Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Los jóvenes rostros del ferrocarril cubano

Más de 260 kilómetros de vías férreas son atendidas en la región central del país por tropas del Ejército Juvenil del Trabajo

Autor:

Aileen Infante Vigil-Escalera

El tren anuncia su cercanía y aun cuando su imponente estructura no se divisa en el horizonte todos, menos los jóvenes que desde bien temprano trabajan a la orilla de la vía, se detienen a esperar su paso. Ellos, los inamovibles, han aprendido a convivir con el ruidoso andar y las vibraciones que genera la gran maquinaria, y hace mucho decidieron saludar su cercanía trabajando.

Bien conocen la importancia de cada segundo empeñado en la faena y de la atención minuciosa al detalle; la aprecian en la velocidad que alcanza la estructura de hierro cuando pasa cerca de ellos y en la considerable disminución de los accidentes ferroviarios en el territorio.

No ha sido fácil, le aseguran a esta reportera mientras ajustan tornillos y nivelan traviesas, pero desde que el Ejército Juvenil del Trabajo (EJT), fundado el 3 de agosto de 1973 por el entonces Ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) Raúl Castro Ruz, asumió entre sus principales misiones el mantenimiento y la reparación de las vías férreas del país, otra es la cara del sector. Al menos así se evidencia en la región atendida por el Batallón Ferroviario de Villa Clara.

Entre los juveniles rostros que trabajan por mantener los resultados de esta unidad militar se encuentra el soldado santaclareño Manuel Pérez Mora, quien con solo 19 años ha ayudado a rescatar cientos de tramos de vía y a hacer más seguro el tránsito ferroviario por otros durante los 22 meses de Servicio Militar Activo (SMA) que ha pasado entre balastro (piedras), traviesas y rieles.

Secándose las gotas de sudor que comienzan a amontonarse en su rostro, comenta que hace unos años le parecía imposible desempeñarse en este tipo de tarea. Titulado como Técnico de nivel medio en albañilería, conocía de cerca el trabajo duro de la construcción, pero solo aquí, confiesa, se acercó a la disciplina y responsabilidad que entraña la vida laboral.

En los ferrocarriles, agrega, también aprendió a valorar los medios de protección que le permiten limpiar individualmente los cien metros de vía que les asignan, o colocar con total seguridad y acompañado de otros tres compañeros, las 12 pesadas traviesas (252 libras y 2,5 metros de largo) asignadas para una jornada.

De igual manera opina su compañero Yordany Arencibia Cárdenas sin quitarse los guantes con los que hace solo unos minutos acomodó una de estas pesadas piezas que permiten la circulación ferroviaria. Cocinero de formación, el activo soldado de 21 años que ya acumula 12 meses en esta tropa asegura haber encontrado en ella una escuela.

La preparación física ganada y la atención por el detalle, expresa, le serán muy útiles cuando en apenas un año vuelva a desempeñarse como ayudante de cocina en el restaurante El Mambí, donde laboraba antes del llamado, o en cualquier otro escenario donde se le solicite demostrar sus conocimientos y habilidades.

Para cuando terminamos de conversar, el último vagón del tren que anunciaba su cercanía a nuestra llegada no era más que un punto distante en el enramado de rieles y traviesas que comunican a la central provincia con el resto del país, un nuevo tramo de vía recién restaurado anhela el cálido contacto con el hierro de alguna otra locomotora, y en los rostros de Manuel, Yordany y sus compañeros se dibuja la satisfacción.

Esa mañana, como tantas otras desde que comenzaron a trabajar en los ferrocarriles, han podido comprobar a solo cinco metros —distancia establecida como medida de seguridad entre quienes trabajan en las vías y los medios que transiten por ella— el fruto de tanto esfuerzo. Y eso los llena de orgullo.

Por una circulación más segura

Similar sentimiento invade al teniente coronel Osmany Consuegra Soler, jefe del Batallón ferroviario del EJT en Villa Clara, cada vez que habla de los logros de sus muchachos en la atención técnica a los 266 kilómetros de vía férrea bajo su responsabilidad, 86 de estos en la línea central y el resto distribuidos entre el nudo de la ciudad de Santa Clara y los ramales industriales y azucareros.

Ese fue el principal objetivo de las FAR cuando en 2012 creó la Jefatura Territorial Ferroviaria en la región central. Ese y garantizar, como resultado de estas acciones, el incremento de la velocidad de marcha de los trenes, mayor seguridad vial en las transportaciones de viajeros y de carga, y eliminar todo tipo de limitaciones viales que pudieran ocasionar accidentes ferroviarios en los tramos atendidos por sus fuerzas.

Desde entonces se pensó en la juventud, y hoy, seis años después, para cumplir el encargo, Consuegra Soler dispone de ocho campamentos con efectivos de entre 18 y 21 años de edad, de las provincias de Villa Clara y Sancti Spíritus.

Por demás, precisa, en cada una de las unidades dedicadas a la actividad, al soldado se le garantizan todas las condiciones de vida y de trabajo, así como una capacitación previa a la primera salida al terreno que le permita desempeñar de manera segura y eficiente cada una de las misiones que se le asigne.

En esto último también influyen considerablemente los medios de protección que forman parte del uniforme de un soldado del EJT en los ferrocarriles y que los resguardan  de las inclemencias del tiempo, el intenso sol tropical y los posibles accidentes que puedan suceder en la vía: sombrero de yarey, cinturón de labor (faja), muñequeras, guantes superreforzados, chubasquero, botas de piel con casquillo y espejuelos contra impactos.

Actividades que un soldado del EJT realiza a la vía férrea

-Limpia de la cama y la faja de la vía.

-Renovación y colocación de traviesas.

-Calzado de traviesas de hormigón.

-Alineación de la vía férrea.

-Restauración de la sección

de balastro (piedra).

-Tapado y perfilado del balastro.

-Apriete de tornillos.

-Encuadre de traviesas.

-Carga de traviesas.

-Descarga de traviesas.

-Engrase de tornillos.

-Engrase de conexión.

-Coger bache zapateado.

Vías con historia

Según la Enciclopedia colaborativa cubana EcuRed, Cuba fue el primer país de América Latina y el séptimo del mundo en utilizar el ferrocarril. En sus inicios fue empleado con fines económicos y posteriormente para facilitar la transportación masiva de pasajeros.

El promotor de este medio de transporte en el territorio nacional fue Claudio Martínez de Pinillo, el conde de Villanueva, criollo que en 1835 presidió la Comisión Camino de Hierro para fomentar su introducción de este medio de transporte en la Isla. El primer tramo ferroviario de Cuba estuvo ubicado entre La Habana y Bejucal (27,3 kilómetros) y se inauguró el domingo 19 de noviembre de 1837, 11 años antes de que España tuviera el suyo.

La primera nación en disfrutar de este novedoso avance de la ciencia y la tecnología en la segunda mitad del siglo XIX fue Inglaterra, en 1825. Le siguieron Francia, Alemania, Bélgica y Rusia.

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