Fidel pronunciando el discurso inagural de los CDR el 28 de septiembre de 1960. Autor: Archivo de JR Publicado: 27/09/2025 | 11:46 pm
En el lapso de pocos minutos estallaron cuatro bombas terroristas en aquella noche de pólvora y tensiones, y así surgió la idea… relataría Fidel muchas veces años después.
Eran tiempos difíciles. La Revolución, con su carga luminosa y transformadora, enfrentaba desde los primeros pasos la fuerza retardataria de un poderoso enemigo, y aún no contaba con la fortaleza de un pueblo unido, organizado.
«Las organizaciones revolucionarias marchaban hacia su integración definitiva, pero todavía no teníamos un Partido (…) El movimiento obrero apenas acababa de organizarse, los campesinos se organizaban, las mujeres se organizaban, los estudiantes se organizaban (…) Y en aquellas circunstancias nos enfrentábamos a grandes dificultades, a una lucha abierta contra el imperialismo y contra los enemigos (…)», explicaba al evocar los inicios.
Así, empujados por la sagacidad de un líder convencido de la fortaleza invencible del apoyo de las masas, y como un hecho sin precedentes, el 28 de septiembre de 1960 surgieron los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la más masiva de las organizaciones cubanas, que desde entonces pone rostro a la Revolución desde el barrio.
En vibrante discurso frente a la terraza norte del antiguo Palacio Presidencial (actual Museo de la Revolución), su fundador, el entonces primer ministro Fidel Castro Ruz, ante casi un millón de personas que acudieron a darle la bienvenida tras su participación en el 15to. Período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU (en Nueva York), propuso crear una organización destinada a defender al pueblo.
«Vamos a establecer un sistema de vigilancia colectiva (…), para que el pueblo vigile, (…) y para que vean que cuando la masa del pueblo se organiza, no hay imperialista, ni vendido a los imperialistas, ni instrumento de los imperialistas que pueda moverse…», enfatizó Fidel con la pasión del forjador, y desató los hilos de un movimiento extraordinario, nacido entre el fragor de la amenaza y la lucha por la supervivencia, que hasta hoy es baluarte y sostén de la resistencia y participación popular cubanas.
«(…) Que en el barrio vean al Comité de Defensa como una organización que es amiga, como una organización revolucionaria que está dispuesta a ayudar», explicaría aquella noche, y esa máxima definiría las esencias.
Más allá del combate
«(…) Yo tuve que ver con la fundación (…) Eso es cierto, pero ni yo ni nadie imaginaba realmente la clase de organización que estábamos creando. (…) El principio sí lo comprendíamos, el principio esencial (…) de apoyarse en el pueblo, de organizar al pueblo, como elementos básicos de una lucha revolucionaria (…) Apoyarse en las masas fue siempre un axioma de la estrategia revolucionaria», solía recalcar; pero a pesar de las poderosas organizaciones de masas que exhibe el proceso cubano, insistía en que nuestro sistema revolucionario habría estado incompleto sin los CDR.
«Llenaron un enorme vacío, un vacío que no podían llenar las demás organizaciones de masas (…) Porque el ciudadano no solo es obrero o la ciudadana no solo es mujer, el estudiante no es solo estudiante ni el campesino es solo campesino, sino que viven en la comunidad, actúan en la comunidad, perciben los problemas, luchan todos en el seno de la comunidad. Hay mujeres que son amas de casa, personas que se jubilaron (…) Sin los Comités, toda esa enorme masa no se habría podido organizar en su conjunto», explicaba con la vehemencia acostumbrada, y situaba más allá del combate los valores de la sui géneris agrupación.
«Lo extraordinario de este movimiento, de esta tremenda fuerza de masas organizada, es que a lo largo de su lucha demostró infinitas posibilidades que iban más allá del mero combate frente a la contrarrevolución», acostumbraba a precisar.
Instrumento, tradición, familia
A solo unos meses de fundados, y con la colaboración del pueblo, se identificó el potencial contrarrevolucionario, y los terroristas organizados y financiados por la CIA no pudieron en lo adelante moverse impunemente. Numerosos planes de asesinato contra el Líder histórico de la Revolución fueron neutralizados, y desde entonces no ha habido un solo suceso en el que no hayan asumido un rol protagónico.
A lo largo de estos 65 años los CDR crecieron al calor de los constantes desafíos y las tenaces batallas de un
pueblo en Revolución. En los más disímiles contextos y bajo no pocas amenazas han sabido ser instrumento, tradición, familia, como el propio Fidel los definiera.
