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«Joya» de cerámica roja

Juventud Rebelde comparte con sus lectores detalles de un exitoso proceso de restauración de uno de los tinajones más grandes y antiguos que aún conserva su original utilidad

Autor:

Yahily Hernández Porto

CAMAGÜEY.— Un antiguo tinajón, identitaria vasija de barro de esta ciudad colonial (fundada el 2 de febrero de 1514), fue localizado en una vivienda entre el Parque Martí (antigua Plaza de San Francisco) y el Parque Agramonte (antigua Plaza Mayor), zona declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad.

La «joya» de cerámica roja, considerada un exponente de gran valor patrimonial por su tipología y morfología, fue intervenida por el especialista Carlos de Jesús Hernández Fernández y la técnica en conservación Gisell Bárbara Pons Aguilar, ambos pertenecientes a la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey (OHCC).

Con una longitud de panza de cinco metros, una profundidad de un metro y 70 centímetros, un diámetro en su cresta de ocho centímetros e igual dimensión en el grosor del cuello, el añoso recipiente atestigua cerca de dos siglos de existencia.

Así lo reveló a Juventud Rebelde el experto: «Sus dimensiones lo ubican durante la primera mitad del siglo XIX, y destaca como uno de los ejemplares de mayor tamaño confeccionados por los alfareros de esta villa. Sobresalen decoraciones en forma de círculos y serpentinas, elementos que ayudaron a ubicar sus orígenes».

El también profesor de restauración de pintura mural explicó que el estado de conservación precario que presentaba la auténtica pieza —localizada en una vivienda particular, en calle Martí, número 59—, dictaminado por dañinas capaz de cemento, gran acumulación de
suciedad en toda su superficie y una grieta de unos 50 años, que se extendía desde su boca hasta la parte inferior de la barriga y traspasaba su grosor de más de diez centímetros aproximadamente, conllevó su urgente y necesaria intervención especializada.

Subrayó, además, que las acciones de reparación consistieron en la aplicación de compresas de ácido acético, las cuales ablandaron el recubrimiento de cemento para su eliminación mecánica, y una mezcla de ladrillos refractarios con agua para homogeneizar la superficie.

«Eliminar de dentro de la resquebrajadura materiales ajenos al barro como brea, arena y tierra, y otra gruesa capa de cemento, de unos tres centímetros de grosor, que la cubrían en su interior y exterior, permitió que el auténtico recipiente recobrara su utilidad», aseguró el especialista.

Agregó que el trabajo de reconstrucción en toda la hendidura experimentó un proceso de fijación mediante inyección en sus zonas más finas, en el que se usó la resina acrílica Paraloid B-72 y un estucado para su sellado, que demandó terracota mezclada con igual resina, y finalmente otra capa de B-72 con cera microcristalina para consolidarlo y protegerlo.

Gisell Bárbara Pons dijo que el equipo de trabajo, integrado por jóvenes de la especialidad de restauración de pintura mural, laboró intensamente durante todo un mes a pie de obra, y el empeño en devolverle al tinajón su esplendor, además de su primitivo estado, les permitió aprender cómo sortear obstáculos y barreras tecnológicas.

Ambos investigadores reconocieron el proceder del propietario del inmueble, quien defendió la idea de restaurar su reliquia familiar, aún sin imaginar sus valores excepcionales y su antigüedad.

El tinajón camagüeyano constituye una huella fundamental en la conformación de la identidad de esta comarca de pastores y sombreros, la cual además se estampa en una leyenda: si tomas agua de tinajón, te quedas en Camagüey, expresión que deslumbra al visitante y que con orgullo sus habitantes transmiten de generación en generación.

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