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La magia de la edición en columnas anchas

Resulta muy raro que alguien no haya tenido alguna vez un libro de Abril en sus manos

La Casa Editora Abril pudiera asociarse esencialmente en el imaginario cultural con un par de revistas, pero bibliotecarios, estudiantes e interesados por la lectura en general saben que es más que eso.

Como proyecto editorial cuenta al mismo tiempo, y ha contado durante años, con un equipo hacedor de libros y algo más: postales, plegables infantiles, marcadores, carteles... De manera tal que pensar y aludir a Abril es un modo inclusive de referenciar un lote muy diverso de volúmenes de muchos tipos y formatos, de características y públicos potenciales.

Los libros de Abril tienen una particularidad quizá evidente: la promoción y defensa de valores de nuestra cultura para las nuevas generaciones. Pero, también, de temas de impacto, cuerpos textuales de interés con valores patrios e históricos, figuras medulares de nuestra cultura, autores de puntería, promoción y apoyo de nuevas firmas para el entorno literario (y visual) en nuestro escenario.

Resulta muy raro que alguien no haya tenido alguna vez un libro de Abril en sus manos. O ya más recientemente, un libro (digital) en su dispositivo: computadora o móvil.

Hay una lista en la cual se ha pensado, a modo de muestrario de cuanto representa la producción editorial de Abril por medio de su Departamento del Libro. Es una lista sencilla e incompleta, pero que da señales de las temáticas de mayor interés: los niños y los jóvenes, la historia, José Martí, el ensayo, la entrevista, lo literario, colecciones editoriales…

El Diablo Ilustrado es uno de esos títulos perseguidos por ciclos de lectores nuevos y curiosos. Lote de textos (o viñetas) que originalmente integrara una sección, a fines de los años 90, en una de nuestras clásicas revistas de la Casa Editora Abril y,  un buen día, lo compilatorio trastocó en prueba lo que, con el tiempo, sería un éxito editorial.

Nadie, o pocos, en un inicio sabían quién era el autor de ciertas anónimas líneas tan «sonoras» para la vida. El propósito era un mensaje ameno desde un cuerpo textual: y la estrategia surtió efecto. Y gustó como libro. ¿Es o no un clásico de Abril?

En un peldaño similar, de simpatías y posibilidades expresivas en los órdenes textuales y de la visualidad, hay dos grandes conjuntos, de los cuales Jorge Oliver, como artista, fue un pionero.

Nos referimos a las aventuras del Capitán Plin, compendiadas a través del volumen El libro de la Isla del Coco —aunque cuenta con tres partes—, como opción de promoción para la ilustración, la historieta, lo humorístico, la narración escrita también con sentido y autonomía en el reino de un autor ¿enteramente visual?

Guionista y dibujante, pero sobre todo como lo segundo, Oliver demostraría un efectivo binomio: junto al talento poético-expresivo de un Alexis Díaz-Pimienta para niños (y no tan niños), desde una maravilla para nuestra sensibilidad como lectores: los varios libros de Chamaquili, un personaje que, desde los versos, cautiva con sus preguntas y análisis.

Oliver fue el creador de toda esa galaxia —espacios arquitectónicos, amigos, mascotas, el día a día…—, que es, sin duda, un suceso para nuestra cultura. Imagen y poesía en equilibrio. Lo poético como realce para leer las ilustraciones (y viceversa).

Esto sirve de guiño también para pensar hasta en Elpidio Valdés y las ilusorias novelas que Juan Padrón entregaría de sus vampiros en la Casa Editora. Otros dos libros maravillosos que retratan al humorista y cubano Padroncito: su vieja firma artística….

Lo «infantil» es apenas una etapa, pues las narrativas —textual y visual— han primado en cada producción. La literatura fantástica y de terror ha tenido un epicentro clave en la visión editorial de un creador y promotor como Rafael Grillo, alma de tres compilaciones en tales horizontes.

Pensar en los libros producidos en la Editora Abril es tener la mirada fija en etapas varias para los premios Calendario: diminutos libros con tamaño suficiente en los horizontes de la creación de (no) ficción. Libros luminosos para la poesía, la ensayística, lo narrativo, lo infantil. Conjunción de saberes creativos de jóvenes premiados por un jurado de prestigio, los cuales no pocas veces se han estrenado como autores desde esa colección en alianza-hermandad con la Asociación Hermanos Saíz.

En la Casa Editora Abril han publicado autores de prestigio. Han estado guiados por la sensibilidad de editores, diseñadores, correctores, ilustradores. Surgen así experiencias y recuerdos. Están los libros, testigos de una literatura y de mundos testimoniales o de ficción, con análisis y aportes. Desde los años 80 recordamos volúmenes emblemáticos.

En los agudos años 90, Abril tuvo opciones y variantes ante la falta de papel: hubo resultados. En ese lapso, o tránsito, paulatinamente la era digital comenzaba a taladrar, con persistencia, las sensibilidades de hacer, componer, interactuar… con los nuevos productos que debían circular en forma de libro.

Hoy sería fácil mencionar a Ciro Bianchi Ross, Enrique Cirules, Rafael Acosta de Arriba, Marta Rojas, Miguel Barnet, Luis García Pascual, Jorge R. Bermúdez, Rolando Pérez Betancourt, Vicente González Castro, Ulises Rodríguez Febles, Atilio Caballero, Caridad Atencio, Elvia Rosa Castro, Víctor Hugo Pérez Gallo, Diana Castaños, Elaine Vilar Madruga, Maikel José Rodríguez Calviño, Enrique Ubieta Gómez, Víctor Fowler, Amaury Pérez Vidal, Félix Julio Alfonso López, Cintio Vitier, Eduardo del Llano…

Ellos, y otros muchos más, tuvieron —han tenido y tienen— algún tipo de nexo con la dinámica editorial de Abril. No por gusto la enumeración anterior comienza con Ciro Bianchi: autor de varios libros por Ediciones Abril, entre los cuales destaca Palabras rencontradas, exquisita colección de entrevistas.

Hay títulos recientes que comienzan a ser «devorados». Quizá sea el caso del increíble Mamá «Cuentalotodo», de la periodista Liudmila Peña
Herrera. Ejemplo de la cocreación entre ella y su hijo, pero también entre las disciplinas de la edición, la ilustración y de
Liudmila como apasionada de la palabra limpia y precisa.

Mamá «cuentalotodo» es uno de los títulos recientes de la Casa Editora Abril.

José Martí ha tenido instantes decisivos en muchas páginas de revistas y libros de la Casa Editora Abril. Recordamos un bello monográfico sobre el Maestro desde un viejo número de la revista Zunzún, la emblemática edición facsimilar del mensuario La Edad de Oro en el contexto de su centenario en 1989 —más recientemente ha sido retomado, y superado, aquel proyecto de evocación que espera de su instante de recirculación editorial—, una edición facsímil del poemario Versos sencillos, la impactante edición crítica de los diarios de campaña de Martí.

En definitiva, hay libros, y algo más, de la Casa Editora Abril, y de sus Ediciones Abril, que deben pasar —necesariamente— por el corazón de los ojos: de un aquello en letras (y algo más) que, incluso, se (des)teje, con pasión y prudencia precisa, desde su Departamento del Libro hace unos cuantos años ya, antes del bullir de una imprenta

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