Decidimos construir esta pirámide para abogar por la unidad, reafirmar la importancia de la familia, asegura Rubier. Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 23/12/2025 | 12:07 am
MATANZAS.— Han trascurrido varios meses desde que su pirámide de cantos de piedras calizas, obra titulada Casa, fuera semidestruida, en el corazón de la Plaza de la Vigía; sin embargo el joven artista visual y arquitecto Rubier Bernabeu García se muestra aún compungido, porque, más allá del significado de una obra artística, en su destrucción quedan al desnudo los valores, la conciencia y educación de una sociedad.
—¿Cómo recibiste la noticia de su destrucción?
—Yo todos los días pasaba cerca de la pirámide y veía a la gente tirándole fotos, disfrutaba de eso. Un día tempranito por la mañana voy caminando, y cuando miro y veo la pirámide deteriorada, eso me partió el corazón.
«Incluso, la pirámide central, que era perfecta, la de arriba, yo le tenía símbolos dibujados por los cuatro lados, que se identificaban mucho conmigo, ya eso era algo más espiritual de mis sentidos; esa la tiraron para abajo. Al preguntar a los custodios me dijeron que vieron a unos muchachos subidos encima de la pirámide de madrugada. Me pregunto, qué gracia da destruir algo así, de la nada. Para qué quieres romper algo. No le veo lógica.
«Muchas personas me dicen que el arte urbano es para que el público interactúe, y yo les digo que eso no es así, que en el arte urbano se informa lo que se puede hacer, depende de la intención del artista. Creo que las personas tienen que mantener una conducta, reducarse. Es muy triste que pase esto en el medio de la ciudad y no se diga nada».
—¿Cómo te sentiste?
—Me causa dolor cuando veo estas cosas, porque uno construye la obra con amor, para que el público la recuerde siempre. A veces digo: voy a
rearmarla para revitalizar la energía, insistir, porque aunque pasen situaciones como esta uno no puede perder las ganas, ese es el único mensaje, seguir intentando, seguir intentando…, como cuando te caes y tienes que volver a levantarte. Esa obra urbana la hice para la ciudad. Muchas personas escribieron símbolos o rayaban las pirámides, y valoré si los quitaba o viraba las pirámides, pero decidí dejarlas así.
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Bernabeu García asegura a Juventud Rebelde que «con el proyecto Casa, desde la pasada Bienal de La Habana, queríamos purificar a toda la ciudad luego de lo sucedido con la pandemia de la COVID-19, que fueron momentos de tanta tensión y aislamiento.
«En aquella época pensamos en tres pirámides, una para el hospital provincial Faustino Pérez, otra para el hospital pediátrico Eliseo Noel Caamaño y esta para emplazarla en el centro de la ciudad. Por problemas con los presupuestos no se llevó a cabo ese proyecto, pero este año decidimos levantar una más económica, con una obra vinculada al tema de la purificación, porque pensamos que nuestras creaciones se basan en el contexto actual.
«Por eso decidimos construir esta pirámide, Casa, para abogar por la unidad, reafirmar la importancia de la familia, vinculada con temas como la inmigración, la separación, porque la casa no es perfecta. Optamos por levantar una pirámide compuesta por numerosas pirámides más pequeñas.
«Queríamos esta intervención urbana en un espacio público, que las personas pudieran ver todo el proceso y que apreciaran el concepto de la casa a través de pirámides, que cada una pudiera ser una casa y unidas
—entre todas— conformaran una gran casa, como si fuera la ciudad, el espacio de todos, porque la casa no es solo al atravesar una puerta, sino donde todos convivimos.
«En total se hicieron 316 pirámides con bastante esfuerzo, porque fuimos a la cantera cerca del poblado de Guanábana. Era una utopía, no sabíamos si podríamos. Constantemente mirábamos en la computadora los modelos y el tamaño.
«La transportación fue un reto, porque el camión iba por un borde peligroso de la cantera. Todo había que hacerlo con cuidado para no dañar las puntas de las piezas. Fueron cuatro viajes en camión, aunque al principio —por la inexperiencia— se dañaron algunas.
«Al depositarlas en la Plaza de la Vigía, nos dimos cuenta de que la obra tendría dos variantes: la primera en forma de tapiz frente al teatro Sauto. Lo más
importante era que las personas vieran el proceso de construcción de la pirámide, que tiene cálculos matemáticos según la cantidad. Las colocamos tratando de que la orientación y el ángulo quedaran hacia la calle Medio.
«No hay nada similar en el mundo como obra, es arte contemporáneo, refiriéndose al concepto que la casa no es perfecta ni la familia tampoco. Aunque todos no estemos de acuerdo en algunos puntos de vista, lo importante es que exista la unidad», subraya el Máster en Preservación y Gestión del Patrimonio Cultural graduado de la Universidad de La Habana.
—¿Te impresionó la aceptación del público?
—Además de ser arquitecto, siempre tuve inclinación por las artes visuales, y como ya tuvimos intervenciones en el paseo cultural Narváez con la obra Contrahuella, colocación de 11 escaleras monumentales de madera, por tanto, queríamos hacer una obra para emplazarla en los hospitales, sitio que necesita de mucho arte motivacional.
«La Plaza de la Vigía para mí es el espacio más sagrado de la provincia, junto al Sauto, por eso cuando nos dijeron que se podía colocar ahí nos pusimos felices. Las personas se tiran fotos, a los niños les ha causado asombro e interés. La obra está llena de símbolos que hice de manera intencional relacionados con el tema de la astrología».
—¿Si tuvieras la oportunidad de hablar con los tres jóvenes que destruyeron la pirámide? ¿Qué les dirías?
—Les diría, ¿qué ganaron? Miren su edad, son el futuro. Porque yo fui joven igual y nunca hice esas cosas, nunca destruí nada. Romper algo para qué. Lo veo como una conducta de ira, como alguien que quiere resaltar. Como sociedad siempre nos debemos mirar por dentro: ¿por qué destruir lo que sana y nos hace bien? Esa debe ser la interrogante a responder.
—¿Debieron delimitar la obra con una cerca perimetral?
—En ningún lugar del mundo se restringe una obra de arte; hay que dejarla para que el público la aprecie de cerca. Y si pasa lo que pasó ahora, para eso es el arte, sin embargo, te dice qué está pasando en la sociedad. Veo un problema cultural en la interpretación del arte contemporáneo.

¿Por qué destruir lo que sana y nos hace bien? Foto: Cortesía del entrevistado
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