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Los ataques del trencito de Falcón

Una adolescente villaclareña de 15 años sorprendió por su desempeño al ganarle a cuatro de las Grandes Maestras cubanas en el recién finalizado Campeonato Nacional de Ajedrez, desarrollado en la Ciudad de los Parques

Autor:

Liudmila Peña Herrera

HOLGUÍN.— A estas alturas, la quinceañera Roxángel Obregón García debe andar acariciando otras «aperturas». De vuelta a su cotidianidad en Falcón, el pueblito villaclareño que la ha visto crecer, la joven trebejista que sorprendió en el recién finalizado Campeonato Nacional de Ajedrez (femenino), todavía debe estar recuperándose de la emoción experimentada tras ganarle a connotadas jugadoras como las Grandes Maestras (GM) Vivian Ramón, Zirka Frómeta, Yuleisy Hernández y Oleiny Linares, además de lograr dos tablas con Maritza Arribas y Yaniet Marrero.

Estos resultados le permitieron terminar en el quinto puesto del evento, con seis unidades y media, además de volver a casa con 137 puntos más de ELO —ahora acumula 2231— y alcanzar la segunda norma para el título de Maestra Internacional (MI).

Parece que la historia de Obregón es tan agitada como la de pieza tan inquieta como el caballo, pues a los cinco años descubrió el ajedrez por casualidad mientras jugaban unos alumnos de la secundaria básica donde trabajaba su madre. Poco después comenzó a aprender el movimiento de las piezas. A los seis la llevaron a Placetas a conocer a su actual entrenador, Alberto Díaz Martín (Karube), y a los siete inició su trayectoria competitiva, al punto de que a los nueve años logró tres puntos en sus primeros Juegos Escolares, en la categoría sub-14.

Pero nada ha resultado sencillo para esta muchacha entusiasta y emprendedora, que ha debido sortear las dificultades de vivir a 15 kilómetros de Santa Clara, donde «no hay zonas wifi y hasta hace poco no existía ni cobertura para móviles», según cuenta a JR.

—¿Cuán difícil ha sido vivir en un lugar alejado de la capital provincial para llegar a donde estás hoy?

— Hay que tener una fuerza de voluntad grande. Me levanto todos los días a las 5:30 a.m. Cojo un carro hacia la EIDE, donde estoy seminterna. Empiezo las clases de siete a 11 y media; después, de una a cinco, practico en el Palacio de Ajedrez y luego regreso para Falcón. Esa es mi rutina. Ah, y cuando llego a la casa, me baño, como y empiezo a estudiar hasta las 10:00 p.m.

—¿Prefieres el tablero o las nuevas tecnologías?

— Los dos son importantes. A veces tengo la laptop abierta y el tablero al lado, porque este es imprescindible para que se me peguen las jugadas. En la computadora tengo el analizador porque la tecnología ayuda mucho. Están los chess base, que proporcionan bases de datos, con las partidas del mundo entero actualizadas, las referencias, las aperturas… Contamos también con los analizadores: mientras que antes se analizaba jugadita a jugadita en el tablero, hoy se escoge una opción en la computadora y el analizador te indica las jugadas buenas, aunque no te explica por qué, pues eso lo tengo que encontrar yo. Por eso hay que estudiar por ambas vías.

Obregón se siente más cómoda con las piezas blancas y prefiere «las posiciones abiertas, con ataques, además de buscar planes y jugadas candidatas». Entonces lo tuyo es el ataque, sugiere JR, a lo que ella responde: «Sí, aunque en este tipo de eventos no se podía atacar así “a lo loco” porque aquí había que jugar con calma. Lo que hice fue buscar la estrategia, tratar de cambiar la pieza buena del contrario por la mala mía. Y me dio resultados».

Esta muchacha, que cumplió sus 15 eneros en medio del Campeonato Nacional, en la ciudad de Holguín, donde el Inder la sorprendió con un festejo sui generis, tiene varios sueños: «jugar con Lisandra Ordaz y ganarle a Lisandra Llaudy, ser GM, estar en las Olimpiadas de ajedrez representando a Cuba y tener más ELO que la Ordaz». Cuando enuncia este último se ríe con picardía.

«Eres competitiva», sugiero y ella contrataca: «En ajedrez no se puede ser pasivo. Hay que tener carácter para defender una posición —sorprende la jovencita y demuestra que ese mismo empuje que le ha valido el calificativo de “trencito de Falcón”, la guía en su vida cotidiana—. Fíjate que en Español siempre cojo menos de 80 y me propuse este año alcanzar cien, ¡y cogí los cien!», dice otra vez sonriente la adolescente que dará mucho de qué hablar si continúa por el mismo carril ajedrecístico por donde ha venido «atacando» hasta ahora.

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