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Agua que no llega...

Muy preocupado, no solo por la actual sequía, sino también por las dificultades con el bombeo de agua para la siembra de arroz, escribe Ramón Rubiel Rosa Ladrón de Guevara, campesino socio de la Cooperativa de Crédito y Servicios Combate del Cerro, en Bartolomé Masó, provincia de Granma.

Refiere el agricultor que desde noviembre del pasado año, cuando recogieron las cosechas del grano, ya no tienen sustento para sus familias. No pueden sembrar arroz. Y agua hay. Lo que no existe en su CCS y en la Ramiro Benítez es el sistema de bombeo para poder regar los sembrados.

«El objetivo social de nuestras CCS es el cultivo del arroz, las cuales se abastecen de agua por una conductora que pertenece a una empresa cafetalera. Y dicha empresa no responde a la rotura de la misma, la cual tiene tres kilómetros de largo y dañados 94 metros».

Así está la conductora hace más de 15 años. Lo que se le han hecho son parches, por los mismos campesinos. Se ha hecho más de lo que se ha podido, argumenta.

La dirección de la Cafetalera dice no tener dinero para su reparación. La queja se ha elevado a todos los niveles del  Gobierno y el Partido en el municipio y en  la provincia, «pero no hay una respuesta alentadora», recalca.

«En la provincia nos dicen que lo debe solucionar el municipio, y en este que la solución la tiene la Cafetalera, la cual a su vez refiere que no tiene el dinero para eso. Entonces caemos en el burocratismo y el peloteo, que ya se hace común cuando queremos resolver algún trámite, y nos enredamos todos en un círculo vicioso del cual no logramos concretar una solución viable».

Precisa el campesino que por tal motivo en las CCS se dejan de sembrar más de 120 hectáreas de arroz, que representan, aproximadamente, 720 toneladas del grano, a un cálculo de seis toneladas por hectárea. Y de estas se alimentan y obtienen sus ingresos más de 500 familias, que incluyen ancianos, niños y amas de casa.

«Los campesinos estamos desesperados por encontrar una solución al problema que está afectando la vida y el futuro de nuestras familias, además de la economía de una provincia, que por naturaleza es arrocera», concluye, y solicita de las autoridades pertinentes una solución: «Que podamos volver a cosechar y ser felices».

Se bota...

En medio de tanta carencia en las fuentes de abasto, le duelen los salideros de agua potable a Aurora Sánchez Montero, vecina de San Luis 20715 (altos), entre San Antonio y 3ra., en el reparto Carolina, del municipio capitalino San Miguel del Padrón.

Precisa Aurora que los vecinos están agotados de reportar los salideros de esa cuadra, y del añejo «manantial» que brota en San Antonio, entre avenida Carolina y Raquel, en ese reparto, el cual vierte agua impunemente sobre la Calzada de Güines.

El antológico brote, señala, ha recibido parches y parches desde 2011, y en diciembre de 2015 irrumpió en esta misma columna. «Este salidero —dice— sigue vertiendo millones de litros de agua potable, contemplados por niños, mujeres, jóvenes y ancianos que transitan calle abajo con peligro para ellos, sin poder hacer nada, por la indolencia de quienes tienen que preocuparse».

Carlos Camilo Viamontes Huerta (calle 282 No. 4711, Arroyo Arenas, La Lisa, La Habana) denuncia que en el parqueo de los autos de renta de la Terminal 3 del Aeropuerto Internacional José Martí, por más de tres años se bota el agua por una pequeña toma, que al parecer está destinada al riego de las áreas verdes, y por donde transitan cientos de turistas, muchos de los cuales tiran fotos incrédulos ante ese desperdicio.

María Luisa Portuondo (calle 285, reparto Baluarte, Boyeros, La Habana) sigue alarmada por las noticias de la sequía. Y las contrasta con los salideros que pululan en su barrio y en los repartos Dinorah, Río Verde, Panamérica y en la misma Avenida de Rancho Boyeros, sumados al deterioro de conductoras plásticas que están casi expuestas en la vía.

«En los reportajes —manifiesta— solo se analizan los efectos naturales, pero no los malos trabajos, tanto en nuevas instalaciones como en reparaciones de los salideros, y la baja calidad de los materiales utilizados.

«Se ha planteado reiteradamente en las asambleas de rendición de cuenta, se reportan a diario los salideros, y no vemos solución alguna. Insulta ver la propaganda en la televisión sobre ahorro de agua y ver también cómo se derrocha a consecuencia de los salideros. Hay que tocar con el dedo la llaga para evaluar los daños», concluye.

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