Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El pulso antes del Congreso

A las puertas del nuevo Congreso de la UJC, jóvenes trabajadores exponen sus opiniones sobre el día a día laboral en la Cuba de hoy

Autores:

Yahily Hernández Porto
Luis Raúl Vázquez Muñoz
Nelson Rodríguez Roque

El celular sonó. Ella miró. Era su mamá. «¿Dime?». «Oye… tu hermano ya cruzó». En la garganta se le hizo un nudo. En unos segundos, como flashazos, pasaron por su mente imágenes de la infancia: las risas, los juegos, los llantos, las maldades, las cosas que solo ellos conocen…

¿Cuándo lo volverá a ver? Iba a hacer una pregunta, pero la madre se le adelantó: «Dice que no nos preocupemos: está bien y más tarde nos llama». En su cara afloró una sonrisa, aunque sin alegría.

 «¿Pero él está bien?», insistió. «Sí, sí… Dice que no te preocupes». «Ok. Yo paso después por allá. Chao, un beso». Guardó el celular en el bolso, esperó a que pasasen los carros y empezó a pedalear camino al trabajo.

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Ella es un personaje de ficción. En parte. Como ella, hay muchos hoy en Cuba. Andan por ahí. Por todas partes: en las calles, las esquinas, las fábricas, las tiendas, los puntos de venta, los hospitales, las escuelas
y universidades.

Andan bajo este sol, que se resiste a dejar el invierno atrás. Andan contando el dinero que les queda para terminar el mes, e invierten casi toda la noche, o cada descanso, celular en mano, en hablar con el ser querido que se les fue y ellos extrañan.

Como Buena Fe en una de sus canciones, se preguntan cuándo cambiarán las cosas. Son jóvenes. Sufren, sueñan, trabajan, se fajan, se empecinan en buscar su espacio. A veces se lo dan. Otras veces se lo niegan, y en algunos casos recelan de su inexperiencia.

Pero ahí están, pendientes de las veleidades en la situación del país; llenos de contradicciones; y también repletos de heroísmos, a veces infravalorados por su propia generación y las que los anteceden.

A las puertas del Congreso de la UJC, Juventud Rebelde se acercó a un grupo de jóvenes trabajadores para escuchar sus criterios sobre la economía del país y su papel en ella. ¿Se sienten representados? ¿Qué tienen y que les falta en los centros laborales? ¿Dónde deben concentrarse los mayores esfuerzos? ¿Qué habría que cambiar?

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A pesar de su juventud, la holguinera Lien Fonseca es especialista del Departamento de Comercio Exterior, Inversión Extranjera y Cooperación Internacional del Gobierno Provincial. JR la encuentra en pleno ajetreo mientras organiza la representación del territorio en las venideras ediciones de la Feria Internacional ExpoCaribe y la Feria Internacional de La Habana.

Fonseca opina que su generación juega un rol esencial en la economía: «Ramas como el turismo, la energía, la azucarera o la minería requieren de nuestros aportes. La inversión extranjera, que es mi campo ahora, necesita actualización para dominar su funcionamiento. Leo mucho sobre el tema, su parte jurídica, el quehacer empresarial y proyectos por consolidar, sumar o reincorporar», nos narra su día a día.

Frank Alexandro Morales Reyes, ingeniero de 33 años de edad y jefe del grupo de Control Interno, Seguridad y Defensa de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba en Camagüey, también opina que la juventud asume responsabilidades vitales, aunque no todos estén conscientes de la importancia de su aporte directo a la sociedad desde su actividad específica.

«Se impone escucharnos, aunque las ideas parezcan un tanto exageradas. El liderazgo de cada centro y quienes deciden las políticas en el territorio y el país deben contar con esa generación», recalcó el joven entrevistado.

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No todo es el salario. Esa es una conclusión que arroja este sondeo. Si bien el tema más candente hoy son los ingresos, y ese elemento permea las actitudes y proyecciones ante la vida, tampoco es menos cierto que no es la única de sus motivaciones.

