Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Ana Frank en tiempos de Ludi Teatro

Con la temporada en escena de El diario de Ana Frank, apnea del tiempo, una obra de Agniezka Hernández, el colectivo que dirige Miguel Abreu celebró por todo lo alto sus ocho años de existencia

Autor:

Lourdes M. Benítez Cereijo

Una recontextualización, marcadamente intimista y estremecedora; una experiencia sincera tan conmovedora como cuestionadora en su pertinencia y agudeza del discurso es la obra El diario de Ana Frank, apnea del tiempo; propuesta magistralmente defendida por Ludi Teatro, bajo la dirección de Miguel Abreu.

Con el fin de esa temporada, el colectivo ubicado en I, entre 11 y 9, en el capitalino Vedado celebró por todo lo alto este 12 de junio sus ocho años de trayectoria, marcada por un quehacer intenso y de excelencia, que dan cuenta de la madurez alcanzada en su desempeño escénico.

La obra lleva la firma de Agniezka Hernández (Harry Potter: se acabó la magia, El gran disparo del arte, Los Pájaros Negros de 2020), una de las voces más certeras y notables de la dramaturgia cubana actual. Se concibió a partir de la adaptación teatral de los estadounidenses Frances Goodrich y Albert Hackett, estrenada en el año 1955 y basada en el libro homónimo de la adolescente judía.  

La puesta devino nuevo acierto en el quehacer como director de Miguel Abreu y otro éxito en el repertorio de su grupo, donde sobresalen títulos como Ubú sin cuernos, Incendios y El vacío en las palabras. Destacable fue la armonía entre música (original de Llilena Barrientos) y carga dramatúrgica, el desempeño actoral del elenco (honda y apasionante la labor de Arianna Delgado como la Señora Frank); así como el excelente diseño de vestuario (Celia Ledón), todo lo cual sirvió para ratificar esa línea de Ludi Teatro de ofrecer al espectador una experiencia impactante a partir de un espectáculo completo, pleno en su puesta en escena y calidad de la composición estética y sensorial.

En diversos medios Agniezka Hernández precisó que la obra nació durante los tiempos de encierro debido a la pandemia de la Covid-19. En una entrevista concedida a la periodista Mery Delgado y publicada en el portal Cubaescena, la dramaturga y directora de La franja teatral expresó: «Sobre los hombros de la revisión historicista del holocausto está una pandemia en la que me hice demasiadas preguntas. Me vi con mi hija de 13 años encerrada en una casa, encerrando y guardando su belleza para un después y por primera vez entendí qué tiene que haber significado para Ana Frank estar escondida en “la casa de atrás”. Por primera vez entendí la guerra y vi a la madre de Ana, la señora Frank, mientras su hija postergaba la educación, la felicidad, las ganas de un afuera o la belleza (…). No había ninguna historia para tejer porque se había vivido desde nuestras ventanas. La dilatación de la adolescencia estaba bajo mi techo».

Y con ese peso, con esas dudas, inquietudes, miedos, palabras agolpadas… Con ese volver sobre el pasado para reconfigurar el presente o repensar la actualidad; con ese paralelismo entre la adolescente Ana y su propia hija, es que nació un texto vibrante y también doloroso en su esencia personalísima: «El día que Ana nació guardé mis botas de escalar montañas, vendí la moto, despedí a todos mis amantes de uno en fondo, les dije, se acabó la gozadera. Con Ana en mis brazos yo aprendí a decir no puedo, eso es peligroso, otro día quizá, mire, eso es tremendo riesgo». Y con cada mensaje de la pieza el espectador también pudo sumergirse en los misterios y enfados de sus propios encierros.

Por su parte, el experimentado Miguel Abreu, en un texto de la autoría de la periodista Wendy Zuferri, publicado en la revista Cartelera, comentó sobre la obra: «Lo que se narra está centrado realmente en la convivencia de esas familias en la casa del fondo convertida en refugio. Tratamos de crear puestas que no sean locales sino universales y que aborden asuntos como la familia, la emigración, la herencia o la memoria histórica. Nuestro objetivo es que esas historias muevan a una reflexión positivista y humanista de la sociedad».

La pieza posee una naturaleza marcadamente intimista.

El teatro siempre es riesgo, una experiencia colectiva que requiere de valentía, coraje y sinceridad. El diario de Ana Frank, apnea del tiempo es prueba de ello porque a cada instante nos invitaba a desnudar el alma, a exponernos.

«Querido diario, siento que estamos perdiendo terreno», se le escucha decir a Ana en uno de los parlamentos de la pieza. Quizá tenga razón. Aunque la temporada de la obra ya finalizó, nos deja la oportunidad de ir a un encuentro necesario con nuestro ser y lo que nos rodea. Ludi Teatro ha marcado el camino, porque para hablar de Ana Frank siempre habrá tiempo. 

Con esta obra Ludi Teatro, colectivo que celebró el 12 de este mes ocho años de existencia, suma otro acierto a su repertorio.

 

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.