Con esa dignidad en alto, ambas continuaron la lucha y luego de su reclusión durante siete meses en la cárcel de mujeres de Guanajay fue trascendental su aporte en la edición del Alegato de defensa de Fidel y su posterior distribución. Autor: Archivo Publicado: 28/07/2025 | 01:29 pm
La historia las unió en los preparativos del Moncada, donde mostraron la entereza y el valor de la mujer cubana, como reconociera Fidel en su alegato de defensa La Historia me absolverá, pero la fecha del 28 de julio marcaría por siempre sus vidas. Ese día, de 1921, nació en Cruces, al centro del país, Melba Hernández Rodríguez del Rey. Coincidentemente, en 1980, dejaba de existir Haydée Santamaría Cuadrado.
Narra la reconocida periodista Marta Rojas que, en la madrugada del asalto a la segunda fortaleza militar del país, Melba y Haydee, quienes fungían como enfermeras, salieron de la granjita Siboney acompañadas por el doctor Mario Muñoz Monroy, los únicos tres combatientes desarmados. Junto a ellos iba también una veintena de jóvenes bajo el mando de Abel Santamaría, segundo jefe del Movimiento, para ocupar el Hospital Civil Saturnino Lora y evitar que la soldadesca del Moncada lo pudiera hacer.
Aquel hecho, del que acabamos de celebrar su aniversario 72, las inmortalizó ante los cubanos y cubanas dignos, que ven ellas la encarnación de la valentía y el sacrificio.
«Fallido el plan de asalto por sorpresa, cuenta Marta Rojas, la soldadesca del Moncada se trasladó al Saturnino Lora, situado enfrente de la fortaleza.
«En el ínterin, Haydée y Melba, con auxilio de varias enfermeras, instaron a Abel –que decidió disparar contra el Moncada, para darle tiempo a la retirada de Fidel y los demás compañeros– a que todos se vistieran de enfermos y ocuparan camas de diferentes salas. OP era la sala de Oftalmología. Ellas recurrieron a la sala de Niños».
Haydeé perdió en el Moncada a su hermano Abel, al que torturaron y extirparon sus ojos para que hablara y delatara a los suyos; al mostrárselo a ella, con el alma desgarrada también guardó silencio.
Así recordaba Melba aquellas horas aciagas junto a Yeyé: «Después, cuando nos bajaron a los sótanos del cuartel Moncada, nuestras esperanzas acabaron ahí. Íbamos cogidas de las manos, empujadas por los guardias que nos llevaban, y pasábamos por los calabozos mirando para ver a quiénes estaban allí, buscando a los compañeros y seres queridos, y cuando abrimos nuestras manos estábamos a punto de sangrar, con las uñas como garfios, enterradas. No vimos ni a Fidel, ni a Abel, ni a Boris. Pero los que estaban allí en los calabozos, estaban destrozados, caídos, sangrando… Y Haydée y yo como témpanos de hielo, duras como mármol, frías… Pero los muchachos y nosotras mantuvimos una dignidad que desmoralizaba y exasperaba a los esbirros aquellos».
Luego del triunfo del Primero de Enero, ambas heroínas cumplieron importantes misiones en defensa de la Revolución. Foto: Archivo.
Con esa dignidad en alto, ambas continuaron la lucha y luego de su reclusión durante siete meses en la cárcel de mujeres de Guanajay fue trascendental su aporte en la edición del Alegato de defensa de Fidel y su posterior distribución. «Ellas lograron, en medio de esa situación tan hostil, imprimir clandestinamente, en una pequeña imprenta de la calle Lombillo, cerca de Ayesterán, 10 000 ejemplares que se distribuyeron, bajo su dirección, en todo el país, con el concurso de un grupo mínimo de jóvenes», relata Marta Rojas.
Posteriormente, Melba se unió a Fidel en el exilio en México para preparar la expedición del Granma, mientras Haydée se integraba a la lucha clandestina en Santiago de Cuba, bajo el mando de Frank y Vilma. Posteriormente, las dos se incorporaron a la lucha guerrillera.
Luego del triunfo del Primero de Enero, ambas heroínas cumplieron importantes misiones en defensa de la Revolución, ya fuese en el campo diplomático, como lo avala el desempeño de Melba en Vietnam o Camboya; o en el terreno de la cultura, cuya expresión más clara es la Casa de Las Américas, cuando hablamos de Haydeé.
Nuestro pueblo reconoce en estas dos valerosas mujeres el ejemplo en el que se inspiran millones de cubanas para afrontar los gigantescos desafíos de hoy, con la entereza y ternura que ellas supieron cultivar en el alma de la patria.