Foot cover de Noticia Autor: Juventud Rebelde Publicado: 07/10/2025 | 09:47 pm
DIEZ días de competencia feroz y de lecciones de vida transcurrieron en el estadio Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi, durante el Campeonato Mundial de Paratletismo. Y Cuba, con apenas siete atletas en las pruebas de campo y pista, demostró que no hay límites ni metas imposibles.
En la edición anterior de Kobe 2024, la Isla había plasmado su firma de oro con el saltador Robiel Yankiel Sol y el jabalinista Guillermo Varona. Esta vez, junto a las medallas conseguidas, regalaron lecciones de vida.
Ni las dificultades de la cotidianidad en el país ni las lesiones presentadas en el camino y en la competencia, ni los implementos hechos a mano para entrenar en sus inicios, fueron obstáculos para su fuerza de voluntad. ¿Quién dudaría de su capacidad de superación?
Si nos centramos en lo meramente deportivo, Robiel Yankiel no dejó espacio a la sorpresa y escribió otro instante de su crónica de prodigio sin límites. A sus 22 años, se llevó el oro en salto de longitud (T46/T47) y, de paso, selló una triple corona mundial que parece una escalera interminable: campeón olímpico en Tokio 2020 y París 2024 y titular del orbe en París 2023 y Kobe 2024.
La pista no sumó medallas, pero evidenció el buen hacer de los entrenadores cubanos en este año. Daniel Milanés, al cierre de los 400 metros (T47), dio otra prueba de su crecimiento al batir su marca personal por segunda ocasión en 2025 y rebajarla hasta 48.54 segundos en las semis.
Pero si un área destacó fue la de lanzamientos. Ulicer Aguilera se proclamó recordista de América al enviar la jabalina a los 63,37 metros, casi un metro más allá de su registro anterior (62,51), y añadió a su palmarés una plata mundial. A su vez, Guillermo Varona (F46) transformó el implemento en su «juguete» y se colgó el bronce con 63,34, lo mejor de su año, coronando una carrera que ya tenía un título en Kobe.
La despedida cubana a la cita planetaria vino con la mejor versión del jabalinista Ever René Castro (F41), que dejó helados a los presentes en el estadio con un disparo que desafió la física y se convirtió en récord de América (39,65), pese a que no le bastó para subir al podio.
No todo fue reluciente en la India. La saltadora Felipa Hechavarría y el corredor York Lázaro Suárez no llegaron al podio, pero sabían que el triunfo no siempre es la medalla, sino la presencia en una cita con los mejores del mundo en sus especialidades. Eso ya lo convierte en un gran éxito para ambos, en un contexto cubano, donde muchas veces priman las dificultades a la par de la voluntad de los atletas, entrenadores y familiares.
Con solo siete atletas, Cuba logró algo que muchos miran con asombro y orgullo: tres medallas, dos récords para el continente y tres marcas personales.
La Mayor de las Antillas cerró con un balance positivo de una medalla de cada color y un total de tres preseas, que le valió para ubicarse en la posición 35 de la tabla general por naciones, dominada por otro país latinoamericano: Brasil (15 oros, 20 platas y nueve bronces).
Si a estos datos les sumamos que en 2025 el atletismo cubano obtuvo botín de un oro y una plata en el Mundial Bajo Techo de Nanjing, más ocho metales dorados, tres plateados y dos bronceados en los Juegos Panamericanos Junior de Asunción, y otra cosecha de un oro y dos bronces en la cita de Tokio, podemos asegurar que este deporte ha sido el de mejor rendimiento en el año.
Nueva Delhi dice adiós, sin embargo, deja a Cuba la certeza de que existe un movimiento deportivo que no se detiene y, con siete representantes, tocó el cielo con las manos en la capital india. Porque, al final, las medallas cuentan, sí, pero lo que trasciende es la capacidad de enseñar a otros a levantarse, a luchar contra las adversidades, a inspirarse para intentarlo y a romper barreras.