En una relación adúltera: ¿son siempre las féminas las engañadas? ¿Qué motivaciones o estímulos pueden conducirlas a la infidelidad? ¿El engaño como acto volitivo ocasiona, necesariamente, a quien lo practica, remordimientos y culpas?
No pretendo, en modo alguno, exponer un análisis del adulterio como fenómeno social. Solo propongo un acercamiento al tema de la infidelidad abordado en la cuentística desde una perspectiva femenina; esta vez 5 escritoras cubanas cuyos textos han sido compilados por Marilyn Bobes en Cuentos infieles (Ediciones Unión, 2006), se expresan sobre el asunto.
Se construyen y presentan en este volumen historias, en su mayoría ambientadas en la Cuba actual y caracterizadas por el empleo de diferentes rasgos estilístico-formales, lo cual aporta riqueza y variedad a la obra.
Las musas inquietantes, de Gina Picart, desarrolla su acción en el plano de la alta cultura, donde la infidelidad cobra vida en un mundo de poetas, pintores y personajes reales y ficticios pertenecientes a la tradición artístico-literaria occidental, como Dante, Francesca, Byron, Juana de Arco, Rafael, Circe y Desdémona.
Versión original, de Mirta Yáñez, resulta sumamente ingenioso y singular. Construido a partir de una noticia en apariencia insignificante (la muerte del último descendiente bastardo de
la familia Bardi en Florencia) establece desde sus primeras líneas relaciones intertextuales con la Divina Comedia y logra estremecer los siglos de recepción que, hasta hoy, ha tenido la célebre obra de Dante. Según el narrador, el descubrimiento del manuscrito original de los versos ha develado que, en la versión primera, se condenaba el amor de Paolo y Francesco, y fue el propio autor quien luego hizo de este un personaje femenino.
Como si no bastara el efecto de conmoción que esta novedad provoca, la voz narradora incluye una serie de interrogantes que obligan al lector a cuestionarse y replantearse la historia de la literatura y hasta de la propia cultura occidental, en lo que deviene un intenso juego de pensamiento e imaginación: Yánez crea una ficción y, a través de ella, el lector con competencia literaria atribuye infinidad de causas al acto correctivo de Dante e imagina los posibles derroteros de la literatura de este hemisferio de haber sido dos hombres los famosos amantes del texto.
En los relatos, de modo general, la mujer puede practicar el adulterio (Mimusa, de Anna Lidia Vega) o sufrirlo (Tiempo de rosas, de Adelaida Fernández); puede ser infiel en un espacio imaginario, a modo de escape y liberación del asfixiante orden de la cotidianidad (Como si ya supiera, de Esther Díaz) o hallar en el engaño la evasión segura ante tantas responsabilidades y artificios mágicos para salvar, cada mes, la economía doméstica (Infiel, de Mylene Fernández). El adulterio funge unas veces como pretexto para la reflexión sobre literatura y filosofía (La maestra y Margarito, de Susana Haug) y, en otras ocasiones, constituye el prisma a través del cual se observan, con visión crítica, aristas de la sociedad cubana actual (La paja en el ojo ajeno, de Nancy Alonso; y Ronda en el malecón, de María Elena Llana).
Diversidad de enfoques e interpretaciones del tema implican también diversidad de recursos y estructuras. Así, se distinguen en estos cuentos, narradores omniscientes, equiscientes y voces ambiguas que, por haber sufrido la infidelidad y padecer aún su huella traumática, han olvidado o confundido los hechos y, como consecuencia, ponen en duda lo narrado. Se emplean, además, el monólogo interior, la intertextualidad, la ironía, el humor, el simbolismo y los saltos temporales.
Cuentos infieles es un ejemplo de la mirada desprejuiciada que ha caracterizado, en los últimos 20 años, el tratamiento del amor y el sexo en la narrativa cubana hecha por féminas.