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¡Felices Bodas de rubí!

La tradición popular ha establecido adjudicar un elemento natural precioso a cada año en que se cumple un nuevo aniversario de la fecha en que dos personas se unen en matrimonio

Autor:

Ahmed Piñeiro Fernández

La tradición popular ha establecido adjudicar una piedra preciosa, una flor, un material, un elemento natural… a cada año en que se cumple un nuevo aniversario de la fecha en que dos personas se unen en matrimonio. Por extensión, se habla también de Bodas de encaje, de cristal, de alhelí, de plata, de oro, de esmeraldas… en relación con los aniversarios de instituciones, eventos, o de algo muy significativo en la vida de una persona. Por estos días, una importante institución cultural española festeja sus Bodas de rubí: la Compañía Nacional de Danza (CND), que desde 2011 dirige el gran bailarín José Carlos Martínez.

Siempre ha despertado mi curiosidad el nombre de esta agrupación. El vocablo ballet no aparece en su nomenclatura, a pesar de que la CND es, precisamente, la más importante en cuanto a danza académica se refiere en toda la península. En cambio, lo que hoy se conoce como Ballet Nacional de España es el conjunto (¡estupendo que dirige Antonio Najarro!) que se dedica a cultivar, salvaguardar y dar continuidad y permanencia a la danza española, en todos los estilos y particularidades.

Cuarenta años celebra la CND. Cuarenta años de permanencia constante, de inagotable hacer, de intenso batallar para intentar (al menos intentarlo) que España posea una gran compañía clásica como merece un país que ha sido cuna de muy valiosos bailarines: Rosita Mauri (1849/50-1923), Juan Magriñá (1903–1995), María de Ávila (1920–2014), Víctor Ullate (1947), Nacho Duato (1957), Trinidad Sevillano (1968), Arantxa Argüelles (1970), María Giménez (1971), Tamara Rojo (1974), Igor Yebra (1974), Lucía Lacarra (1975), Ángel Corella (1975), Ruth Miró (1976), Joaquín de Luz (1976), Laura Morera (1977), Alicia Amatriain (1980), y el mismo José Carlos Martínez (1969), quien durante muchos años fuera Etoile de la Ópera de París, por citar solo a algunos de los más ilustres.

Creada en 1979, bajo la denominación de Ballet Nacional de España Clásico, tuvo como primer director a Víctor Ullate. En 1983, asumió la dirección de la compañía la bailarina y maestra María de Ávila. Fue precisamente por esa época que se presentó por primera vez en Cuba, invitada al 9no. Festival Internacional de Ballet de La Habana, celebrado en 1984. Sus interpretaciones de piezas bien distintas de coreógrafos como Marius Petipa, Milko Sparemblek, George Balanchine y, sobre todo, de Antony Tudor (Jardín de lilas, no vista en la Isla desde 1960), resultó todo un acontecimiento.

Fue también ese año que el público de la Isla se puso en contacto con el arte de dos destacadas bailarinas españolas (entonces muy jóvenes), quienes integraban ese colectivo y que posteriormente actuarían como estrellas invitadas del Ballet Nacional de Cuba: Trinidad Sevillano (hermosa Giselle, junto a Koen Onzia, en 1988); y Arantxa Argüelles (Chaikovski pas de deux, junto a Lázaro Carreño; Grand pas classique y El lago de los cisnes, con Julio Arozarena; Don Quijote con Jorge Vega, en el Teatro de la Zarzuela, de Madrid, en 1989; y a José Manuel Carreño, en la sala Avellaneda, del Teatro Nacional de Cuba, en 1992).

Después de De Ávila, otras importantes figuras tendrían a su cargo la dirección de la compañía: Ray Barra (1986-1987) y Maya Plisétskaya (1987-1990). En junio de 1990, Nacho Duato fue designado Director Artístico, cargo que ejerció durante dos décadas, hasta julio de 2010. Con Duato, relevante bailarín y coreógrafo, mundialmente reconocido por sus interpretaciones en el Nederlands Dans Theater, bajo la dirección de Jirí Kylián, CND alcanzó lo que podríamos definir como «el espaldarazo internacional definitivo». Sin embargo, limitó su repertorio a un tipo de obra muy específica, coinvirtiéndose, prácticamente en una «compañía de autor». 

A Nacho Duato, lo sucedió Hervé Palito, quien trabajó bajo la guía de Maurice Béjart (Ballet del Siglo XX y Béjart Ballet Lausanne). Apenas un año el bailarín, coreógrafo y maestro francés asumió la dirección, porque a finales de 2010 el Ministerio de Cultura de España anunció el nombramiento de José Carlos Martínez como nuevo di-rector de la CND.

