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Al pie del tamarindo

José Gabriel Ramírez Cal, premio nacional de Radio 2023, conversa con Juventud Rebelde sobre su trayectoria

Autor:

Valia Valdés

La voz del premio nacional de Radio 2023, José Gabriel Ramírez Cal, comunica cariño, afabilidad, cercanía. Toca el corazón cuando comparte el regocijo motivado por el otorgamiento del máximo reconocimiento de la Radio Cubana, y la felicidad que siente al recibir las más variadas muestras de afecto y admiración: «No me acordaba que tenía tantos amigos en toda Cuba».

Así comienza la charla el camajuanense que inició estudios de Medicina, pero quiso comprobar si valía como locutor. De esa forma cambió su destino.

Evoca el radialista el momento en que, gracias a su tía y madrina, Miriam Cal, locutora de Radio Progreso y Radio Cadena Habana, visitó la sede de Infanta 105 en 1954. Guarda entre sus recuerdos infantiles el agradable olor de los estudios y las imágenes de Benny Moré, Rosendo Rosell y el locutor Pimentel Molina.

A los 19 años pidió al padre que lo acompañara al Centro Radial de Santa Clara para probarse en la locución. Sin pizca de nerviosismo, hizo la lectura a primera vista ante el micrófono y, de inmediato, integró el equipo de la CMHW, emisora a la que ha dedicado tantas horas de vida y donde, sobre todo, se ha divertido:

«A mí no me gustaba coger vacaciones, no quería nunca salir de la emisora. Como diría mi primer mentor, Valdés Martínez: “En la emisora me siento bien hasta barriéndola”».

Las anécdotas que comparte Ramírez Cal están salpicadas de grandes nombres que consolidaron y sustentan el prestigio de la casa radial santaclareña.

En sus comienzos profesionales es enviado a la capital para aprender sobre las especialidades de la locución pues aún no existían cursos de formación. Agustín Roque Fuentes, Luis Díaz Monzón, Miguel Páez, quien lo enseñó a hacer menciones, fueron grandes profesionales que lo recibieron con los brazos abiertos.

El más admirado por él, Eduardo Tristá, uno de los fundadores de Radio Reloj, propició su participación en la transmisión de boletines en vivo sobre las terribles afectaciones del ciclón Flora, por CMQ Radio.

Aún recuerda José Gabriel, entre sus emociones más intensas, el pronunciar las siglas de CMQ y el orgullo por que sus padres pudieran escucharlo en la lejana Camajuaní.

Ramírez Cal se define como «muy fijón». Ese poder de observación y ansias de aprender acompañó su regreso a Santa Clara, donde continuó el trabajo radial hasta ser llamado al cumplimiento del servicio militar. En las FAR creó una radio base y volvió enfocado a los micrófonos de la CMHW.

El Premio Nacional recuerda: «Me gustaba mucho hacer noticieros y, cuando compartí cabina con un locutor como Aldo Isidrón del Valle, me dije: Ahora sí soy locutor».

Sobre su experiencia en la dirección radiofónica refiere el «hombre radio»:

«Comencé a producir programas en 1978 con la posibilidad de ejercer varias especialidades. Mi mayor satisfacción fue crear programas, desde la idea original y el guion, acompañado por un buen equipo técnico y locutores que admiraba».

«Siempre utilicé como método: escuchar, nutrirme de las ideas del colectivo; nos reuníamos y colegiábamos que íbamos a hacer. Eso fortaleció nuestras propuestas».

En 1980 es llamado a Radio Habana Cuba y, gracias a la colaboración con Orlando Castellanos en el espacio Formalmente Informal, realiza entrevistas a personalidades como Manolo Ortega y Chucho Valdés, quienes le dejaron impresiones imborrables.

A pesar de disfrutar la locución en Radio Reloj, el arraigo familiar fue más fuerte que el deseo de abrirse camino en la capital y, por suerte para la región central del país, regresó a sus oyentes a través de la amplia y variada programación de CMHW.

El prestigioso realizador evoca otro de los alegres momentos vividos en esa emisora:

«Con el respaldo de nuestro director insignia, Rolando Rodríguez Frenes, logramos transmitir el programa Caravana musical en cadena nacional, por medio de los carros de control remoto que habían asistido a Santa Clara con motivo del Festival de la Radio, en 1988. Nuestro espacio se escuchó en toda Cuba».

Ramírez Cal ha disfrutado muy de cerca la vida cultural del país, a través de las parrandas, los carnavales e infinitud de eventos en los que ha presentado a la Orquesta Original de Manzanillo y otras personalidades de la música.

Su ávida curiosidad por la historia se acrecentó gracias a la cercanía con el historiador de la ciudad de Santa Clara, Luis García González, invitado habitual de La loma del tamarindo, quizá el programa más popular que realizó y que reconoce como hijo radial.

Al solicitar consejos sobre la realización radiofónica, el popular radialista argumenta:

«Uno no puede creer jamás que ha llegado a ningún lado. Todos los días tienes que ampliar las metas, investigar mucho, sostener la calidad».

«El comunicador de cualquier especialidad debe poseer una impecable dicción, respetar nuestro idioma, que es precioso, y el locutor, específicamente, debe saber de todo. Si está ajeno a lo que está ocurriendo en el plano internacional no es nadie. Si no está actualizado no llega ni a primera base».

El uso de la expresión beisbolera permite adivinar el fanatismo del artista por el deporte nacional, y alguna anécdota deportiva se cuela en la conversación sobre los Leopardos de Santa Clara y la manera en que los peloteros negros desafiaron la discriminación racial en nuestro país.

Las horas radiales que Ramírez Cal logró transmitir durante la pandemia en la improvisada emisora La voz del Valle de Camajuaní demostraron la avidez de la localidad por una radio propia, apegada a las necesidades de sus pobladores.

El radialista, ya jubilado, envía colaboraciones a Radio Placetas y Radio Ciudad del Mar, realiza entrevistas y urga en las historias del lugar donde nació. Defiende la idea de volver a tener una radio municipal, pues existe ya la logística que posibilitaría revivir la emisora local, desaparecida en 1952.

José Gabriel Ramírez Cal, premio nacional de Radio 2023, se propone seguir trabajando, siempre al pie del tamarindo, porque el orgullo de su tierra no se lo quita nadie.

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