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La marcha hacia la historia

Fidel detuvo por segunda vez el Buick que  manejaba en la Avenida Garzón, para permitir al primer auto que entrara con un poco de distancia en la calle que llevaba a la posta tres del Moncada. Había que dejar tiempo, en efecto, al grupo de vanguardia para que neutralizara los centinelas 

Autor:

Juventud Rebelde

En Oriente se respira todavía el aire de la epopeya gloriosa…
Fidel, La historia me absolverá

¡Bello es ver un partido de revolución que quiere seguir la obra radical de los padres y criar raíces nuevas..!
José Martí

«Diecisiete kilómetros separan a Siboney de Santiago. El trayecto se hizo sin incidentes. El convoy de los autos se detuvo dos veces: antes del estrecho puente de San Juan, para dejar pasar un jeep que rodaba en sentido contrario. Como dos cañones de fusil emergían de él, se creyó primeramente que se trataba de un jeep del ejército pero cuando se acercó se vio que no contenía más que dos viejos que iban, sin duda, de caza.

«Fidel detuvo por segunda vez el Buick que  manejaba en la Avenida Garzón, para permitir al primer auto que entrara con un poco de distancia en la calle que llevaba a la posta tres del Moncada. Había que dejar tiempo, en efecto, al grupo de vanguardia para que neutralizara los centinelas y para que despejase la entrada, con el fin de que el auto de Fidel, que venía en segundo lugar, pudiese entrar en el cuartel, seguido de todo el convoy.

«En realidad, el auto de vanguardia era efectivamente el primer vehículo del convoy. Cuatro autos le precedían. Los tres primeros estaban ocupados por el grupo de Abel, el cuarto por el grupo de Raúl. Estos cuatro autos dejaron a su derecha la calle que llevaba al Moncada, y continuaron por la Avenida Garzón, hasta sus objetivos respectivos: el hospital civil y el Palacio de Justicia». (Relatos, compilación del Centro de Estudios de Historia Militar de las FAR. Tomo II El Moncada: La Acción)

Nota: Juventud Rebelde reproduce la sección Anecdotario, que publicó en julio de 1983 como recordación del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos M. de Céspedes.

 

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