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Buscando una nube

La cubana Yarisley Silva clasificó este sábado para la final del salto con pértiga en los XXX Juegos Olímpicos

Autor:

Abdul Nasser Thabet

Lisandra miraba de soslayo el televisor, sin mucha pasión, se podría decir, mientras devoraba con vaso y todo una buena cantidad de jugo. Los Juegos Olímpicos de Londres le son igual de atractivos que la física cuántica.

Generalmente no desayuna tan temprano, a diferencia mía, pero esa mañana se levantó con buen apetito. Yo, extrañamente, no tenía hambre, la tensión me impedía conectar el estómago con mi cerebro, casi mono neuronal en estas instancias, enfocado todo en cada salto, erizado hasta el encéfalo cuando venía la cubana con «ese palo en la mano», como dijo mi novia un par de veces.

- ¿Quién es esa?-, preguntó con el mismo interés que le pone su gato a un tiramisú de limón.

-Yarisley Silva- contesté con los dedos cruzados y el corazón buscando permuta-. Y no es un palo, se llama pértiga, ¡coño!

Comenzó la carrera de impulso. ¡Voló fácil sobre los 4,55 metros! La etapa clasificatoria se mostró harto benévola con la pinareña, pues antes había vencido cinco centímetros menos igualmente en el mismo primer intento.

-¡AH! Pero eso lo brinca cualquiera, lo hizo sin esfuerzo- gritó asombrada ante la falta de respeto que mostró nuestra representante con la altura fijada.

Le expliqué que la antillana se pasea entre las grandes, domina los 4,60, posee un tope personal de 4,75, es reina panamericana y que ostenta un 4,70 en la presente campaña.

Claro, siete de las doce que pasaron a la final poseen mejores marcas que la cubanita, así que la pelea no será pan comido.

Por el grupo A, además de Silva, lograron los 4,55 la estadounidense Jennifer Suhr (4,92 de por vida y 4,83 en 2012), la germana Lisa Ryzih (4,65 y 4,65), la británcica Holly Bleasdale (4,71 y 4,71), la francesa Vanessa Boslak (4,70 y 4,50), la alemana Martina Strutz (4,80 y 4,60) y la australiana Alana Boyd (4,76 y 4,76).

Por el apartado B avanzaron la favorita rusa Yelena Isinbayeva (5,06 y 4,75), la polaca Anna Rogowska (4,83 y 4,70), la bávara Silke Spiegelburg (4,82 y 4,82), la norteamericana Becky Holliday ( 4,60 y 4,55), y la checa Jirina Ptacnikova (4,72 y 4,72).

Como ven, la tendrá bien dura Yarisley, pero ya conocemos su arrojo y guapería a la hora de vencer las alturas.

Todavía recuerdo aquel quinto lugar en el Campeonato Mundial de Atletismo, celebrado en Daegu un año atrás, donde llegó a los 4,70 por vez primera, a solo cinco centímetros de una presea.

- ¿Podrá alcanzar medalla el próximo lunes?- preguntó extrañada Lisandra y hasta embullada después de mi breve intervención escandalosamente optimista.

-No se-, dije bajando la cabeza, pero con la esperanza hirviendo por dentro y los deseos escapando a borbotones de entre los riñones y subiendo por el espinazo para estallar luego en una afirmación casi utópica. –Sí, calidad tiene, y valentía también. En la final tocará una nube y le pondrá su nombre.

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