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El último poema para el primer combate

Raúl Gómez García, no solo redactó el Manifiesto a la Nación previo a los actos del 26 de julio, un poema de su autoría también quedó en la historia

Autor:

Juventud Rebelde

Decidió escribir el poema. Sería quizá un himno. No hay gesta sin himno, pensó sin pensarlo, como le sucedía cada vez que algún gran sentimiento se le atravesaba entre el corazón y el cerebro. Era como un dolor incontenible, atizado por una fuerza suprema, que le cortaba la respiración, y solo cedía cuando lograba verter el alma en el papel. Sentía que moría con cada nuevo poema, y al instante comenzaba otra vez a vivir.

Ahora, sin embargo, en este julio de definiciones, se desataba en él por primera vez el conflicto entre el poeta y el periodista culpable —aunque no confeso— que también era. Acaba de recibir de Fidel Castro la tarea más importante de su vida revolucionaria: redactar el Manifiesto a la Nación, aquella proclama que, en nombre de la Generación del Centenario, sería dada a conocer al pueblo de Cuba, cuando por fin tuviera lugar la primera gran acción del movimiento.

Era la oportunidad que todos estaban esperando, desde el momento mismo cuando comprendieron que a Batista había que sacarlo a tiros del poder. El conflicto estaba en el tiempo. Postergar un minuto la redacción del documento, poner en riesgo cualquier misión del Movimiento, podía significar el final de su pertenencia a aquel grupo de valerosos jóvenes, que soñaba con cambiar el destino de la Patria. La disciplina impuesta por el jefe, y acatada por todos ellos, no dejaba alternativas: cumples, o te vas.

El manifiesto solicitado por Fidel estaría a tiempo. No obstante, el poema, el himno, o lo que fuera, también estaría listo para el día del combate, o él dejaba de llamarse Raúl Gómez García.

MUCHO MÁS QUE POETA

Escribir el Manifiesto era una tarea ardua. Fidel había trasmitido y explicado a Gómez García las ideas fundamentales, las mismas que todos compartían; y confiaba en que el joven de 24 años, que desde el primer momento estuvo en el núcleo fundador y dirigente del movimiento, en su condición de periodista y de intelectual de profundas raíces martianas y revolucionarias, sería una vez más capaz de poner en blanco y negro todas aquellas convicciones, por las que —por primera vez— iban al combate con las armas en la mano.

El mecanismo ya estaba probado desde mucho antes. Como fundador y director del periódico Son los Mismos, allá en la primera mitad de 1952, Gómez García había demostrado sus cualidades al frente de la redacción, y se había revelado pensador político de alto vuelo y excelente comunicador. Al incorporarse Fidel a ese grupo, y proponer la salida de El Acusador, Gómez García mantuvo su autoridad como director de la nueva publicación clandestina, y Fidel, como su orientador político, sabía que era suficiente con situar las líneas fundamentales que debían trasmitirse. El resto era tarea del director.

En el apartamentico de Abel y Haydée Santamaría, el de 25 y O, convertido desde hacía casi un año en el puesto de mando del Movimiento, era incesante el ir y venir de los jóvenes revolucionarios, durante esos días cercanos al 26 de julio de 1953. Fue allí —hay muchos de aquellos compañeros que aún lo recuerdan—, en una pequeña máquina de escribir, que todavía se conserva sobre el buró de la actual Casa Museo Abel Santamaría, donde Raúl Gómez, usando solo dos dedos de cada mano, pero con una velocidad increíble, escribió el manifiesto.

El poema también nació en esos días, presumiblemente en esa misma maquinita de escribir, aunque Raúl tenía una muy similar en su casa de Juan Bruno Zayas No. 8, en Santos Suárez. Sin embargo, Virginia García, su «querida viejita», aseguró siempre que él prácticamente no vino a la casa en esos últimos días cercanos al 26 de julio de 1953.

El asaltante al Moncada Gerardo Sosa (Sosita) recordaba, en una entrevista que le hice hace tres años, el empeño de Gómez García (así le conocían en el Movimiento) para que, quienes le acompañaban en el auto en el último tramo de su recorrido desde La Habana hasta Santiago, se aprendieran de memoria aquel poema, que él les leía una y otra vez. El mismo Sosita me repitió varias veces entonces que Raúl insistía en que ellos lo tararearan.

A lo largo de todos estos años, un grupo de los asaltantes que sobrevivieron a la acción han recordado, en cientos de entrevistas, que ya en la Granjita Siboney, después que Fidel les informó sobre los pormenores de la acción que en unas horas los incorporaría para siempre a la historia patria, Raúl Gómez García leyó emocionado su poema, entonces sin nombrar, pero luego conocido por todos como Ya estamos en combate.

