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Publicamos la edición No. 129, dedicada al vigésimo aniversario de los Joven Club de Computación y Electrónica, proyecto único de su tipo en el mundo Cursor del 2007 Entre bytes, la esperanza Probeta La computadora de la familia cubana

Autor:

Juventud Rebelde

Proyecto único de su tipo en el mundo, los Joven Club de Computación y Electrónica arriban a su veinte aniversario con más de un millón de graduados y convertidos en un pilar fundamental de la informatización de la sociedad cubana

Apenas unas pocas microcomputadoras y teclados inteligentes, que formaban parte de una exposición de las Brigadas Técnicas Juveniles, en el caluroso verano de 1987, sirvieron para demostrar cuánta acogida tenía la computación entre niños y jóvenes.

Llenos completos a toda hora, y largas colas, hicieron que el 8 de septiembre, en una reunión del Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas, a la cual asistió Fidel, este sugiriera extender la experiencia a todo el país, y avizorara lo que significaría.

Nacían así los Joven Club de Computación y Electrónica, como un proyecto joven para jóvenes, aunque desde su propia concepción se pensó y convirtió en un espacio de aprendizaje y entretenimiento abierto a todos, sin distinción de edad, sexo, raza o creencias religiosas.

Los Joven Club, como se les conoce en toda Cuba, hoy suman más de 600 instalaciones, y se les puede encontrar lo mismo en lo más céntrico de la capital, que en una comunidad intrincada de la serranía, o en el portal de una casa, como computadora trashumante que llega allí donde se le necesita.

Proyecto único en el mundo, pues ningún otra nación cuenta con un programa de introducción de la computación tan extenso, abierto y además gratuito, los Joven Club son motivo de asombro para muchos allende nuestras fronteras, quienes no entienden que el mundo de los bytes también puede servir para fomentar la cultura y la solidaridad desinteresadamente.

La computadora de la familia cubana, como también se conoce al movimiento, ha graduado en sus dos décadas de creado a más de un millón de cubanos en cursos de computación y electrónica. Muchos de ellos vieron en sus laboratorios una computadora o un voltímetro por primera vez, perdieron el miedo a lo desconocido, y hoy trabajan en mejores puestos gracias a los nuevos conocimientos.

Otros, comenzaron desde muy pequeños, jugando en los antiguos teclados inteligentes, y hoy al mando de una Pentium de última generación diseñan software, multimedias o simplemente introducen en este mundo a otros menos avezados, ya sea trabajando como instructores de los propios Joven Club, o en muchas de las universidades cubanas.

Convenciendo a incrédulos, enfrentando incomprensiones, los rigores del período especial, al bloqueo norteamericano que intenta evitar nuestro desarrollo también en el campo informático, soportando conexiones lentas, rescatando máquinas y equipos viejos, con sus propios trabajadores reparando los locales, en fin, desafiando todas las adversidades, los Joven Club son hoy, como dijera un día el propio Fidel, «un telescopio para escrutar el infinito».

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