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La pelota cubana sigue sin Salón de la Fama

«Si en Estados Unidos el que quiera visitar el Salón de la Fama del Béisbol tiene que ir al neoyorquino Cooperstown, en Cuba entonces tendría que ir al matancero Palmar de Junco», insistía Eddy Martin

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Juventud Rebelde

Matanzas.— Los peloteros cubanos llevan 134 años sin templo. Y cuando miramos a nuestro alrededor, el tiempo y los hechos auguran que seguirán igual. Sin embargo, todavía no he encontrado un atleta que no sueñe con que su país cuente con un Salón de la Fama del Béisbol.

«Pasa el tiempo y nos privamos hasta de declarar el 27 de diciembre como el Día del Béisbol Cubano, por ser esta la fecha de inicio de nuestro deporte nacional», considera Alfredo Santana Alonso, abogado e historiador del béisbol.

Y al parecer continuaremos sin permitir que predomine la tradición internacional de montar el Salón de la Fama en el lugar donde se jugó por primera vez de forma organizada en cada nación.

Este es un tema gordo sobre la mesa, que se enfría y vuelve a calentarse, como una cena postergada por años. El estadio Palmar de Junco entra y sale del juego, pero se mantiene en el staff, junto al Latinoamericano, este último con seguidores que pretenden escamotearle ese derecho al centenario campo de pelota.

En la actualidad no existe en el mundo ningún estadio de esa época en activo como el Palmar, pues incluso Cooperstown, en Nueva York, solo se mantiene como museo del deporte. La bola pica y se extiende, ante un legítimo reclamo de los matanceros de albergar la galería de los inmortales de la pelota cubana en el histórico terreno.

Meca del béisbol

El proyecto concebido en 1991 para construir el Salón de la Fama en este emblemático terreno sigue en pie, aunque no haya podido ejecutarse debido a las limitaciones materiales tras el derrumbe del campo socialista y el recrudecimiento del bloqueo económico y comercial de Estados Unidos contra la Isla.

Múltiples han sido las gestiones durante más de una década para llevar a vías de hecho este ansiado sueño matancero, condición ganada por derecho propio al haberse efectuado en el Palmar de Junco el primer juego oficial del béisbol en Cuba.

«Saldaremos una deuda con las generaciones que nos precedieron y transferiremos a las futuras este precioso legado», nos dice Santana, autor de la biografía Martín Dihigo: el inmortal del béisbol.

Declarado Monumento Local, en 1979, y Monumento Nacional, en 1991, el Palmar de Junco es el estadio en activo más antiguo del mundo. Ahí se practicó el béisbol en los períodos colonial, republicano y el revolucionario, tanto amateurs como profesional.

Otros como el diseñador y periodista Raúl Vázquez, también pide a gritos que se acabe de erigir el santuario de la pelota cubana: «El Museo, Salón, o Catedral del Béisbol en Cuba debe acabar de concretarse, en tiempo y espacio, y abrir sus puertas ya sea en el legendario Estadio Latinoamericano o en el mismísimo centerfield del Palmar de Junco, pero abrir, de una vez y por todas...».

Sería contraproducente comenzar una batalla entre la historia de ambos estadios. Cada uno cuenta con sus honores. ¡Qué bueno sería convocar a una encuesta nacional sobre el pensar de la afición! Creemos que no deben existir dos templos, sería algo insólito en la historia. Quien quiera rendir honor o visitar simplemente el Memorial al Che y sus compañeros de lucha, en Santa Clara, pues tiene que ir a esa ciudad, ¡y bastantes cubanos y extranjeros lo visitan durante todo el año!

Hasta José Martí supo de este deporte, en la época en que existía el Palmar de Junco. A solo 14 años del primer juego, escribió sobre la pelota en La Nación, Nueva York: «(...) por su firmeza para recibir la bola de lejos, o la habilidad para echarla de un macanazo a tal distancia que pueda, mientras la devuelven, dar la vuelta el macanero a las cuatro esquinas del cuadrado en que están los jugadores, (...) gana fama en la nación, enamorada de los héroes de la pelota, y aplausos de las mujeres (...)».

Donde crece un palmar

La Revolución rescató el centenario Palmar de Junco, al cual sus propietarios pensaban parcelar y convertirlo en una zona residencial.

Fue declarado Monumento Nacional por la Resolución 104 del año 1991, de la Comisión Nacional de Monumentos, firmada por Antonio Núñez Jiménez, presidente, y por Marta Arjona Pérez, secretaria ejecutiva.

