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Peloteo de alto voltaje

Yudismí Castillo Salina está padeciendo un «shock eléctrico». Esta mujer conocía que la elevación inusitada del voltaje causa graves daños a los equipos electrodomésticos, pero nunca imaginó que sus consecuencias podrían llegar a provocarle un corte emocional.

Residente en Santa Rita, en la calle Ignacio Pérez S/N, en el municipio granmense de Jiguaní, un problema de voltaje ocurrido el 7 de noviembre del año 2006, averió su grabadora DAYTRON, y junto a sus vecinos, escribió una carta a la Empresa Eléctrica haciéndole saber lo sucedido.

«El día 13 de noviembre fue recogida en mi casa la grabadora por el jefe comercial de dicha empresa. Pasaron varias semanas y no hubo respuesta alguna. Se realizaron varias llamadas y la respuesta fue: «Ese proceso tarda, el expediente ya está hecho, pero tiene que ir a La Habana y eso demora», relata Yudismí.

«Pasaron meses, y mi mamá, Carmen Salina Corrales, fue personalmente a la Empresa Eléctrica para ver si había respuesta del caso. Le informaron que al jefe comercial lo habían cambiado —ya no era Ricardo Pérez F., sino una compañera llamada Erisbel—. Esta planteó que no tenía conocimiento de tal caso. Se le explicó con lujos y detalles toda la Historia y nos dijo: “cuando den el autorizo de compra nosotros le avisamos...”».

Solo que el esperado aviso nunca llegó. Ya no son semanas, ni meses, pasó un año y siempre la remitente recibe la misma respuesta: Hay que esperar que la Empresa tenga presupuesto para comprar estos equipos...

Según revela esta señora, el día 29 de enero del 2008 a las 10:32 a.m., ella entregó personalmente a la compañera Erisbel una demanda, que esta funcionaria no tuvo siquiera la delicadeza de abrir.

«Después de haberme ido de su oficina, otra compañera que trabaja allí me dijo que la jefa comercial me estaba llamando. Fui a verla nuevamente, y en mala forma me preguntó: ¿Tú eres la hija de Carmen....? Le contesté que sí y me dijo: ¿Qué es lo que quiere ella, que se le entregue la grabadora vieja...?

«Tras la pregunta nos mandó a sentar y seguidamente llamó a Bayamo, a un compañero. llamado Sayín, sin saber que ya nosotros habíamos hablado con él, quien nos ratificó que la jefa comercial de Jiguaní era la encargada de realizar estos trámites». Relata la remitente que telefónicamente le comentó al funcionario que los familiares de Carmen Salina estaban en su oficina «muy alterados, haciendo una demanda». ...«La cual no me preocupa, pero tú sabes cómo son las cosas...», escuchó que le manifestó.

Yudismí desconoce lo que el compañero Sayín le contestó desde el otro lado del auricular, porque sencillamente la funcionaria colgó y no le dijo ni una sola palabra. «En ese momento aproveché para aclararle que yo no estaba alterada, simplemente quería una respuesta que me convenciera de que ella estaba desempeñando un buen trabajo y que no iban a lanzarnos para la lista del olvido», refiere indignada Yudismí. Ese mismo día hizo llegar una copia de la demanda a otras autoridades del municipio, y luego su mamá Carmen Salina se presentó en la Empresa Eléctrica Provincial para hablar con Sayín, y el mismo no se encontraba. Allí fue atendida por otro compañero. Este verificó en la computadora el nombre y el año de la queja, y le explicó que ya se había sacado una comisión para comprar los equipos. Que fuera a Jiguaní y le informara a Erisbel que tenía que ponerse en contacto con ellos para la compra de la grabadora. «Ya estamos a finales de abril de 2008 y no nos han dado respuesta», concluye la lectora.

Y mientras esta mujer espera reparar la paz de su alma, cuando bajen los voltajes del peloteo, en otros lugares hay quienes se empeñan en ofrecer buenas energías y aliento a sus congéneres.

Eso es lo que sienten Orlando Rovira Pérez y Ana Luisa Pacheco Torres, quienes radican en el edificio A56, Apto. D1, Zona 1, en Alamar, Ciudad de La Habana. «Algunas cosas rejuvenecen nuestra fe en la gente a pesar de las dificultades que nos trae el día». El jueves pasado la esposa de Orlando tropezó, y al caer dio con su frente en la acera, lo que le provocó una herida en la ceja izquierda con abundante derramamiento de sangre. De inmediato la llevó al cuerpo de guardia de politrauma del Hospital Militar Clínico Quirúrgico Dr. Luis Díaz Soto, en La Habana del Este. «Quiero dar testimonio de nuestra más profunda admiración y agradecimiento por la calidad del servicio recibido en el área de cuidados especiales, el tratamiento amable, cariñoso y eficiente de todo el personal. «Quisiera que enfatizara que no es una situación casual. Hoy regresamos por algunos síntomas alarmantes adicionales y la historia se repitió punto por punto».

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