La música clásica contemporánea ha encontrado en Yalil Guerra a uno de sus creadores más versátiles y comprometidos Autor: Juventud Rebelde Publicado: 02/12/2025 | 11:24 pm
La música clásica contemporánea, con sus fronteras cada vez más permeables, ha encontrado en Yalil Guerra a uno de sus creadores más versátiles y comprometidos. Nacido en La Habana en 1973, formado en las rigurosas aulas del Instituto Superior de Arte, y con una trayectoria que abarca desde el clasicismo más puro hasta las bandas sonoras cinematográficas, Guerra logra unir culturas, épocas y sensibilidades. Su más reciente entrega, Génesis, no solo marca su debut oficial como director de orquesta, sino que simboliza un momento culminante en una vida dedicada a la creación y la reinvención.
La biografía de Yalil Guerra es, en sí misma, una partitura de viajes y encuentros. Desde sus primeros éxitos como guitarrista en concursos internacionales siendo aún un adolescente, hasta su liderazgo en la National Composers Association USA, Guerra ha cultivado una identidad artística que se nutre de sus raíces cubanas, su formación europea y su desarrollo en el ecosistema cultural estadounidense. Esta tríada vital se refleja nítidamente en su obra: es el autor de la conmovedora pieza coral ¿Dónde está mi negro bembón?, pero también reinterpreta Adagio for Strings, de Samuel Barber, incluida en este álbum. Es un compositor que gana un Latin Grammy con Seducción y, al mismo tiempo, funda una orquesta de cuerdas con la misión de fusionar tradición y vanguardia.
Génesis, grabado en vivo durante dos conciertos con su recién creada Guerra String Orchestra, es un acto de afirmación artística. Al elegir dirigir obras de Bach, Mendelssohn, Grieg, Barber y del cubanoamericano Aurelio de la Vega, junto a una composición propia, Guerra traza un mapa de influencias que va del barroco al siglo XX, con una parada esencial en la creación iberoamericana.
El gesto de incluir a Aurelio de la Vega —compositor de profunda raigambre vanguardista y una figura quizá no tan divulgada en los circuitos musicales— es significativo, habla de un compromiso con la memoria y con la diversificación. Guerra utiliza su plataforma para amplificar «voces subrepresentadas», un acto de justicia poética y de educación auditiva.
Uno de los momentos más destacados del álbum es, precisamente, la composición original de Guerra.
En obras anteriores como Suite cubana o La Palma Real, ya había explorado la interacción entre las formas clásicas y los ritmos o sensibilidades de la Isla. Ahora, al frente de su propia orquesta, tiene la libertad de crear ese diálogo con mayor precisión y audacia.
La Guerra String Orchestra se presenta así como un laboratorio sonoro. La elección de un formato de cuerdas puras permite explorar la profundidad expresiva y la versatilidad tímbrica de este grupo.
Génesis es la culminación de décadas de aprendizaje, pero también la semilla de algo nuevo. Es el resultado de un músico que, habiendo dominado la guitarra, la composición, la producción y el arreglo, decide asumir la batuta para dar forma colectiva a su universo sonoro.
Yalil Guerra, en el fondo, es un rebelde con causa musical. Se rebeló contra los géneros estancos, moviéndose entre lo popular, lo clásico y lo incidental. Y ahora, con Génesis, se rebela contra la idea del director de orquesta como simple reproductor de un repertorio consagrado.
Génesis es un acto de fe en el poder transformador de la música de cuerdas y un recordatorio de que la cultura cubana, en sus múltiples expresiones, sigue siendo un manantial inagotable de creatividad.
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