Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Damnificados del Saratoga cuentan sus historias

Una veintena de núcleos familiares, de viviendas cercanas al accidente del Saratoga, reciben la protección del Gobierno capitalino

Autor:

Santiago Jerez Mustelier

Yaima Castro y su mamá Sila Suárez se preparaban para salir a la calle cuando sintieron el estruendo. «Fue muy impactante, indescriptible; todo se llenó de humo, no se veía nada», dice Sila.

Ambas vivían, al momento de la explosión en el Hotel Saratoga, el pasado viernes 6 de mayo, en el edificio Zulueta 508, con otros familiares. Yaima, que sufrió afectaciones leves en las piernas durante el siniestro, en quien primero pensó fue en su niña, que se encontraba en el horario de clases, en la escuela primaria Concepción Arenal, cercana al lugar de los hechos.

«Salí corriendo a buscarla, cuando vi el estado de la escuela por poco me infarto. Aquello fue fuerte, no se lo deseo a nadie», cuenta aún consternada, mientras su pequeña la mira, la escucha y la abraza. «Desde entonces no quiere dormir sola, no quiere estar en espacios sola, es normal que tenga miedo, soy adulta y también lo siento; ella padece de enfisema pulmonar y aspiró mucho polvo».

Las horas que siguieron a la explosión fueron agotadoras. Comenzaron a preocuparse por los vecinos que podían estar muertos o desaparecidos. «La pérdida de las personas es muy dolorosa, sobre todo de las más cercanas.

«El delegado falleció y era muy amigo de la casa, siempre estaba involucrado en todas las situaciones, y todo el mundo se extrañó que no estuviese ocupándose como siempre, era una excelente persona. Cayó desde su tercer piso y ayer encontraron el cadáver», comenta con tristeza Yaima.

Cuando pudieron subir a sus casas a agenciarse algunas pertenencias de valor que necesitarían, recogieron con temor. Su vivienda, como otras del edificio, sufría un deterioro considerable desde hacía tiempo. Y tras el colapso de buena parte de la estructura del Saratoga, como consecuencia del accidente por fuga de gas, las paredes se agrietaron de forma más pronunciada y ya se ha hecho imposible de habitar la morada.

«Una noche tuvimos que dormir a la intemperie porque nos daba miedo dormir dentro de la casa, vivo en la azotea». Hace una pausa breve, traga y repara en algo demoledor: «Bueno, vivía».

Ahora están en el hotel Las Brisas, perteneciente al complejo Villa Panamericana, de la cadena Islazul. Allí residen ahora 22 núcleos, 59 adultos y nueve niños de los edificios Prado 609 y 617, y Zulueta 512 y 508.

Luis Carlos Góngora, coordinador de programas y objetivos del Gobierno capitalino, explicó que no se encuentran hospedadas todas las personas que vivían en los alrededores, pues algunos han ido a casas de familiares.

Actualmente, precisó el funcionario, se trabaja en el levantamiento de los daños y situaciones particulares de las viviendas, así como de las necesidades que puedan tener los damnificados, dígase utensilios para cocinar, uniformes y libretas para los menores de edad; además se han creado las condiciones para que dispongan de agua y se les situó en apartamentos de tres cuartos con cierto nivel de comodidad.

Se les entregará, además, una libreta de abastecimiento nueva y una cuota en entidades de comercio cercanas, pero por el momento la alimentación está a cargo del personal de la instalación donde pernoctan los afectados, hasta que ellos tengan las posibilidades para realizar su propia cocción, informó Góngora.

Facilitarle medicamentos y otros insumos para garantizar su salud ha sido otra de las acciones, debido a que hay personas diabéticas, asmáticas y con otros padecimientos. «Hay que ser muy sensibles, atenderlos con mucho cuidado, son personas que han pasado por situaciones muy fuertes», apuntó.

Sobreviviente

Vilma Pérez ha vivido en tres ocasiones el dolor de perder a un hijo. Por ello entiende cómo deben sentirse las madres que lloran junto al cuerpo de los suyos o las que están desesperadas por no saber si estos están vivos o muertos. Vilma tiene 83 años y una fortaleza envidiable.

Damnificada Vilma Pérez - Foto: Enrique González

Su salud agujereada por una operación de cáncer de seno, por tiroides y afecciones en la vista, no ha quebrantado su espíritu irreductible y sus ganas de seguir riendo, a pesar de los obstáculos. Su condición de sobreviviente de la propia vida no se la quita nadie.

Iba a hacer una mayonesa el pasado viernes cuando sintió como todo se movía y vio caer montones de piedras y cristales en el suelo de su patio. Después vino el apagón y cuando vio el humo empezó a gritar. Luego vino la bulla de la calle, salir con su hijo y que le contara el barbero que socorrió a gente herida, y hasta que vio personas muertas.

Lloró. Por sus vecinos enterrados entre los escombros. Por el delegado que todos reconocían como un líder amable y trabajador. Y porque, como ella misma dice, está viva gracias a Dios.

Idalmis y la foto que recorrió el mundo

A todo el que llegó hasta las inmediaciones del Saratoga, poco después del terrible accidente, varias imágenes le turbaron. Los carros prácticamente tragados por los escombros, la guagua de Transtur destruida por los pedruscos, las personas que se ahogaban entre los pedazos.

Pero pocos pudieron evadir la casa que justo al lado del lujoso hotel, se había quedado sin una de sus partes delanteras y mostraba de una manera casi imperturbable el retrato de una joven en una clásica foto de celebración de quince años, la pared rosada, y debajo un mueble con varios peluches.

La desnudez de esa vivienda, expuesta ante los ojos de todos, también ayudó a comprender la magnitud de la tragedia. Muchos nos preguntamos a quienes pertenecía esa sala y si habían sobrevivido. Idalmis Luisa Montes y su esposo están bien. Se le humedecen los ojos al pensar que pudo ser una de las fallecidas, pues acostumbraba a sentarse en el balcón.

Damnificada Idalmis Luisa Montes - Foto: Enrique González

Por suerte estuvo trabajando desde temprano, es económica y estaba en tiempo de cierre. Hablaba un instante por teléfono con su padre cuando alguien llegó diciéndole que corriera a su casa, que se había derrumbado el Saratoga. Salió como un lince por la calle Muralla y al ver tanta devastación se desmayó. Cuando volvió en sí pudo reunirse con su esposo.

Refiere Idalmis que ha estado en constante comunicación por las redes sociales digitales con su hija, la muchacha de una de las fotos que ha dado la vuelta al mundo entre las publicaciones de la etiqueta #HotelSaratoga y #FuerzaCuba. «Esto me choca, aún estoy atontada, pero con mente positiva de que nos vamos a recuperar».

La hija de Idalmis es la joven quinceañera en esa foto que ha representado como un hogar perdió su paz a causa de la explosión. Foto: Abel Rojas Barallobre

Idalmis, como Yaima, Sila y Vilma, agradece, en medio del dolor profundo, las atenciones recibidas en lo que por ahora será su nuevo hogar. No tienen certeza qué pasará en lo adelante, poco a poco les irán acondicionando el espacio para que sea más acogedor. Ahora les falta el frío y otros enseres que tenían en su vivienda, pero no les falta el amparo.

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