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Inspectores populares contra tantas tropelías

Rolando J. Rizo Oliva, quien reside en San Gregorio 114-C, Víbora Park, en el municipio capitalino de Arroyo Naranjo, es un sistemático colaborador de esta columna, con sus denuncias, alertas, y también sus sugerencias y proposiciones.

Esta vez escribe preocupado por la proliferación de violaciones que se están registrando impunemente en el comercio y los servicios, que van desde el robo en el pesaje, alteraciones de precios y de normas, ruidos musicales a altas horas de la noche, comercios ilegales y todas las variantes del mercedo negro. Y como si fuera poco, el desenfreno de la basura en las calles.

Y persona tan propositiva no se ciñe a la queja y el lamento. En su última carta sugiere crear en todos los municipios del país un cuerpo de inspectores populares, que nuclee a veteranos jubilados, con todas las aptitudes físicas y mentales, el prestigio y las actitudes de contrarrestar los fenómenos negativos que nos complican aún más la existencia.

Dichos inspectores «de a pie», en el barrio, deben estar habilitados con identificaciones y blocks de notificaciones de multas, y previamente capacitados para acometer tan honrosa y reivindicativa misión. Y de lo recaudado, se debía estimularlos con un porciento, señala.

Lógicamente, concluye, el Gobierno, a los niveles correspondientes, tendrá que emitir una norma jurídica que respalde esa medida, y que permita cumplirla con apego a la justicia y el bien público.

Este redactor recuerda aquel vigoroso movimiento de inspectores populares que se fortaleció en la década de los 80, y que expirara posteriormente por abandonos y olvidos. Apoyo la sugerencia de Rolando. Sería una variante del control popular que tanto necesitamos en Cuba, como fórmula de gobernar desde las bases de la sociedad.

Cansada de plantear su problema

El pasado 7 de septiembre, la septuagenaria Virgen María Pérez Montañez denunció aquí la deprimente situación que enfrenta en la ciudadela donde vive, en Enamorados 312, entre Durege y San Julio, Tamarindo, en el municipio habanero de Diez de Octubre.

«Mi apartamento, decía, se está llenando de aguas albañales hace dos años, pero en los últimos 15 días se ha agudizado. Estoy desesperada, porque he contraído hongos y hasta me he caído debido a las aguas albañales.

«He agotado todas las vías y entidades pertinentes. Mi problema lo conocen las autoridades municipales, provinciales y nacionales, sin respuesta favorable. Necesito ayuda urgente. Estoy expuesta porque la contaminación es muy profunda y soy vulnerable además», concluía.

Al respecto, responde José Raúl Orosa Almeida, director general de la Empresa de Saneamiento Básico de La Habana, que en visita al lugar se observó que sobre el piso de la casa hay residuales, y se decidió ejecutar servicio de desobstrucción de líneas para tratar, si no de eliminar, al menos atenuar la situación existente.

Al respecto, se comprobó que las tuberías estaban partidas debajo del piso de la vivienda, y ese es el motivo por el que el agua se filtra por las losas y las paredes.

A Virgen María, añade, se le informó que la solución definitiva será el cambio de todas las tuberías que están en mal estado, para que los residuales no se acumulen debajo del piso. Y se le orientó que debe dirigirse a la Dirección Municipal de la Vivienda. Pero ella señaló que está cansada de ir a plantear su problema allí.

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