Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Manos, alma y voluntad que salvan

Un contingente de pineros se alista a trabajar en el puerto de Batabanó, lugar que por el contexto epidemiológico no está en condiciones de asumir la responsabilidad del trasiego de carga hacia Isla de la Juventud

Autor:

Roberto Díaz Martorell

Es cierto que, si no se ayuda usted mismo, es probable que alguien lo haga… O no, pero nada mejor que salvar la vida por esfuerzo propio. Y digo vida no en el sentido literal de respirar, sino en lo que concierne a la gestión diaria de los recursos que necesitamos para vivir.

Por eso no es raro que un contingente de pineros se aliste a trabajar en el puerto de Batabanó, lugar que por el contexto epidemiológico (más de 60 casos positivos) no está en condiciones para asumir la responsabilidad de asegurar el trasiego de carga marítima hacia Isla de la Juventud, principal vía de acceso para mantener la vitalidad de la economía local.

Tampoco es cuestionable, porque es hábito y compromiso, que esos 42 hombres y mujeres, trabajadores portuarios y del sistema de Salud, estén dispuestos a dejar atrás a la familia para cumplir con el deber, primero porque en este territorio insular no hay transmisión del SARS-CoV-2, y segundo porque responde a la vocación altruista y solidaria de los cubanos.

No obstante, además de los especializados en el manejo de mercancías en las embarcaciones y vehículos de carga, se incluyen también enfermeros, médicos y personal del Centro de Epidemiología, quienes tendrán la responsabilidad de velar por el cumplimiento cabal de los protocolos de bioseguridad, no solo para evitar la entrada del virus al Municipio Especial, sino también para cuidar de que no se generen focos de contagio en el lugar.

Por eso Jorge Rodríguez Rodríguez, subdirector de Operaciones del puerto Manuel Porto Dapena, en Nueva Gerona, insistió en la exigencia rigurosa a los choferes para que se mantengan en sus vehículos y en la fumigación constante de cada carga antes de embarque, ya que eso garantiza, al menos, minimizar al máximo la posibilidad de contagio.

Conscientes de estos riesgos, el contingente nombrado Aracelio Iglesias Díaz se organizó en dos grupos de trabajo durante 20 días, lapso de aislamiento sanitario establecido por Salud Pública para que en Batabanó se «corte» la cadena de contagios y todo retorne a la normalidad laboral de esa rada.

El mismo procedimiento se aplicará en Cayo Largo del Sur, donde también la COVID-19 ha frenado actividades económicas, porque urge devolverle la vitalidad a ese polo turístico, uno de los lugares ideales para el turismo internacional debido a su aislamiento geográfico respecto al resto del país. Buena razón para que los pineros, quienes no viven situaciones complejas en el contexto de pandemia actual, se ocupen de las operaciones allí.

Esta actitud, coherente con las enseñanzas de la Revolución, no es un hecho aislado en Cuba: se incluye en todas las manifestaciones de solidaridad y apoyo a las provincias de Matanzas y Ciego de Ávila, que viven hoy una realidad difícil y reciben a profesionales de otros territorios para contribuir en sus centros hospitalarios y de aislamiento a frenar las cadenas de contagio.

Mantener la vitalidad de la economía en el Archipiélago de los Canarreos es un imperativo, conscientes además de que la misión que cumplirán tanto en Batabanó como en Cayo Largo del Sur conlleva altas dosis de responsabilidad y voluntad colectiva para evitar que entre a este Municipio Especial cualquiera de las variantes del SARS CoV-2.

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