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¿Quién da más?

El arreglo de resultados, los sobornos y las apuestas clandestinas amenazan con convertirse en un nuevo flagelo del deporte mundial

Autor:

Raiko Martín

Corría el pasado mes de octubre cuando las imágenes de un partido de la segunda división de fútbol en el estado brasileño de Maranho desataron el escándalo. Se enfrentaban los equipos Viana y Chapadinha, y el primero necesitaba vencer por 11-0 para evitar el ascenso de categoría del Moto Club, que había ganado por 5-1 al Santa Quiteria y preparaba el festejo.

Pero ante la atónita mirada de todos, y en apenas nueve minutos, los jugadores del Chapadinha —que perdían por 0-2— encajaron la insólita cifra de ¡nueve! goles casi sin encontrar resistencia.

Casi un mes después el fútbol europeo entró en shock con la desarticulación de una red dedicada a «arreglar» los resultados en partidos que se disputaban en nueve países del Viejo Continente, para sacar millonarios beneficios de apuestas fraudulentas.

La operación tuvo su epicentro en Alemania, y las autoridades pusieron bajo sospecha el desenlace de unos 200 partidos de ligas nacionales, divisiones inferiores, categorías juveniles y topes amistosos, a los que sumaron algunos encuentros de la Liga de Campeones y la actual Liga de Europa.

Y mientras prosigue la investigación, muchos temen que esto sea solo un acercamiento a cierta «oscuridad» que actualmente se esparce sobre el mundo del deporte.

Una larga cadena

Aunque no fue el primero ni el único en su época, el escandaloso amaño de la Serie Mundial del béisbol estadounidense en 1919 es toda una referencia en la historia de las mayores trampas del deporte.

En aquella ocasión, varios jugadores de los Medias Blancas de Chicago —favoritos para alzarse con el título— se confabularon con varios apostadores para perder ante los Rojos de Cincinnati. Al final, todos fueron exonerados, pero nunca más pudieron jugar.

Mucho ha llovido desde entonces, y los arreglos —comprobados o no— han acompañado al deporte a lo largo de estos años. Y no todos han sido vinculados con el bajo mundo de las apuestas, como lo prueban los polémicos resultados en los Mundiales de Argentina 1978 y España 1982.

En la cita argentina, el triunfo de Brasil sobre Polonia obligaba a los anfitriones a ganar por diferencia de cuatro goles a Perú para jugar la final frente a Holanda. La actitud de algunos jugadores peruanos, sobre todo del portero Quiroga —un argentino nacionalizado— en la derrota por 1-6 puso bajo sospecha el resultado, y la responsabilidad de la cúpula militar que gobernaba al país con esta trama.

Lo sucedido en tierras ibéricas fue bautizado como el «Pacto del Molinón» en alusión al partido jugado entre Alemania y Austria en el estadio del mismo nombre, en la ciudad de Gijón. Después de 25 años, el jugador alemán Hans-Peter Briegel reconoció que ambos equipos acordaron conservar el 1-0 favorable a los germanos, resultado que los clasificaba a la siguiente ronda y dejaba sin opciones a la selección de Argelia.

No obstante, la nueva racha de engaños está estrechamente ligada a las mafias que operan con las apuestas ilegales, y demuestra que el problema es hoy como un cáncer que ha hecho metástasis en muchas disciplinas deportivas.

Ahí está el caso del estadounidense Tim Donaghy, árbitro de baloncesto, quien se declaró culpable de haber apostado en encuentros que dirigió en el año 2007 —además de sus conexiones mafiosas—, en un suceso que estremeció los cimientos de la afamada Nacional Basketball Asociation (NBA).

También el tenis pasó su crisis, puesta al descubierto con el polémico duelo entre el ruso Nikolai Davydenko y el argentino Martín Vassallo Argüello en el Abierto de Sopot de 2007. El europeo, cuarto del ranking en ese momento, abandonó por dolor en una pierna después de ganar el primer set, mientras crecían las masivas y jugosas apuestas a favor del sudamericano (No. 87) que obligaron a la casa de apuestas on-line Betfair a suspender todas las transacciones relacionadas con ese juego por sospechas de fraude.

Davydenko salió ileso del trance, pero otros tenistas fueron cazados apostando en sus partidos, y desde entonces la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) estrechó aun más su alianza con los principales corredores de apuestas, y creó mecanismos independientes para investigar cualquier nuevo incidente.

Detrás de la nueva ola

Las posibilidades que han abierto las nuevas tecnologías en el mercado de las apuestas, sostienen el incremento de la manipulación de resultados deportivos en los últimos años.

Según un estudio de Christansen Capital Advisors, el mercado de las apuestas deportivas a través de Internet ha experimentado un crecimiento de cerca de 3 800 millones de euros en 2003, hasta 12 500 millones cinco años más tarde. Una agencia líder, como la británica Betfair ha implementado elementos básicos de los bancos de inversión en el deporte, oferta unos 4 000 tipos de apuestas semanales, y maneja un promedio de 15 millones de transacciones diarias, una cifra que supera la suma de todos los mercados europeos de valores.

No aceptan apuestas de países como China, Japón o la India —donde es ilegal hacerlo por medio de la red—, y está comprometida con compartir información siempre que detecten movimientos irregulares. Pero no todas operan de la misma forma.

Algunos expertos calculan que de los casi 270 000 millones de euros que se invierten cada año en apuestas deportivas alrededor del mundo, un 30 por ciento se realiza de forma ilegal y sin límites. «Algún día se apostará incluso que en el segundo tiempo se sentará otro técnico en el banquillo», ironizó el presidente de la FIFA Joseph Blatter, preocupado por el asunto.

Aunque ha quedado demostrado que las manipulaciones ocurren en cualquier sitio, los estudios muestran que el 85 por ciento de las transacciones fraudulentas se generan desde países como Indonesia, Malasia y Singapur, donde la Interpol ha desarticulado bandas manejadas por personas inescrupulosas vinculadas con otros delitos como la corrupción, el blanqueo de dinero y la prostitución.

Sus actividades están dirigidas a influir sobre jugadores, técnicos y árbitros. Las claves están en «no hacer», según Declan Hill, autor del libro The fix: soccer and organizated crime, en el que pasa revista a centenares de partidos sospechosos en los últimos 40 años, y señala a 137 de ellos como claros ejemplos de manipulación de resultados.

Para este periodista canadiense, los arreglos a gusto de las mafias de apostadores pasan más por sutilezas o situaciones imperceptibles, y no por burdos comportamientos como los vistos en el partido entre el Viana y el Chapadinha.

Pero sea cual sea el modus operandi, ambos tienen hoy contra las cuerdas al mundo del deporte.

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