«(…) Han demostrado que no solo eran un instrumento eficaz para combatir al enemigo contrarrevolucionario, sino en prácticamente todos los frentes de la Revolución», admitía convencido.
«Para el Partido, los Comités de Defensa de la Revolución constituyen un auxiliar de primer orden, valiosísimo, insustituible (…) Sin ellos, (…) nuestro Partido no podría ser un Partido de selección; tendría que ser un Partido de masas y dejaría de ser realmente una vanguardia», acotaba.
En fecha tan temprana como 1967, Fidel destacaba el papel de la organización como enlace entre las masas y las instituciones de poder revolucionario, y les instaba a desarrollar mecanismos nuevos, formas genuinamente eficientes de democracia.
Diez años después, durante la clausura del 1er. Congreso cederista, en septiembre de 1977, les decía: «(…) Ya los Comités van constituyendo incluso una tradición familiar, ya existe la familia cederista; es cederista el bisabuelo, el abuelo, el hijo, el nieto, y el pionero está esperando crecer para que lo ingresen también (…) Ya los Comités se han convertido en una tradición en el seno de nuestro pueblo. Y ese es un valor muy importante, porque se va trasmitiendo a las nuevas generaciones la conciencia, la moral, el espíritu de la Revolución», valoraba.
«Si de repente no se contara con los Comités de Defensa de la Revolución, (…) ¡cuántas tareas hoy fundamentales dejarían de realizarse en todos los órdenes, en todos los sentidos!», resaltaba.
Durante sus numerosos discursos e intervenciones en momentos trascendentes, reconoció el papel vital de los CDR, pues «(…) además de actuar y de vigilar, los Comités de Defensa han descubierto la virtud de esta organización para realizar un esfuerzo creador que se va más allá de sus objetivos iniciales», explicaría orgulloso.
«En el campo de la salud pública, la participación de los Comités en la lucha para prevenir enfermedades, en las campañas contra la poliomielitis, en las donaciones de sangre, tienen un incalculable valor.
«(…) Han trabajado mucho en la educación del pueblo, en la divulgación de las ideas revolucionarias, ejerciendo una propaganda muy efectiva, (…) han trabajado también en la investigación y la divulgación de la historia de nuestro país, a través de miles de ponencias».
Historia nueva
Con la sabiduría y el magisterio del padre que siempre acompañó durante los primeros 50 años de historia de la organización, y asistió a las 27 conmemoraciones y eventos que se efectuaron en ese período, entre ellas seis congresos, les expresó: «¿Y acaso podríamos decir que se han agotado las posibilidades de esta organización?, (…) ¿podríamos decir que los Comités de Defensa han dado de sí ya todo lo que es capaz potencialmente esta organización? ¡No! (…) la vida demuestra nuevas (…) e insospechadas posibilidades».
«(…) La historia de nuestra gloriosa Revolución no se podría escribir sin la historia de los CDR. Pero nuestros CDR, al igual que nuestro Partido y todas nuestras organizaciones de masas, saben que la historia se tiene que seguir escribiendo, y en condiciones difíciles», expresó en el 3er. Congreso, en septiembre de 1986.
Un claro mensaje de futuro enviaba durante la clausura del 4to. Congreso, en 1993. En esa ocasión dijo: «En septiembre de 1960 se crearon (…); en 1961 tuvimos Girón y en 1962 la Crisis de Octubre (…) Pero estos tiempos son mucho más difíciles, tenemos que estar conscientes de eso; se requiere un esfuerzo mayor, (…) se requiere un heroísmo mayor, una inteligencia mayor, se requiere una organización más eficiente, una moral más alta, una lucha más tenaz, para preservar la patria (…)», aseveró, y el eco de sus palabras es hoy un desafío.
Por eso, profundizar en su pensamiento, en las ideas y concepciones que definió para una organización que está también llamada a reinventarse con los tiempos y a sumar el ímpetu de los nuevos, deviene brújula y necesidad.
Y como en aquel acto al fragor de los petardos el 28 de septiembre de 1960, la visión de Fidel sigue marcando el camino de una organización que, a 65 años de su nacimiento, tiene el alto reto de atemperar su papel a las complejidades actuales y continuar fiel al legado de su fundador.
Referencias:
- Cubadebate y sitio web Fidel Soldado de las Ideas.
- Discursos de Fidel sobre los CDR.
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