Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Humildad

El atleta cubano tiene algo especial de lo cual no pueden ufanarse muchos en el mundo. Primero, el talento natural del que gozan, ora por la potencia física peculiar de los nacidos en esta Isla, ora por el esfuerzo inagotable que nos caracteriza. Segundo, por la cercanía con la gente y por su espíritu terrenal pese a las glorias conseguidas a cualquier escala.

No es secreto: en cualquier parte de la geografía universal un campeón festeja de sus logros en la burbuja que crean y que les aparta de la gente común. Ejemplos sobran. Disfrutar in situ de un partido de fútbol puede costarle un «ojo de la cara» a cualquier aficionado en Europa y saludar a sus ídolos ya les suena a utopía.

Hace algunos días, trascendió en medios de prensa que algunos ricachones estaban ofreciendo ¡dos millones de euros! con tal de comprar un rato junto al argentino Lionel Messi, jugador del club francés PSG. La cifra asusta, pero más aún la plata que puede recibir uno de estos geniales deportistas solo por soportar algunos minutos y reír «gracias» que a lo mejor en el fondo les motivan repulsión.

¿Se imaginan al gran Mijaín López cobrando por un estrechón de manos, cuando son miles los cubanos que han podido compartir anécdotas y elogios con ese gigante de la lucha y la humildad?

A priori, esto suena descabellado. El atleta criollo sobresale por su carácter noble y rara vez presume de sus logros de manera tan excesiva. A muchos se les ha visto en transporte público, sorteando las mismas dificultades que cualquier cubano común.

Hace algunos meses, cuando infaustos fenómenos naturales y otros accidentes de extrema gravedad sacudieron a Cuba, ahí estuvieron ellos sin que nadie tuviera que llamarlos, con donaciones, consuelos, con una simple mano en el hombro que viniendo de gente de su altura moral sirvió de importante paliativo para tantísima gente afectada.

Y lo sé, hay cosas que no son endémicas de aquí y en cualquier parte del mundo también tienen lugar, pero conozco personalmente a varios deportistas cubanos que me han ofrecido el privilegio de su amistad de forma espontánea y me han permitido darme cuenta de la grandeza que llevan dentro, más allá de las historias deportivas que pueden contar.

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