Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Un telón que se niega a bajar

Dentro de las artes, la pandemia se ha ensañado sobre todo con las que operan en el área de la representación en vivo: teatro, danza, conciertos, se han visto inevitablemente afectados

Autor:

Frank Padrón

Dentro de las artes, la pandemia se ha ensañado sobre todo con las que operan en el área de la representación en vivo: teatro, danza, conciertos, se han visto inevitablemente afectados, y aunque la virtualidad es un sucedáneo importante, nunca logra suplantar la magia que significa la esencia en aquellas: el público presente, cómplice, participativo.

Pese a ello, nuestros teatristas, coreógrafos, actores, bailarines, productores, no se han detenido, y sin mirar con demasiada nostalgia lo que dejaron atrás «antes de», enfilan su vista hacia delante y se concentran en lo que harán, o lo que hacen ya para cuando el telón en las salas vuelva a levantarse.

Juventud Rebelde se acercó a algunos de ellos, con el objetivo de escuchar sus testimonios en estas directrices: ¿cuál ha sido su trabajo antes, durante y después de esta etapa?

El flamante premio Nacional de Teatro (ex aequo con su más grande colaborador, el diseñador Zenén Calero Medina), Rubén Darío Salazar, dramaturgo, director de Teatro de Las Estaciones en Matanzas y del Teatro Nacional de Guiñol, comenta: «Teatro de Las Estaciones se encontraba en el inicio de la temporada de El patico feo, donde se estrenaban jóvenes actores y actrices en un montaje de recorrido nacional e internacional (Francia, Estados Unidos, República Dominicana). Fue un impacto tener que abandonar la sala, pero la realidad imperante no nos dejó otra opción.

«A partir de una convocatoria de la Unicef para que los niños aprendieran desde casa, y con el empuje de la cantautora Rochy Ameneiro y su proyecto Tod@s Contracorriente, decidimos incursionar en las redes sociales con una serie cultural e histórica sobre el teatro para niños y de títeres en Cuba, de breve duración y titulada Un minuto con Pelusín del Monte que devino una segunda temporada de 22 capítulos, bajo el nombre Los minutos de Pelusín del Monte (¡que no cierre el telón!), la cual duró de abril a junio y aún se replica por el canal Cubavisión y el telecentro matancero. Nuevos proyectos para la televisión nacional surgieron de aquella inolvidable y fructífera experiencia.

Desde que llegó la segunda fase a la Atenas de Cuba, cuidando que se cumplan las medidas requeridas, la Sala Pepe Camejo se dispuso a recuperar su ajetreo habitual con Todo está cantando en la vida (Un recital de afectos para Teresita Fernández), mientras la tropa sigue enfrascada en nuevos proyectos para niños y adultos, «sin dejar a un lado el espacio ganado en las redes sociales y en la televisión nacional, entre otras tareas teóricas y pedagógicas en las que incursionamos hace ya un cuarto de siglo», asegura Salazar a solo unas horas (día 12, 3:00 p.m.) de que, coincidiendo con el cumpleaños 26 de Las Estaciones, reciba junto a Zenén Calero, en el Sauto, el reconocimiento más alto que entrega en Cuba, en Teatro, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, en esperada ceremonia que dirigen María Laura Germán Aguiar y Yadiel Durán Bencosme.

Raúl Martín, al frente de Teatro de la Luna, apunta que lo sorprendió el evento representando Reportaje Macbeth, a partir de la conocida tragedia de William Shakespeare. Quedó pendiente de temporada en 2020, pues solo se prestrenó como parte de la Semana de la Cultura Británica en nuestro país.

«Trabajé, nos cuenta, en el guion del nuevo espectáculo del grupo, listo para su puesta en escena. Además, en la versión de una obra polaca y otra alemana para el montaje de sus lecturas dramatizadas que, como sabes, ya ocurrieron. Confeccioné nasobucos, hice arreglos en casa y…algunas colas para conseguir comida.

