Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¡Al rescate!

Cuando decimos «al rescate», decimos muchas cosas...

Autor:

JAPE

Esta frase me remonta a mi infancia cuando en nuestros juegos infantiles gritábamos ¡Al rescate!, y salíamos de los improvisados escondites (pasillos, escaleras, columnas) dispuestos a recuperar a los amiguitos «prisioneros» en el bando contrario. Además de esta variante de carácter «epopéyico», la palabra rescate me ha seguido durante toda la vida con una doble función de añoranza y de justicia: rescatemos los valores, rescatemos el patrimonio, rescatemos la cultura, rescatemos rescatar…

La más reciente aparición de este verbo la escuché hace unos pocos días, cuando el colega Héctor Villar entrevistaba al señor Ricardo Fraccari, presidente de la Confederación Mundial de Béisbol y Softbol, que anunciaba, entre otras intenciones, la de rescatar el antiguo y popular juego de las cuatro esquinas (que también llamábamos pitén). Un tope muy parecido a la pelota, en el que intervienen cuatro jugadores sin ningún implemento adicional, solo una pelota de goma que se «batea» con la mano. Pienso que se llama las cuatro esquinas porque mayormente se jugaba en la intercepción de dos calles, o sea, en las cuatro esquinas. En mi municipio, Centro Habana, se armaban tremendas algarabías y la muchedumbre colmaba los espacios cercanos para no perderse los juegos que con pasión se discutían entre piquetes de diferentes barrios.

Mi amigo Floro, que también se enteró del suceso de rescate, me escribió con rapidez y emoción: «Estimado Jape, me ha alegrado mucho esta iniciativa y no niego que casi me saca las lágrimas cuando vi en las imágenes a los muchachos jugando uno de mis juegos preferidos. Yo era muy bueno, y casi siempre andaba con una pelota de goma en el bolsillo para armar el pitén en cualquier esquina. Eran tiempos en que las esquinas constituían el epicentro de la popularidad del barrio, donde además de la bodega, la cafetería, la lechería, también podías encontrar al borracho, al vago, el juego de bolas en la tapa de la alcantarilla, la parejita bajo el farol pa’que no hubiera comentarios… Ahora la esquina es solo para los eventos religiosos y los grandes basureros, algunos de estos últimos ya optan por un récord Guinness. Agradezco esta iniciativa y mi pregunta en particular se refiere al implemento único y básico: ¿Se rescatarán las pelotas de goma? ¿Dónde podremos encontrarlas sin que cuesten tan caras como las de frontenis o béisbol que venden en la shopping?».

Una amiga que ya peina canas no parece tan entusiasmada y me ha escrito: «Amigo Jape, ¿es cierto que regresa el juego de las cuatro esquinas? ¿Se acaba la tranquilidad en el barrio? ¿Ya no podré dormir mis siestas o ver la película de Arte Siete los domingos en la tarde? Yo estoy viva de milagro. Hace años sufrí varios infartos y migraña debido al malestar que me causa la gritería callejera que produce este juego infernal. Dos búcaros, un cuadro de mi difunto esposo, un tubo de pantalla, un espejo de dos metros cuadrados, y un gato siamés de porcelana, fueron víctimas de los pelotazos que entraban por la ventana y la puerta entreabierta. Como puede deducir yo vivo en una esquina, así que podrá entender mi preocupación.

«Yo creo que si de rescatar se trata, podrían traer de vuelta otras cosas que también desaparecieron y que serán más provechosas para todos. ¿Por qué no se preocupan por rescatar el carro de la basura, el alumbrado público, los asientos y techos en las paradas…?».

Como dice el refrán: todo depende del cristal con que se mire. Lo bueno para unos, no lo es tanto para otros. Tampoco se trata de botar el sofá. Aplaudo la idea de rescatar, todo lo que pueda rescatarse, en la medida que sea para bien de la mayoría y atendiendo a las experiencias pasadas. Por lo tanto, gritemos como en los juegos de niños: ¡Al rescate!

Los libros de medicina no deberían tener apéndice.

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