Un funcionario del centro de control de animales de Nueva York fue atrapado cuando en su casa encontraron nada menos que 850 serpientes, un «tesoro» que incluía dos pitones birmanas de seis pies de largo, una especie que es ilegal en ese estado norteamericano. Richard Parrinello fue descubierto por una cámara de vigilancia cuando alardeaba de que poseía un «inventario» de medio millón de dólares. Además de las serpientes también tenía tarántulas y tortugas, huevos de quelonios, todo en dos garajes convertidos en este singular hábitat.