Esa conclusión emerge en entidades con una política clara de pago y estimulación a los trabajadores, como la Empresa de Cepillos y Artículos Plásticos Juan Antonio Márquez, en Ciego de Ávila, donde los jóvenes reconocen obtener ingresos justos y en correspondencia con su desempeño.

«Pero, luego del salario, ¿qué?», nos preguntaron, y su interrogante coincidía con los criterios de muchachos de otros sectores, que reclaman la ausencia de espacios de recreación, de lugares dónde socializar, de viviendas…

Una joven aclaró: «La juventud es una etapa en la que se necesita socializar. Tú puedes ser muy buen trabajador, un especialista de primera; pero eso no lo es todo. Además, ver los mismos baches, las calles sucias, las edificaciones que no se pintan ni arreglan en tu ciudad… todo eso tiene un impacto en las motivaciones para trabajar, y hay que tenerlo en cuenta».

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Con 29 años, René Mola Varela ya es el director de Acopio de Leche de la Empresa de Productos Lácteos en Camagüey. En su criterio, hay muchos jóvenes comprometidos con su país y con su futuro, pero no siempre son reconocidos, y no solo por la UJC, sino por los diferentes factores de su centro.

«A la juventud hay que escucharla más; porque sus ideas están muchas veces más aterrizadas a nuestra realidad y son más innovadoras. Pero no siempre ocurre así. Creo que se debe propiciar más intercambios de jóvenes trabajadores con sus directivos, y hasta con la dirección del país, para conocer cómo pensamos y cómo podemos transformar situaciones tan complejas como la migración de la fuerza de trabajo juvenil hacia el sector privado, por remuneración salarial y por reconocimiento social, dentro y fuera del centro».

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La representación de los jóvenes a nivel de base es una asignatura con trazos de pendiente. No todos se sienten atendidos, y no en todos los lugares se encuentra orientación o apoyo.

En nuestra indagación reporteril encontramos más pertenencia por la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores, la Anir, que por las Brigadas Técnicas Juveniles, BTJ, pensadas expresamente para estimular la creatividad de los más nuevos.

Richard Javier Yera Aguilar y Daniel Carrasco Gómez, especialistas de la empresa avileña visitada, coincidieron con los camagüeyanos Yanisley López Cabrera, de la Filial de Servicios Técnicos Automáticos y Especializados, y Luis Manuel Santiesteban Canales, especialista principal de Seguridad y Salud del Trabajo en la Central Termoeléctrica Diez de Octubre, de Nuevitas.

«Se siente cuando no hay un representante que nos guíe. Yo soy el presidente de las BTJ aquí. Los muchachos han hecho innovaciones y han logrado sustituir importaciones. ¿Y cuál es el reconocimiento que han recibido?», cuestiona Yera con preocupación.

Todos narran las inventivas realizadas por jóvenes de sus centros para asegurar servicios importantes del país en medio de la actual situación, en muchos casos desde el anonimato.

«Hay mucho talento juvenil, y no siempre se aprovecha o se explota en toda su dimensión», refiere Luis Enrique Vernon, jefe del taller para la fabricación de clavos en la Unidad Empresarial de Base de Derivados de Alambre, del municipio agramontino de Minas.

«En nuestra institución seleccionaron una serie de proyectos innovadores, liderados en su mayoría por jóvenes, para mostrar en la Exposición de Cubaindustria nuestra capacidad para sustituir importaciones. Pero luego no se les dio el debido seguimiento, y eso desestimula», aseveró.

A su vez, Víctor Arévalo, especialista de la Empresa Avícola Holguín, reconoce la necesidad de un cambio de mentalidad en la atención a los jóvenes trabajadores. Es mejor ponerlos desde el principio en la producción que detrás de una mesa, acentúa.

«Con los cocotazos es que se aprende —dice—. Y hoy los cuadros no pueden ser como antes, demasiado concentrados en trabajos de mesa. El cubano está acostumbrado a la cultura de la urgencia y los planes… y hay que tratar de ver las empresas con un objetivo social más amplio.

«La premisa a esta edad es superarse, toda vez que el conocimiento no pesa y te lleva a nuevas oportunidades, las cuales pondrás en función de tu colectivo y tu propio desarrollo», resume Arévalo el sentir de todos los entrevistados.

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