Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El periodismo no perdona la desidia

Con esta entrevista inédita a Iroel Sánchez, Juventud Rebelde quiere homenajear al intelectual y revolucionario cubano recientemente fallecido

Autor:

Raciel Guanche Ledesma

Nervioso y con un panfleto de casi dos hojas lleno de preguntas en bruto, como si se tratase de algún guion rígido y frío, acudí a su encuentro, pagando, quizá, la novatada de los estudiantes dóciles y recién estrenados en el ajetreo periodístico.

En mi aún corta carrera, uno de los retos mayores ha sido aquella primera entrevista. Imberbe, en términos gremiales, (y también, por qué no, en la vida) quise arriesgarme a dialogar, sin más armas que la admiración por su obra, con Iroel Sánchez. Su mirada penetrante de medio perfil mostraba una persona pausada, pero directa, imponente desde el saludo, aguda palabra tras palabra.

Nos sentamos en el lobby del Ministerio de Comunicaciones, fuera de todo formalismo. En el mismo lugar donde trabajó e impulsó desde el año 2009 programas como el de informatización de la sociedad y la promoción del pensamiento cultural antihegemónico.

Justo allí conversamos sobre los retos que enfrenta Cuba en el desarrollo de su sistema social y sobre el papel que ocupan hoy los medios de comunicación dentro de esos desafíos, sobre todo en tiempos en los que el mundo vive una feroz monopolización de los recursos informativos, y cuando desde Estados Unidos se diseña e impulsa una guerra digital contra nuestro país.

Las respuestas de quien fuera presidente del Instituto Cubano del Libro y director de la Casa Editora Abril, analista político y director del espacio televisivo La pupila asombrada, siguen teniendo, como su obra, total vigencia en el camino de descifrar claves sobre el presente y futuro de la nación.

—Iroel, Cuba vive tiempos difíciles. ¿Cómo definiría el momento que atraviesa el país?

—Cuba siempre ha vivido momentos difíciles y soportado todo tipo de guerras desde Estados Unidos. El panorama es complejo para nosotros que defendemos una alternativa al capitalismo, pero, a la vez, está clara la necesidad de buscar una alternativa contra ese capitalismo feroz, porque él en sí ya demostró que no es la vía.

«Son tiempos de definiciones en la vida del país. Este es un (otro) año en el que han intentado todo contra Cuba, y sin embargo, la Revolución está de pie y el pueblo, a pesar todo lo que digan, continúa cohesionado. Y ello es gracias a lo que demuestra cada día la Revolución».

—Usted hablaba de guerras desde Estados Unidos, hoy esa expresión va direccionada en el campo ideológico a través de los medios digitales. ¿Qué hacer para contrarrestar esta situación?

—Lo primero es que todos deberíamos saber construir un contenido con el móvil y generar visibilidad como respuesta a cualquier ataque. En el sistema educativo tiene que existir un cambio que nos lleve a seguir siendo invulnerables frente a nuestro enemigo, ahora con una estrategia hacia lo digital.

«El pueblo cubano tiene una escolarización de noveno grado mínimo, por lo tanto, se trata de que nuestras escuelas y medios de comunicación insistan en una cultura socialista para la liberalización del uso de esas tecnologías».

—Su programa La pupila asombrada es un referente de nuestra televisión. ¿Lo considera un espacio que busca siempre defender la verdad?

—Yo creo que más que eso, intentamos complejizar las miradas. Nosotros creemos en la inteligencia y en la capacidad de análisis de los cubanos. Hay verdades que de tanto repetirlas de un mismo modo como que rebotan en los oídos o en los ojos de nuestra gente, por eso tratamos de argumentar esas verdades, de modo que logren movilizar ideas, sentimientos y sentido revolucionario.

—¿Y no cree que sean necesarios en nuestra televisión más programas como La pupila?

—Como La pupila no, pero sí otros. Mira, nuestro programa es el resultado de una gran inconformidad con la televisión que teníamos. Si como país nos planteamos otra alternativa política al capitalismo, pues ese mensaje también tiene que reflejarlo la televisión.

«Yo tengo muchas insatisfacciones aún en lo relacionado con este tema, porque el espacio que dejemos vacío será aprovechado por el enemigo. Hay brechas que nunca debemos abrir o al menos, si ya existen, rectificarlas lo antes posible».

—Precisamente usted escribía en su libro Cuba frente al buen vecino... que: «mucho tiene que cambiar en nuestra prensa para ser el instrumento de control popular, participación ciudadana y crecimiento espiritual» ¿Cuáles son esos cambios que en su opinión debe tener la prensa cubana actual?

—Nuestra prensa debe ser portadora de otros elementos alejado de la banalidad cultural. No puede ser reproductiva de lo que se hace en otros lugares y tiene que estar a la altura de los hombres y mujeres de esta sociedad.

«Tenemos un gran conflicto hoy. Y es que lo importante o lo inteligente es aburrido, y lo entretenido termina resultando superficial. Debemos aspirar como prensa a que, por lo menos, las cosas trascendentales sean atractivas, y salir un poco del panfleto y del teque. Es sin dudas un gran desafío en pleno siglo de globalización hegemónica».

—Nuestros medios en ocasiones no son tan efectivos en cuanto a la inmediatez de la noticia y le cedemos la exclusiva  a los llamados medios independientes. ¿Qué cree al respecto?

—Yo los llamaría siempre medios dependientes, porque ¡alguien les paga! Si tú te demoras en decir algo, habrá otro que lo diga y lo use contra ti. Si llegas tarde, corres el riesgo de que otra versión de los hechos esté establecida en la cabeza de la gente y entonces solo te queda estar a la defensiva.

«Es un tema muy serio al que se le debe prestar la mayor atención, sobre todo porque el periodismo no perdona la desidia. Recordemos que en la concepción revolucionaria y fidelista de la verdad, esta debe ir por delante e inmediatamente siempre, como sello auténtico de transparencia popular».

—¿Entonces, cómo valora nuestro sistema comunicacional?

—Nosotros tenemos un sistema comunicacional que va en ascenso, pero hay que hacer transformaciones profundas para lograr cambios efectivos. De hecho, existe una nueva política de comunicación y espero que no demore su puesta en marcha, porque el modo en que debemos funcionar en una sociedad diferente, como la actual, no puede ser con las mismas políticas y herramientas de años atrás.

—Con todos nuestros aciertos y desaciertos, ¿cómo movernos entonces en un mundo donde cada vez están más monopolizados los medios de la información?

—Mira, soy una persona que cree profundamente en el ideal revolucionario, por tanto pienso que en la cultura popular está siempre nuestra salvación. Con una cultura masiva sobre estos temas, sobre esas tecnologías, sobre su empleo. Pero tenemos que crear una cultura nuestra para identificar si una cosa es cierta o no.

«Tenemos que lograr la capacidad para que cada revolucionario sepa discernir por sí mismo dentro de lo nebuloso, sepa responderse las preguntas, y para eso tiene que existir una transformación en el modelo de comunicación.

«En ese mundo complejo hay que moverse hoy, es inevitable, pero no podemos permitir que ese exterior confuso influya en nuestros ideales de forma negativa. Hacia ahí deben ir encaminados nuestros mayores esfuerzos».

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