Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Una Carmen para el brindis

En medio de la Semana de la cultura camagüeyana la escena brillará también con la obra Dos gardenias

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

«Desde el principio Cuba despertó en mí una sensibilidad hacia la cultura que ni yo mismo imaginaba», le confesó el suizo Mark Kuster a Juventud Rebelde cuando el diario quiso indagar cómo el Ballet de Camagüey había enamorado al prestigioso coreógrafo Peter Breuer, director del Ballet de Salzburgo, para lograr que le obsequiara a la compañía agramontina su aplaudida versión de Carmen.

«Mark Kuster tuvo mucha “culpa” en ello», le esclareció sonriente al periódico la maître Regina Balaguer al anunciarle que justamente esa Carmen con la cual Breuer recibió el premio Maya Plissetskaya en 2005, volverá a subir a la escena del recién remozado Teatro Avellaneda este 2 de febrero (8:30 p.m.), aunque esta noche será la primera función con la cual el Ballet de Camagüey (BC) comienza las celebraciones por su aniversario 50. «Este es un año que queremos sea recordado por mucho tiempo, porque se lo merece la compañía (su fundación ocurrió en diciembre) y porque se lo merece la cultura cubana», enfatizó Regina.

Y aunque en medio de la Semana de la cultura camagüeyana la escena brillará también con la obra Dos gardenias, los seguidores del colectivo danzario que creara Vicentina de la Torre aguardan con ansiedad la reposición de Carmen, «que hemos puesto en cartelera porque tampoco queremos pasar por alto los 503 años de la ciudad ni los 167 del Teatro Principal, que ha sido nuestra sede durante casi medio siglo».

Obra del destino

Estrenada en Cuba, específicamente en la tierra de los tinajones en diciembre de 2016, la Carmen de Peter Breuer regresa con Sarah de Miranda (Carmen), Yanny García (Don José) y Jonathan Pérez (Escamillo) en los roles estelares. Pero, ¿cómo se materializó un proyecto que a muchos les lucía una quimera? Está convencido Mark Kuster, fundador y representante de la ONG Camaquito, de que es una obra del destino, tan cercana al territorio por su apoyo a proyectos sociales de alta significación —sobre todo relacionados con la infancia.

Cuenta Mark que la puesta de una obra de esta envergadura era un largo sueño acariciado por él, quien llegó por casualidad —solo guiado por la curiosidad del turista que pisa suelo cubano sin conocerlo y quiere descubrirlo todo— a la sede del BC en la década del 90. «Juro que jamás me había interesado por el ballet, pero lo que vi allí me maravilló», admite este hombre que donó la primera computadora con que contó la importante institución cultural.

Así nació el vínculo de Kuster con la compañía que, como todos reconocen, tanto le debe al maestro Fernando Alonso. Y lo mejor es que por años se ha encargado de contagiar ese entusiasmo. El mismo que encontró cuando se puso en contacto con Anton Stefan. «Resulta que el fotógrafo austriaco dejó inaugurada en la galería República 289 una exposición que tenía como centro el Ballet de Camagüey. Me contó cuánto le gustaría unir a esta compañía con el Ballet de Salzburgo, cuyo director era su amigo, pero que todo se le estaba dificultado tanto... Entonces le dije: “No te preocupes, déjame eso a mí”. A partir de ese momento comenzó una relación de trabajo que no termina».

De ese modo ambos consiguieron atraer a Cuba no solo a Breuer, sino también a Cristina Uta, la bailarina que tuvo la responsabilidad de asumir por vez primera el papel protagónico de la obra. «No me caben dudas de que lo que ha sucedido con Carmen “estaba escrito”. Fíjate que el bailarín a quien le tocó estrenarlo mundialmente, Alexander Pereda, formó parte del Ballet de Camagüey, mientras que Peter tenía el anhelo de trabajar con una compañía que fuera fiel representante de la Escuela Cubana de Ballet», insiste Mark.

«No niego que entre nuestros objetivos estaba embullar a Peter, hacer que el BC lo “atrapara” (sonríe), y estoy convencido de que ya él tomó agua del tinajón. Sus palabras me reafirmaron que se sintió muy estimulado y feliz: “Yo le regalé mi Carmen al Ballet de Camagüey, pero el Ballet de Camagüey me regaló momentos inolvidables, respeto, entrega, pasión por la danza y el arte, un sentimiento, un abrazo caluroso”, me dijo ese creador que es admirado en todo el mundo».

