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Diez días juntos frente a la gran pantalla

El gran movimiento, del director boliviano Kiro Russo, se alza con el Coral de largometraje de ficción en el cierre de la gran fiesta del séptimo arte latinoamericano

Autor:

Sergio Félix González Murguía

Es domingo en La Habana y espectadores de todas las edades aprovechan los últimos aires del 43er. Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano para asistir a las salas de proyección y ver las obras premiadas en las distintas categorías del concurso que propuso esta edición de la gran fiesta del séptimo arte en el continente.

Es el broche de oro a diez días donde las dinámicas del tránsito en el Vedado capitalino cambian, de alguna manera se intensifican, entre cinéfilos que recorren las calles de un lado al otro, apresurados para llegar a tiempo a alguna de las proyecciones que han tenido lugar en los cuatro cines que este año presentaron las propuestas del certamen.

Las salas de los cines Chaplin, 23 y 12, Yara y Acapulco tuvieron a su cargo la presentación de la selección oficial del evento, conformada por 185 títulos, entre las obras en competencia y las que integraron la sección del panorama contemporáneo internacional: una muestra exquisita con parte de lo mejor y más actual del cine latinoamericano y de otras latitudes del planeta.

El gran movimiento, del boliviano Kiro Russo, resultó la gran vencedora del certamen con el premio Coral de largometraje de ficción, al que se sumaron los galardones en los apartados de dirección, sonido y edición. La película es reflejo del auge que ha tenido la cinematografía boliviana en los últimos años, pese a los pocos recursos que aún se destinan a esa limitada industria en el país andino.

La historia que nos cuenta Russo, situada en un entorno minero en las alturas de La Paz, entre la tradición y modernidad, es reflejo de ese nuevo cine latinoamericano que, pese a todo, se abre paso para mostrar las distintas realidades que conviven en nuestro continente.

A ese empeño se sumó el retrato onírico que la directora colombiana Laura Mora propone con Los reyes del mundo —obtuvo mención especial del jurado encargado de valorar los largometrajes de ficción—, obra aupada por los premios colaterales que entregan distintas instituciones y asociaciones culturales cubanas e internacionales que apoyan el Festival.

En la categoría de ópera prima, Amparo, de Simón Mesa Soto obtuvo el triunfo en una sección donde 1976, de Manuela Martell, obtuvo un premio especial del jurado, así como la cinta costarricense Clara sola y la mexicana Noche de fuego recibieron menciones especiales.

La paraguaya Eami, de Paz Encina, se alzó con el Coral de largometraje documental, el cubano Alejandro Alonso triunfó con Abismal en el concurso de cortometraje documental y Chão de fábrica, de Nina Kopko, logró el galardón en el apartado de cortometraje de ficción.

Las obras de animación constituyeron un plato fuerte de esta edición del Festival, con Bob escupe, no nos gusta la gente, de César Cabral, como premio Coral de largometraje de animación, Bestia de Hugo Covarrubias, mejor corto y Mi casa está en otra parte, de Carlos Hagerman y Jorge Villalobos, premio especial del jurado.

El Premio Arrecife sobre diversidad sexual, una novedad en esta edición del certamen, reconoció la cinta Un varón, de Fabián Hernández. El Coral de Honor fue para el cantautor Silvio Rodríguez, pues «sus letras, junto a la propia historia del Grupo de Experimentación Sonora del Icaic, han acompañado grandes filmes cubanos e internacionales, muchos de ellos en varias de las selecciones oficiales del Festival de La Habana», aseguraron desde el comité organizador de la cita.

En el apartado de posproducción, La Suprema, de Felipe H. Caro se alzó con el premio que corre a cuenta de la sección Industria del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, la misma que organizó el segmento teórico del evento, con sede en el Hotel Nacional de Cuba, donde sesionó por primera vez el encuentro de mercado y distribución.

Fueron jornadas de intercambios entre cineastas cubanos e internacionales, conferencias de agencias de venta especializadas que supusieron una satisfacción para los participantes y los organizadores del evento. El documental La Habana de Fito, de Juan Pin Vilar y el corto de ficción Si alguna vez, de Annia Quesada, resultaron vencedores en el concurso propuesto por el evento teórico, cuyo premio es la posibilidad de que ambas producciones puedan ser distribuidas por las agencias de venta internacionales Marvin & Wayne Short Films, de España, y Punctum Sales, de Argentina.

Clases magistrales como la impartida por la documentalista Zaira Zarza convirtieron el programa teórico del sector Industria del 43er. Festival en un espacio fértil para la propuesta de novedosas miradas compartidas sobre el quehacer cinematográfico en la región y su conexión con el resto mundo.

Oportunidades de lujo que posibilita un evento como el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, con tantos años de historia, «uno de los mejores del mundo», como aseguró el actor argentino Ricardo Darín en un mensaje enviado al auditorio para agradecer el premio Coral a la mejor actuación masculina.

Muchas gracias, festival

La edición 43 de esta gran fiesta latinoamericana llega a su fin, dejándonos el buen sabor de boca habitual de los días en que el cine se vuelve un protagonista en la cotidianidad habanera. Pese a contar solo con cuatro salas de proyección este año, el Festival no dejó de generar la curiosidad tradicional en espectadores ávidos de no perder pie ni pisada a gran parte de lo que acontece con el séptimo arte a nivel mundial.

Obras como As Bestas, de Rodrigo Sorogoyen, la francesa Les Pires, El mundo de Nelsito de Fernando Pérez, la chilena Blanquita o el documental Mi país imaginario, de Patricio Guzmán, por solo mencionar algunas, movieron el interés de quienes colmaron las salas, a veces a rebosar, en otras ocasiones no tanto, pero siempre con el disfrute como pretexto y posibilidad.

Debe destacarse, sin duda, la labor de todo ese equipo de hombres y mujeres que han llevado adelante un Festival que, poco a poco, se recupera de un tiempo tan convulso como el que nos dejó la pandemia de la covid-19. A ellos, la ovación cerrada de todo ese público que vibró con el cine latinoamericano tan nuestro, tan joven y experto, cuestionador, que compulsa y reflexiona las diferentes realidades que conviven en un país, en un continente, en un planeta asediado por tantas vicisitudes.

Ese es el cine que, como comentara a JR la directora Laura Mora, «nos da, lo que la realidad nos quita». Ese cine a lo grande seguirá ahí acompañándonos y sabemos que los días de festival no terminan hoy. En lo sucesivo, los espectadores, movidos por la curiosidad de aquellas obras que no pudieron apreciar, accederán por otros soportes o volverán ocasionalmente a las salas y seguiremos vibrando con el séptimo arte. Muchas gracias, Festival.

El cine Chaplin acogió la ceremonia de premiaciones de la edición 43 de la fiesta del séptimo arte en La Habana. FOTO: Abel Rojas Barallobre.

 

 

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