Con Martínez al frente, la CND recuperó mucho de sus inicios: elevó el nivel técnico y artístico de sus bailarines, rescató el baile de puntas y, con ello, ballets neoclásicos que se habían mantenido alejados de las presentaciones. Volvió al repertorio heredado de la gran tradición romántica y clásica, ese que, a escala internacional, es una suerte de «medidor» (incorporó las versiones completas de Don Quijote y Cascanueces, por hacer referencia a dos títulos emblemáticos), al tiempo que se estrenaron piezas concebidas especialmente para la CND, sin hacer tabula rasa de las creaciones vanguardistas, tanto de coreógrafos españoles como extranjeros.

Celebraciones de Julio

Para celebrar este importante aniversario, el conjunto se presentó (26 al 28 de julio) en la Sala Roja de Teatros del Canal, con un programa que devino breve pincelada de lo que ha caracterizado estéticamente a la compañía en estos 40 años, entre ellas la aún impactante, aunque un poco extensa, Por vos muero, de Nacho Duato, estrenada por la CND en 1996. Un ballet que amalgama, con una visión contemporánea, los versos de Garcilaso de la Vega con la música española de los siglos XV y XVI. Alusiones históricas, guiños y, sobre todo, una «revisitación» al júbilo danzario del medioevo español, que propician una hermosa complicidad entre danzantes y público, al que contribuyen también, de manera significativa, los muy logrados diseños de escenografía, vestuario y luces.

L’Aprè-midi d’un faune, personalísima versión para cuatro bailarines de la pieza homónima de Claude Debussy, concebida para estos festejos por el catalán Cayetano Soto también formó parte del programa. Una puesta que, en gestos y poses, evoca por momentos la iconografía de Vaslav Nijinsky, en su antológica caracterización del Fauno. Estupendo trabajo de luces y diseño escenográfico, pero con dos desnudos innecesarios e incomprensibles, desde mi punto de vista.

Se presentó asimismo Les Noces, del talentoso griego Andonis Foniadakis, una deleitable e ingeniosa versión del ballet de Igor Stravinsky, que había sido estrenada en Florencia en 2012 y se bailó por primera vez en España. La obra, de grandes exigencias desde el punto de vista coreográfico, demanda de los bailarines un desempeño escénico casi inhumano, un reto que los integrantes de la CND supieron asumir con habilidad. Sin dudas fueron estas Bodas, uno de los momentos más logrados y aplaudidos de la noche.

Como cierre del espectáculo, una suite de Don Quijote, con momentos de los actos primero y tercero, según la versión que José Carlos Martínez había creado para la CND en 2015, a partir del original de Marius Petipa y la posterior puesta en escena de Alexander Gorski. Con el propósito de que todos pudieran participar de esta fiesta de solo tres representaciones, los personajes de Kitry y Basilio fueron interpretados cada noche por dos bailarines distintos; así, pues, las escenas del acto primero contó con Cristina Casa y Anthony Pina, en la Première y en la función del domingo 28; y con la italiana Giada Rossi y Aitor Arrieta (español invitado que inició su carrera profesional en la CND y ahora forma parte del English National Ballet) en la representación del sábado 27.  

El conocido Grand pas de deux del acto tercero fue bailado por la japonesa Haruhi Otani y Aitor Arrieta, el 26; Cristina Casa y el cubano* Yanier Gómez, el 27; y Giada Rossi y Aitor Arrieta, en la función del 28. Mención especial merecen el cuerpo de baile así como Ion Agirretxe, que baila con fuerza y garbo (Espada, el torero); Aída Badía y Xavier Benaque, intérpretes del Bolero, y Jesús Florencio como Sancho Panza, un estupendo bailarín de carácter.

En el lobby de la Sala Roja de Teatros del Canal, una agradable exposición se suma a estos festejos: 40 C 40, que incluye 40 piezas del notable fotógrafo Jesús Vallina. Las fotografías (40, insisto) son al mismo tiempo evocación y homenaje. Un paneo por las cuatro décadas de historia de la compañía y un saludo a este importante aniversario.

En los dos espectáculos que pude presenciar (26 y 27 de julio) el teatro estaba totalmente abarrotado —para las tres representaciones ya estaban agotadas las localidades— por público ávido de una compañía imprescindible que, sin recursos, sin el apoyo económico necesario, sin contar siquiera con una sede teatral permanente, es representativa y referente del ballet y las artes escénicas españoles.

*Cuatro artistas cubanos forman parte de la CND, además de Yanier Gómez, la bailarina Daniella Oropesa, la maestra y ensayadora Anael Martín, quien alcanzó la categoría de primera solista en el Ballet Nacional de Cuba y el pianista Caros Faxas, que también estuvo en las filas de nuestra gran compañía.

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