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El Tratado Hay-Quesada: símbolo de soberanía y dignidad

La historia de Isla de Pinos, ahora conocida como Isla de la Juventud, es un testimonio de la resiliencia y la determinación de Cuba para preservar su soberanía

Autor:

Roberto Díaz Martorell

NUEVA GERONA,  Isla de la Juventud. — El Tratado Hay-Quesada, aunque menos conocido que otros documentos históricos, representa un capítulo crucial en la lucha de Cuba por su autodeterminación. Gonzalo de Quesada y Aróstegui, el primer embajador de Cuba en Estados Unidos, fue una figura clave en este proceso. Su visión y perseverancia llevaron a la firma del primer tratado en 1903, que reconocía la ínsula como parte de Cuba. A pesar de la aprobación del Senado cubano, la falta de ratificación por parte de Estados Unidos dejó el tratado en un limbo diplomático.

La firma de un segundo tratado en La Habana ese mismo año, que contó con la renuncia de Estados Unidos a cualquier reclamación sobre la Isla de Pinos, fue un paso adelante. Sin embargo, fue el Tratado Hay-Quesada de 1904, firmado por John Hay y Gonzalo de Quesada, el que finalmente solidificó la soberanía cubana sobre la isla tras su reconocimiento por el Senado cubano. Este tratado no solo cerró un capítulo de incertidumbre, sino que también simbolizó la firmeza de Cuba frente a las presiones externas. La entonces Isla de Pinos, rica en belleza y recursos, era codiciada por su posición estratégica, pero la determinación de Cuba de mantenerla dentro de su territorio fue un claro mensaje de su compromiso con la integridad nacional.

 El Tratado Hay-Quesada es un recordatorio de que, incluso frente a grandes potencias, la diplomacia y la negociación pueden prevalecer sobre la imposición y el expansionismo. Es un ejemplo de cómo la tenacidad y la fe en los principios de soberanía pueden dar frutos, incluso cuando las probabilidades parecen desfavorables.

 En retrospectiva, el tratado es un símbolo de dignidad y un precedente para futuras generaciones de cubanos. Nos enseña que la soberanía de una nación no es negociable y que la historia la escriben aquellos que se mantienen firmes en sus convicciones. Hoy a 99 años del suceso, la entonces Isla de Pinos, actualmente Isla de la Juventud siempre cubana, y su gente, es un testimonio vivo, de aquella lección histórica.

El hecho en la memoria

La reacción de Julio Antonio Mella ante la gratitud expresada por el presidente Alfredo Zayas al Gobierno estadounidense por la ratificación del Tratado Hay-Quesada, 21 años después de su firma, fue de franca denuncia.

Mella, con el apoyo de destacados intelectuales como Emilio Roig de Leuchsenring y Fernando Ortiz, defendió vehementemente la soberanía cubana sobre la entonces Isla de Pinos, argumentando que siempre había pertenecido a Cuba.

La comunidad pinera de aquel entonces vio la ratificación del tratado como el fruto de una extensa lucha contra la injerencia estadounidense y el desdén hacia la soberanía nacional, una lucha en la que sus habitantes exhibieron un profundo patriotismo y orgullo por su identidad cubana.

La Monografía Pinera documenta que uno de los objetivos centrales de la política expansionista de Estados Unidos en el Caribe y Sudamérica era ejercer control sobre el archipiélago cubano, aprovechando su ubicación estratégica en el Golfo de México.

Tras la intervención en la guerra hispano-cubano-norteamericana y la ocupación de Cuba, Estados Unidos intentó anexar la Isla de Pinos, incluso llegando a incluirla en su territorio en un mapa de 1899 emitido por la Oficina Central de Tierras.

Esta ambición quedó patente con la Enmienda Platt de febrero de 1901, cuyo artículo VI estipulaba que la Isla de Pinos quedaría fuera de los límites de Cuba, dejando su propiedad para ser determinada por un futuro tratado.

La intención de establecer bases navales estratégicas fue una de las razones por las que Estados Unidos aspiraba a tomar control de la isla.

La posibilidad de anexión fomentó la migración de colonos estadounidenses hacia este territorio insular, pero se encontraron con la firme oposición de los cubanos residentes, quienes se mantuvieron dignos ante tales pretensiones.

El primer alcalde local, Juan Manuel Sánchez Amat, manifestó el rechazo de la comunidad a ser excluidos de la República de Cuba en una carta dirigida al presidente Tomás Estrada Palma, firmada por 200 ciudadanos, en la que cuestionaba las bases legales o causas que pudieran justificar tal desconocimiento de la historia y el derecho de dominio de Cuba sobre la Isla.

Así comenzó una intensa lucha de los cubanos, tanto nativos pineros como de otras regiones de Cuba, contra el Gobierno Estadounidense y los colonos asentados allí, una lucha que se prolongó durante 21 años y que refleja la tenacidad y el compromiso de los cubanos con su soberanía nacional.+

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