gato no quiso perder la oportunidad de ver parte de la película junto al público para tantear su reacción. «Tenía muchas ganas de ver cómo reaccionaba el público de aquí a la película. Me he quedado un buen rato precisamente por eso. Esto es lo que le preocupa siempre a un director, si funcionan de verdad las cosas como las tenías en la cabeza o al final es algo completamente distinto. Está muy bien comprobar que en cualquier parte del mundo funciona de manera muy similar y eso es lo que te hace decir que no somos tan distintos entre naciones. Es un gusto».

—Las películas de Tadeo han sido disfrutadas por espectadores en varias decenas de países ¿Qué supone eso para un creador?

—Desde la primera película ya nos sucedía esto y Tadeo había viajado a 50 y pico países y creo que la primera daba mucho miedo, porque no tienes esa idea en la cabeza de cómo se piensan imágenes para tanta gente. Al final te das cuenta de que quizá es una especie de complejo inicial; solo tienes que mirar el cine americano y ver que ellos llevan haciendo esto toda la vida. Hay cientos de películas donde puedes ver la forma de hablar con la gente de manera universal. Creo que el truco está en comprender eso: no somos tan distintos, a pesar de que las culturas pueden ser muy diferentes a nivel de qué nos gusta en una pantalla y de qué entendemos de lo que sale de una pantalla.

—Creas el personaje, en 2001: un albañil que quiere ser arqueólogo y tras ser despedido de su trabajo, inicia su camino de exploraciones y fantasías ¿Cuál era la premisa inicial del personaje y la historia?

—Antes de pensar en cosas tan específicas como cuál era el entorno del personaje, su aspiración y demás cuestiones, había algo que estaba muy por encima de todo eso. Yo he sido siempre un aficionado tremendo del cómic tradicional español, de varios personajes que incluso aquí se conocen: Mortadelo y Filemón, Superlópez. Ellos eran mis personajes de referencia, me pasaba la vida con ellos y adoraba el cine de aventuras de aquella época, las películas que inventaron y establecieron el género, todo lo que pudo hacer Spielberg, George Lucas.

«De alguna forma Tadeo es una mezcla de esos dos mundos: el mundo loco del cómic español con ese cine de aventuras de toda la vida, para crear películas de corte familiar, y yo creo que era ese el motivo del camino, inconscientemente, no estaba tan estudiado en los primeros años. Tadeo es fruto de esa mezcla. En el año 2003 arranqué un primer cortometraje de Tadeo, de manos de Nicolás Matji que fue mi productor. En el fondo, Tadeo es a Indiana Jones lo que Superlópez a Superman: una parodia, pues nos gustaba mucho la idea de hacer una parodia de este personaje y tiramos para adelante con ello. Simplemente nos apetecía hacerlo. Esto fue en el año 2003 y ese cortometraje ganó una barbaridad de premios, incluyendo el Goya de ese año. Eso es lo que nos permitió empezar a soñar con la posibilidad de hacer una película algún día.

«Entonces para no intentar ese salto directamente, hicimos un segundo cortometraje en el año 2006, que fue el que permitió plantearlo todo más como si fuéramos un equipo de estudio, porque el primero lo había hecho prácticamente solo y eso es inviable para un largometraje. Entonces con este segundo corto ganamos más premios y otro Goya, y ya con todo ese paquete arrancamos hacia la primera película de Tadeo Jones».

—¿Qué elementos del personaje de Indiana Jones asumió para Tadeo? ¿Qué lo define?

—Hay uno muy sencillo y es que Tadeo no es, ni jamás será, Indiana Jones. Tadeo siempre es un aspirante a todo y yo creo que eso es lo que le conecta muy bien con la gente, que es un tipo muy sencillo, un tío muy normal, un tío que te puedes cruzar por la calle, hace lo que sea por conseguir lo que quiere y tiene siempre este punto en que, aventura tras aventura, cada cosa increíble que consigue descubrir no se lo puede contar a nadie y es un poco la premisa de esta tercera parte.

«Tadeo sigue siendo un aspirante y justamente en esta tercera parte lo que tiene que hacer es aprender a vivir con ello, a entender que no necesita el mérito y no necesita el reconocimiento de los demás para estar a gusto consigo mismo y ser quién es sin más. Esa es al final la clave del personaje, que se mantiene en algo sencillo y jamás será Indiana Jones.

«A Tadeo lo trato como a un hijo e intento siempre que lo que vayamos a contar con él de verdad valga la pena y sea algo digno del personaje. Y sobre todo pienso mucho en algo que me pasa siempre cuando llevo a mi hijo de carne y hueso a ver una película, me mata cuando ve que la peli es solo para él. Por eso intento mantener entretenido tanto al niño como al adulto en la sala. Tardamos mucho en encontrar todo lo que se necesita para cumplir esas normas y cada película lleva mucho tiempo de elaboración, y al final manda más si somos capaces de cumplir esos ingredientes para una siguiente película que cuál es la aventura en sí que van a tener, porque aventuras podemos tener millones diseñadas en papel, de todas formas y colores. La animación es un mundo muy rico, que te da para hacer casi lo que te dé la gana y lo importante es siempre cómo tener una historia bien atada y cómo construir una historia que haga disfrutar».

—¿Vislumbras el final, la última aventura a Tadeo Jones?

—Pues fíjate… intento tomarme cada película que hago de Tadeo como la última, porque eso me obliga a estar alerta y tratarla lo mejor que pueda. Pero nunca sabes. Con la segunda pensaba que igual era la última y luego hicimos una tercera. La tercera pensaba que sería la última y ahora hacemos la cuarta. No sabes si serás capaz de encontrar la siguiente. La tercera parte fue muy complicada. Llevó casi tres años encontrar esa película y en el fondo, si no encuentro los ingredientes que necesito para tener una de ellas, no arrancaremos una siguiente. Todo depende de eso al final, y del público, que es quien dice si elige o no la historia, pero hasta ahora la respuesta ha sido excepcional.

Fotograma de Las aventuras de Tadeo Jones. Foto: Tomada de rtves.es.

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