Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La «archivera» del cariño

Se nos fue silenciosamente una mujer entrañable que no tendrá sustituto con ese extraño imán de unir a todos en Juventud Rebelde: Lidia Marín

 

Autor:

José Alejandro Rodríguez

 

«Tengo los sentimientos heridos», porque se nos fue silenciosamente una mujer entrañable que no tendrá sustituto con ese extraño imán de unir a todos en Juventud Rebelde. Con sus carteras, jabas y andariveles, Lidia Marín, la «archivera», como ella misma se denominaba, se lleva para siempre un trozo irrecuperable del alma de este periódico. Deja un vacío mayor que el de su jubilación en 2022. Un vacío que apenas intentaremos aliviar tratando inútilmente de reproducir su ocurrencia en chancletas, su agudeza callejera para decir las verdades; y esa generosidad de compartir el café y la suerte del más olvidado, del que casi nadie recuerda con los años.

La «verdad verdadera y no hipotética», como ella acuñara, es que la vamos a extrañar todos los días. A partir de ahora, su rincón de trabajo, ese que siempre fue el puesto de mando de la alegría y la confabulación vivaz en Juventud Rebelde, quedará como patrimonio de una humanidad que no debe extraviar este periódico, si quiere seguir siendo joven y rebelde.

«Suavemente» voy a proclamarlo: Ya no habrá otra Lidia. Y discúlpenme la tristeza y el pesimismo. Como ella cantaba hasta el cansancio: «Yo sé que es mentira, pero yo sé que es mentira» que podamos reconstruir ese desparpajo de cariño, ese desenfreno para convertir este colectivo en una familia complicada pero amatoria «por adentro y por afuera».

No nos queda otra opción que repartirnos a Lidia Marín no en el recuerdo y la nostalgia, si no en los dilemas y vía crucis de cada día. Así como iba vaciando las botellas de cariño en cada uno de nosotros en cada «drinki», así ella seguirá embriagándonos en el celo por Juventud Rebelde ante cada convite que la vida nos sitúe por delante. No nos abandones, Lidia querida, e inspíranos para seguir tu itinerario a paso de conga, por encima de tanta tristeza.

Nota del redactor: Los entrecomillados son frases recurrentes del ingenio de Lidia Marín.

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