Puras ganancias

Si en algún momento hubo dudas de si era pertinente o no sumar esta Carmen al rico repertorio que posee el BC, enseguida se esfumó. «Es que ya teníamos una versión de ese clásico realizada por Osvaldo Beiro en 1997. Después pensamos que no había razón para que entraran en contradicción: la de Beiro era de menor duración y explotaba elementos muy cubanos, mientras que la de Peter, por demás una obra de dos actos, también rompía cánones ya establecidos del ballet clásico, pero desde otra perspectiva, pues se trata de una concepción estética completamente diferente, que aborda otras aristas artísticas», explicó Regina, quien, como el resto de su equipo, se felicita por la decisión.

«Valió completamente la pena. No solo el público lo agradeció por acercarlo a una estética que no le es familiar, sino que significó un crecimiento importante para la compañía, para sus jóvenes integrantes. Es algo que ha sido posible por el apoyo incondicional de Mark Kuster y de Camaquito, que nos estuvo acompañando en todo este proceso.

Mark Kuster, fundador de Camaquito.

«Ciertamente Camaquito es reconocido aquí por su participación activa en reparaciones de escuelas, del hogar de impedidos, del Hospital Materno Ana Betancourt de Mora..., y por su impulso al desarrollo del deporte por medio del programa Fútbol en los barrios. Pero también por su apego a la cultura, lo mismo con la Asociación Hermanos Saíz que con nuestra compañía, por ejemplo.

«En nuestro caso han sido muchas las acciones: proyectos para mejorar las condiciones de vida del personal albergado, y también de trabajo de la sede, así como recursos para realizar producciones artísticas, confeccionar nuestras zapatillas, etc. En estos 15 años que cumplió Camaquito, lo sentimos como parte del colectivo, la verdad.

«Y más cuando se vive una experiencia como el montaje de Carmen, o cuando propicia que bailarines como Rosa María Rodríguez Armengol y Yanny García participen en la galas al estilo de la Internacional de Ballet en Salzburgo, como sucedió en abril pasado, a la cual también fui invitada. Este tipo de intercambio profesional nos enriquece a todos», apunta la Balaguer.

«Fue como ahora, que el intercambio trascendió el montaje de Carmen. Que Cristina y Peter impartieran clases, por ejemplo, resultó muy provechoso para los muchachos, porque si es importante trabajar con otros coreógrafos y estilos, también lo es enfrentarse a la metodología de otros maestros, para que se diversifiquen, una cualidad tan necesaria en el mundo de hoy en que deben ser camaleónicos para poder adaptarse a cualquier exigencia artística y técnica.

«El mundo cambia y nosotros no podemos quedarnos atrás. Ello, por supuesto, no equivale a olvidarse de la historia, de todo lo que ya se logró. Se trata de enriquecerlo con aquello que le aporte en calidad. Por eso soy una ferviente defensora de la Escuela Cubana de Ballet, lo que no impide que podamos nutrirnos de cosas nuevas que la engrandezcan», insiste la maestra.

Por su parte, Kuster está seguro de que lo mejor aún está por venir. «En el 2018 espero que logremos materializar otro sueño, que el Ballet de Camagüey actúe en casa. Peter Breuer nos abrió las puertas y esta Carmen “cubana” se bailará en Salzburgo, Austria, y luego estará en el teatro de Winterthur, en Suiza, la ciudad donde nací, con el acompañamiento de la Orquesta Sinfónica, algo que ni Peter pudo conseguir (sonríe con orgullo).

«Mis coterráneos, que me saben un apasionado del deporte, me preguntan por qué no paro de apoyar al BC. Y yo siempre les respondo: “Es que me pegaron el virus. Aquí aprendí que la cultura, y especialmente el ballet clásico, es una herramienta excelente para desarrollar una sociedad. No puedo decir menos cuando compruebo la felicidad que viven los niños en el Centro de Promoción de Ballet y Danza Fernando Alonso. Tal vez muchos no lleguen a ser bailarines profesionales, pero de seguro serán más sensibles, inteligentes, humanos, conocerán mejor sus cuerpos y podrán sacarles mayor provecho, ganarán en disciplina, irán siempre por más. Y ante todo eso yo me quito el sombrero».

 

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.