Dicha Resolución en uno de sus POR CUANTO expresa: «Por ser el Palmar de Junco la instalación para el juego de pelota más antigua de Cuba, iniciadora y promotora de nuestro deporte nacional; por ser también, lugar de desarrollo de grandes figuras de la pelota cubana, el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación con motivo de celebrarse en Cuba los XI Juegos Panamericanos, ha considerado rendirle homenaje al Palmar de Junco situando en sus instalaciones el Hall de la Fama».

Un artículo publicado por este diario el 21 de diciembre de ese año, por el maestro del periodismo Elio Menéndez, expresaba: «...respecto al Palmar de Junco, para lo cual los matanceros reclaman con toda justicia la sede permanente del Salón de la Fama de la pelota cubana, no conozco que en el mundo haya otra instalación beisbolera más vieja».

En el proyecto de reglamento del Salón de la Fama se recoge que más que una instalación donde serán honrados los inmortales del béisbol de Cuba, se convertiría en una institución de alcance cultural y de verdadera dimensión social.

Para los atletas, árbitros, periodistas, historiadores, directivos y todos aquellos potencialmente elegibles para figurar en el Salón de la Fama será una razón más de entrega al deporte, de identificación con su pueblo y de ejemplaridad dentro y fuera de los terrenos.

Quién discutiría el rinconcito de Eddy Martin en el Salón de la Fama. Pues, les cuento que en varias de las ocasiones en que habló del tema, no dejó dudas de la razón que le asiste al Palmar de Junco como sitio depositario del templo de la pelota: «Si en Estados Unidos el que quiera visitar el Salón de la Fama del Béisbol tiene que ir al neoyorquino Cooperstown, en Cuba entonces tendría que ir al matancero Palmar de Junco».

El templo será para los aficionados y el pueblo, un motivo de orgullo, de identificación nacional, una posibilidad de honrar al béisbol, reconociéndolo como expresión de cultura.

Se dignificaría a los peloteros humildes que practicaron el profesionalismo antes de la Revolución y que pusieron en alto el nombre de Cuba en la arena internacional; además de los que han derrochado coraje durante todos nuestros campeonatos revolucionarios.

«Esta institución tendrá un carácter socio-cultural, con el objetivo de dirigir, controlar y ejecutar la elección de las personalidades que habrán de figurar en sus recintos, además de atesorar, preservar y exponer al público, en coordinación con el Museo Nacional del Deporte, los bienes museables expuestos o atesorados en su sede del Palmar de Junco», explica Santana Alonso.

Proyecto inconcluso

Los tiempos han cambiado, por lo que imponen nuevos retos en la economía de nuestro país, y en consecuencia los precios y los costos han variado significativamente desde ese entonces, lo que hace necesario concebir una obra a la luz de una mayor funcionalidad, abaratando los materiales a emplear.

El proyecto contenía dos niveles en un edificio, vestíbulo principal, salón de la fama, museo, sala de protocolo, sala polivalente, cafetería, bar, biblioteca, fototeca y plazoleta de premiación.

Los cálculos financieros iniciales para el Salón fueron estimados en un precio de alrededor de medio millón de pesos, el cual no se consideró en aquella fecha demasiado alto.

También el fallecido Manuel González Guerra, presidente del Comité Olímpico Cubano, expresó que respaldaría el proyecto, pero consideraba en primer término que la iniciativa debería partir del gobierno y el Partido en la provincia.

Ya en los momentos en que se hacen esos cálculos, se comenzaba a vislumbrar la desaparición de la URSS y el campo socialista, por lo que en los meses que transcurrieron ocurrió una violenta contracción en nuestra economía.

Recuerda Santana Alonso que comenzaron a circular rumores de que en el Estadio Latinoamericano pudieran crearse las condiciones para llevar a cabo la obra.

En el Pleno Nacional de Historiadores, Corresponsales y Activistas del Deporte, celebrado en Ciego de Ávila, se emitió una declaración de la peña matancera Parque de La Libertad, en la que se pedía se respetara el derecho a construir el Salón en el Palmar de Junco.

A la luz de los nuevos tiempos, dígase precios en el mercado de los materiales de la construcción, se deben abaratar los costos del anteproyecto, sin conspirar contra la calidad de la obra, y ejecutarla con la mayor cantidad en moneda nacional.

Estaría ubicado por la zona del jardín derecho, hacia la esquina que conforma la Calzada de Esteban y la calle Monserrate. El área total del edificio sería de 1 041 metros cuadrados, con una plaza de premiaciones de 1 000 m2, y otra de estar de 215 m2.

En el Museo del Béisbol se expondrán las mascarillas de las figuras, piezas, implementos, trofeos, testimonios, documentos, y contará con área para exposiciones transitorias.

Esperemos una buena recta a la altura de las letras para batear este problema en un juego a extraining, cuyo trofeo es el añorado Salón de la Fama del Béisbol de la República de Cuba.

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