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Uno entre tantos héroes

«Para mí ha sido el fuego más grande que ha habido en la historia de Cuba», nos dijo el bombero Juan Carlos López González, uno de los lesionados tras estar en la primera línea del fuego en Matanzas

Autor:

Marianela Martín González

Cuando su hija que ahora solo tiene ocho meses de nacida sepa de las proezas de su padre, seguramente le pedirá a él que se las cuente; y con la sencillez de siempre le hablará de todas: (terremoto de Ecuador, 2016; caída del avión, en 2018; tornado en La Habana, 2019, hotel Saratoga, 2022…), pero significando que como lo ocurrido en el zona industrial de Matanzas no hay nada igual.

Al menos eso refirió este domingo el bombero Juan Carlos López González, cuando llegaba milagrosamente a sus 34 años de edad, y Aylín Álvarez García, primera secretaria del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), acompañada de Julio César García Rodríguez, jefe de la Oficina de Atención a la UJC y órganos estatales y judiciales, acudieron a su casa a felicitarlo; y más que todo a saber de la recuperación de este héroe.

«Para mí ha sido el fuego más grande que ha habido en la historia de Cuba», nos dijo.

Quizá dentro de algunos años, le dirá a su hija que cuando supo lo que sucedía en Matanzas, el jefe del Comando 1 de Bomberos le sugirió que no se fuera a combatir el siniestro, porque ella era muy pequeña, pero él confiado en que regresaría, se marchó por sus medios hasta la zona del desastre.

«Llegué allí a la una de la madrugada. Me presenté a la jefatura y me dijeron que me incorporara a mi jefe. De hecho cuando llegamos, sacaron a los soldados del Comando de Matanzas que estaban trabajando. Prefirieron que fuéramos los profesionales los que trabajáramos».

Le dirá a su hija, entonces, que hubo otra detonación que destruyó un segundo tanque. Que él y muchos más trabajaban muy cerca de donde ocurrió. Que como consecuencia sufrió quemaduras en la espalada y manos, pero que lo más triste fue la desaparición de varios compañeros.

«Minutos antes de la explosión estuve hablando con ellos y fajaos a 15 metros del tanque que explotó. Hubo uno al que un fleje le golpeo el pecho y cayó al suelo. Con el fuego casi arriba traté de levantarlo, pero no pude. De quedarme solo un segundo más, también hubiera muerto.

«Lo último que vi, antes de que me llevaran para el hospital Faustino Pérez, fue los carros cogiendo candela y ese soldado perderse entre las llamas», nos contó este domingo; y se lo hará saber alguna vez a su hija con la voz entrecortada, como lo hizo esta vez.

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