Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Aquella tarde  de Fidel en la ONU

Inmenso con su estatura moral subió el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz —por primera vez—, al podio de las Naciones Unidas hace hoy 65 años. Desde allí proclamó el derecho de la Revolución Cubana a existir, y de los pueblos del sur a luchar por la autodeterminación frente al poder del imperio

Autor:

Raciel Guanche Ledesma

AÚN en la prensa de la época se puede leer acerca de la expectación del momento y lo significativa que resultó aquella fecha en Nueva York, cuando un joven desdibujó, con su desafuero, las voces complacientes de antaño. Era 26 de septiembre de 1960 y, en cuestión de minutos, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, hablaría por primera ocasión en el icónico estrado de las Naciones Unidas.

A las dos y 40 minutos de la tarde —aquel lunes—, con su uniforme guerrillero todavía impregnado del olor de la Sierra, el barbudo rebelde arribaba a la entrada principal del edificio de la ONU. Todas las miradas se volteaban sobre su figura imponente, inmensa. Él encarnaba la sensación más dulce y justa de la Revolución Cubana, pero también la lucha de un hemisferio por despojarse —al fin—, del yugo imperial. 

Cuentan que cuando le correspondió su turno para la oratoria, Fidel se puso de pie de inmediato y, con pasos largos y firmes, se dirigió al podio. Antes de comenzar su extenso e histórico discurso, toma dos sorbos de agua, y con las primeras frases frente a un auditorio repleto de Jefes de Estado y representantes de todas las naciones que aguardaron para escucharlo, el Líder de una Isla hasta entonces intrascendente para el mundo cambia el juego de los discursos «tradicionales».

Fidel augura una intervención breve, pero la necesidad de delinear con sus palabras la verdad de Cuba, su Revolución y los pueblos en lucha, supera sus expectativas. «Eso sí, nosotros vamos a hablar claro», aseguraba el joven Líder en las Naciones Unidas, mientras Nueva York observa desde su centro lujoso —paradójicamente—, a un hombre que acusa en directo a las mafias capitalistas, y habla de justicia y repartir riquezas cuando la estela del coloniaje todavía recorre a tantos pueblos del sur.

El entonces Primer Ministro cubano abrió su excepcional discurso haciendo alusión a la descortesía sufrida en tierras neoyorquinas, cuando fue expulsado de un hotel en plena Gran Manzana. 

¡Cómo no recordar luego de ese suceso el gesto del barrio negro de Harlem que le abrió los brazos al Líder para que se hospedara en el Hotel Theresa! Y así lo hizo saber en cuanto subió al podio y acomodó los micrófonos. Desde ese primer hecho, pasando por un recuento histórico de la realidad cubana, sus razones de lucha, hasta la deuda impagable de los países pobres y explotados, habló entre aplausos el ya legendario rebelde. 

No era un efímero revolucionario más haciendo uso de la palabra en aquella sala ¡No! Aunque el Gobierno estadounidense pensara lo contrario, y augurara que las «ideas de Castro serían pasajeras y fáciles de matar», la historia demostró que se equivocaron con creces. 

Aquel suceso en la ONU dibujó para siempre la política y postura de la Revolución. «Algunos querían conocer cuál era la línea de nuestro Gobierno en Cuba.  Pues bien, ¡esta es nuestra línea!». Así, convincente como fue, cerraba Fidel ovacionado la tarde en la ONU.

Jamás se escucharía allí —entre mármoles verdes—, un cómodo discurso con las élites por parte de esta Isla. Desde ese entonces, jamás Cuba subió al estrado para darles voz a los monopolios ni a la sombra capitalista que justifica y camufla los crímenes de guerra con «la buena voluntad». Desde entonces, Fidel nos sigue convocando a la batalla por una humanidad mucho más humana y justa.

Voz firme e intensa

Fragmentos del discurso de Fidel en la ONU de 1960 

«No nos da vergüenza tener que proclamarlo, porque frente a esa vergüenza está el orgullo de poder decir, ¡que hoy ninguna embajada gobierna nuestro pueblo, que a nuestro pueblo lo gobierna el pueblo!»

«Después de todo, aunque algunos compañeros de América Latina crean que su deber es ser discretos aquí, ¡bienvenida sea una Revolución como la Revolución Cubana, que al menos ha hecho preocuparse a los monopolios de devolver, aunque sea una parte pequeña de lo que han estado sustrayendo de los recursos naturales y del sudor de los pueblos de América Latina!»

«Las guerras, desde el principio de la humanidad, han surgido, fundamentalmente, por una razón:  el deseo de unos de despojar a otros de sus riquezas.  ¡desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra!»

«Nuestro pueblo que ha aprendido en esta escuela de los últimos acontecimientos internacionales, sabe que a última hora, cuando su derecho ha sido negado, cuando sobre él se enciman las fuerzas agresivas, le queda el recurso supremo y el recurso heroico de resistir».

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