Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Recuerdan aniversario 50 del ascenso de Ernesto Guevara a Comandante

Los tecleros en Llanos del Infierno. Foto: Calixto N. Llanes Representantes de todas las generaciones de cubanos subieron este sábado hasta Llanos del Infierno, en la Sierra Maestra, en la provincia oriental de Santiago de Cuba, escenario el 21 de julio de 1957 de un crucial momento de madurez para el Ejército Rebelde: el ascenso a Comandante del Che por parte del Comandante en Jefe Fidel  Castro

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

GUAMÁ, Santiago de Cuba.— El ansia de homenajear a quienes han sabido encontrar en cada momento la respuesta precisa a las enormes vicisitudes de esta convulsa época viajó ayer en las mochilas de quienes subimos hasta los Llanos del Infierno, en la Sierra Maestra, escenario el 21 de julio de 1957 de un crucial momento de madurez para el Ejército Rebelde: el primer ascenso a Comandante de uno de sus valiosos oficiales: Ernesto Che Guevara, médico de la entonces novel columna guerrillera.

A las continuas subidas y descensos por trillos poco caminados de este escabroso paraje de la mayor cordillera de Cuba, el sol castigador, el suelo fangoso y la impertinente amenaza de lluvia, nos enfrentamos 80 columnistas para cumplir una especial deuda de ternura y honor.

Deuda de todas las generaciones que hoy defienden la Revolución con quienes la soñaron y pelearon desde estos montes, especialmente con el Che, y deuda también con Guillermo Cabrera, alma inspiradora de la columna de JR la Tecla Ocurrente y autor de la idea de viajar hasta las raíces del heroísmo de aquel romántico internacionalista para recordarlo en el aniversario 50 de su ascenso, justamente bajo la mata de mangos que fuera testigo de aquel hecho y que aún se conserva en este punto, a 733 metros sobre el nivel del mar, distante a más de 14 kilómetros de ruda marcha desde la ribera sur de la Isla, bañada ferozmente por el Caribe en esta zona.

Al decir de Rogelio Polanco, nuestro director, quien encabezara ayer esta expedición, el Guille fue además de un convencido revolucionario un gran guevariano y un gran humanista. Sin grandes ceremonias, de las que Guillermo era enemigo por naturaleza, solo acompañado por el olor de las mariposas silvestres y música de la Nueva Trova que tanto apreciara, su «polvo enamorado» fue esparcido en el viento y el suelo de este paraje, donde desde ayer además una tarja de granito perpetúa la emoción de aquel momento en que el Che se sintiera «el hombre más orgulloso de la tierra» tras la decisión de Fidel de nombrarlo comandante.

En la tropa que este sábado reprodujo por más de 12 horas los rigores de la vida en campaña durante la etapa fundacional de la Revolución, viajaron los ganadores del concurso Che 50, convocado por la Tecla, cuyo premio mayor fue el privilegio de leer fragmentos en prosa y verso de sus reflexiones acerca de cómo el Guerrillero Heroico nos acompaña hoy en el batallar cotidiano por preservar sus sueños para Cuba y América.

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