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El poder de la música

Son pocos los que alguna vez no hayan soñado con ser músicos, con cantar o ejecutar un instrumento ante una multitud fervorosa, o simplemente en una descarga de amigos

Autor:

JAPE

A mi pequeña Daniela.

Desde mi infancia conservo en el recuerdo la escena de un animado en el que una rana proponía a un ruiseñor que cantara para adormecer a un malvado mago. La rana, que por supuesto no era muy ducha en el arte de la música y el canto, aun así le confesaba a la hermosa ave cantora que ella creía en el poder de la música.

Esta frase prevalece en mi memoria porque de alguna manera yo también creo en la fuerza de la música: en su poder de intercambio social, de unidad, de hermanar a las personas, de romper barreras idiomáticas y de todo tipo… además de su potencial terapéutico.

Son pocos los que alguna vez no hayan soñado con ser músicos, con cantar o ejecutar un instrumento ante una multitud fervorosa, o simplemente en una descarga de amigos. El karaoke ha sido el paño de lágrimas donde muchos liberan al cantante frustrado que llevan dentro. Basta con cerrar los ojos y soñar que estás en un estadio, de esos inmensos que salen en la tele, rodeado de miles y miles de fans… En realidad no puedes cerrar los ojos del todo. Debes dejar una pequeña rendija por donde mirar la letra de la canción.

Otra de las cosas que demuestran la grandeza de la música es que todos tenemos un tema preferido que marca tu vida. Esa canción que cuando la escuchas te erizas de pies a cabeza y late más aprisa el corazón. No solo porque te recuerda a un ser querido o un momento inolvidable. Es tanto el poder de ese sonido que literalmente te transporta en tiempo y espacio. Mi canción preferida es All night long, de Lionel Richie. Marca una inolvidable etapa de mi adolescencia. También marca una generación, como el tema If you leave me now, de Chicago, que Ares señala como su preferido. Supongo que dentro de 30 años los entonces tembas cubanos se pongan melancólicos cuando escuchen los compases (si acaso los tiene) de Hasta que se seque el Malecón.

No pretendo comparar, ni establecer calidades. Eso también tiene la música: cualquiera que sea su empaque siempre encontrará un fiel oyente y quien aplauda entusiasmado. El filósofo, poeta, músico y filólogo alemán Friedrich Nietzsche aseguró que «sin música la vida sería un error». Por eso, de corazón felicito a todos los músicos del mundo, en particular a mi hija, la pequeña Daniela, que mañana ejecutará su Concierto de graduación de nivel superior, en el saxo. Y ya les puedo asegurar que de ahora en adelante todos sus temas serán mis preferidos.

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