PUNTOS SUSPENSIVOS…

El pasar de los años ha jugado una mala pasada a este texto de tanta valía histórica, e infinidad de veces publicado y expresado en actos revolucionarios. El poema Ya estamos en combate aparece hoy indistintamente escrito, y así es declamado, con al menos dos errores, ello en dependencia de la fuente utilizada.

Fueron la actriz Amelita Pita y el trascendental poeta Jesús Orta Ruiz (el Indio Naborí), quienes, en uno de nuestros encuentros en el año 2003, me señalaron el problema y expresaron su preocupación al respecto.

Los versos originales de la séptima estrofa son los siguientes:

Ya estamos en combate... ¡Adelante!/De nuestra lucha heroica depende la Cuba verdadera/ la de furia loca de Gómez y Agramonte/ La de la lucha pura de Mella y de Guiteras...

En las versiones apócrifas, el inicio de los dos últimos versos ha sido mutilado, y en su lugar dice:

La furia loca de Gómez y Agramonte

La lucha pura de Mella y de Guiteras...

En la siguiente y última estrofa, el cuarto verso dice originalmente:

Sintamos en lo hondo la sed enfebrecida de la patria.

Resulta que, en esas versiones «rectificadas», la frase se ha cambiado por «la sed enfurecida de la Patria».

Quienes han estudiado a fondo la obra de Gómez García, saben que la palabra «enfebrecida» (que los diccionarios efectivamente no reconocen), es recurrente en sus textos. Raúl, el poeta y el periodista, sabe bien lo que significa sentir la sed febril de la pasión, del dolor ante el amor difícil o imposible; y asimismo insiste en la sed «enfebrecida» que aqueja a la Patria, y a toda una generación de cubanos, ante el constante ultraje del tirano.

Estos dos errores están publicados, por ejemplo, en el libro Escritos y Poemas Raúl Gómez García, de la Editorial de Arte y Literatura, que vio la luz en julio de 1973.

Otro tanto sucede en ocasiones, cuando al copiar el texto, se reducen a tres sus muchos puntos suspensivos. A Gómez García le gustaba abusar de ellos, como mismo hacía con los signos de admiración, en casi todas sus cartas, escritos periodísticos y poemas. Era su estilo, una herramienta que usaba para lograr más énfasis en las ideas desangradas en el papel; para que se escuchara más alto su grito enfebrecido de reclamo; y para eternizarlo, como indican todos esos puntos que —en medio de su pasión ante la obra urgente—, jamás se detuvo a contar.

Se ha dicho siempre que el poema Ya estamos en combate quedó inconcluso. Tampoco podría afirmarse que era realmente un himno. Lo cierto es que sus mejores acordes resonaron bien alto aquella mañana de la Santa Ana, contra los muros del Moncada; y cierto también es que el punto final de aquellos últimos versos, que el Poeta (y el Periodista) de la Generación del Centenario puso en el corazón de todos los cubanos, está todavía por escribirse.

Poema Ya estamos en combate

¡...........................!

Por defender la idea de todos los que  han muerto.

Para arrojar a los malos del histórico  Templo

Por el heroico gesto de Maceo,

Por la dulce memoria de Martí.

En nuestra sangre hierve el hado azaroso

De las generaciones que todo lo brindaron,

En nuestros brazos se alzan los sueños clamorosos

Que vibran en el alma superior del cubano

Ya estamos en combate......

En nombre de las madres y de los hijos de nuestra tierra heroica

En nombre del honor y del decoro que  construyó su historia

Por la estrofa magnífica del himno

«Que morir por la patria es vivir»

La libertad anida entre los pechos de los que viven hombres

Y por verla en la estrella solitaria es un  honor luchar

A la generación del centenario le caben los honores,

De construir la patria que soñara el  Maestro Inmortal.

Ya estamos en combate...... ¡Adelante!

Adelante hasta el nido superior de la gloria

Para que nazca en esta nueva aurora

La república digna y decorosa

Que fue el último anhelo de Chibás.

No importa que en la lucha caigan más héroes dignos

Serán más culpa y fango para el fiero tirano

Cuando se ama a la patria como hermoso símbolo

Si no se tiene armas se pelea con las manos.

Ya estamos en combate...... ¡Adelante!

De nuestra lucha heroica depende la Cuba verdadera

La de furia loca de Gómez y Agramonte...

La de la lucha pura de Mella y de Guiteras...

Adelante, Cubanos...... ¡Adelante!

Por nuestro honor de hombres ya estamos en combate

Pongamos en ridículo la actitud egoísta del Tirano

Luchemos hoy o nunca por una Cuba sin esclavos

Sintamos en lo hondo la sed enfebrecida de la patria

Pongamos en la cima del Turquino la Estrella Solitaria.

Raúl Gómez GarcíaJulio de 1953

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