«Cuando reabramos, volverá otra temporada de Reportaje Macbeth, ensayos y estreno de Déclim suprême, cabaret-teatro, y recuperación de obras del repertorio como El amor se acaba y Ocu».

En plenas representaciones, realmente exitosas, de Ubú sin cuernos (Abel González Melo), Miguel Abreu tuvo que suspender las funciones de su grupo Ludi Teatro por los impactos de la COVID-19.

«Antes de la pandemia estábamos, además, ensayando una adaptación de El diario de Ana Frank, así que muchas tareas se quedaron pendientes para hacer en casa durante el confinamiento: estudios de personajes, trabajos con los diseñadores y de confección de vestuario, etc. De paso, se aprovechó esta infeliz circunstancia y se le dio mantenimiento al teatro».

Su compañía tenía otros compromisos que quedaron aplazados. Ahora en la fase 1 había comenzado con los ensayos del texto Furor, de Hübner y Nemitz, pensado para la Semana de Teatro Alemán 2020, e igual hemos aplazado El diario de Ana Frank y lo reprogramamos para el mes de noviembre. Es decir que, como de costumbre, andamos muy atareados ». 

La incombustible fundadora-directora–coreógrafa de la Compañía Lizt Alfonso Dance Cuba (LADC) es otra que no se ha cruzado de brazos: «Estuvimos muy activos durante los meses de enero, febrero y marzo de 2020. Abrimos el año con la temporada del espectáculo Lumière Cuba (Luz Cuba), que se había llevado de gira en 2019 por Canadá y no se había puesto en Cuba. Así que lo subimos a la escena del Martí.

«Todo un gusto trabajar en ese teatro y compartir con el público de una forma prolongada y sistemática, aunque no pudimos complacer a todos los espectadores, porque ya sabemos que son muchos.

«Luego en marzo, llevamos a la Sala Avellaneda del Teatro Nacional, las galas de primavera con los estudiantes de nuestros Talleres Vocacionales; el Ballet Infantil, el Juvenil, la carrera profesional y los bailarines/maestros de la compañía. La pandemia del “bicho innombrable” nos sorprendió preparando un espectáculo nuevo y las galas de fin de curso de los niños y jóvenes, así como la graduación de los estudiantes. Paramos a tiempo, no tuvimos que lamentar caso alguno, y ¡mira que somos una familia bien numerosa!».

Y la Alfonso prosigue: «Trabajar duro y de continuo, como siempre ha sido el “durante”, a eso nos hemos dedicado. No quedó más alternativa que reinventarnos un sistema para poder seguir conectados sin detenernos. Los grupos de WhatsApp fueron fundamentales en ese sentido.

«Cuando fue posible, hubo que ponerse a rentrenar en los salones de ensayo con las clases completas (ballet, flamenco, danza, fusión, etc.), porque en casa era difícil hacer saltos, giros y no queríamos que se lastimaran. Asimismo nos replanteamos las movidas futuras, los compromisos en Cuba y el exterior, el espectáculo nuevo y seguimos soñando nuestro aniversario 30, en fin… mucho que hacer, de lo contrario dejaríamos de ser LADC».

La directora, actriz y dramaturga Antonia Fernández, quien rige Teatro Vivarta, también nos detalló sobre su experiencia: «Estuve en un Festival de Teatro de Emiratos Árabes. Llegué el 29 de febrero y como ya la pandemia estaba instalada en todas partes, me autoconfiné 15 días antes de que fuera oficial en Cuba. Durante el confinamiento me enfrasqué en mi tesis de doctorado y en la escritura de una obra con mi hija. Cuando retornemos trabajaré con nuevas personas con quienes estreché lazos vía internet durante la cuarentena».

Otros valiosos creadores de la escena en Cuba quedan por compartir sus vivencias, pero tendrá que ser para un próximo acercamiento, por lo pronto, ya vemos que en el caso de nuestros tenaces artistas, el telón se niega a bajar.

Lumière Cuba, de Lizt Alfonso Dance Cuba. Foto: Buby

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