Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

De lujo primeras jornadas del 39no. Festival Internacional Jazz Plaza 2024

Autor:

Sergio Félix González Murguía

Se abrió la veda de los días cotidianos y, aunque con previo aviso, entraron de golpe las melodías, los arreglos, los aires de diversidad, libertad creativa y el permanente estado de expectativa que genera el jazz. Ese feeling que los músicos son capaces de crear entre ellos y con el público en cada presentación ya está de fiesta en la capital cubana y en Santiago de Cuba, nuevamente, durante los días del 39no. Festival Internacional Jazz Plaza 2024.

La primera jornada de presentaciones en la capital da fe de que lo que viene será una celebración para recordar. Caía la tarde en La Habana y, junto al descenso de las temperaturas en la ciudad, había espacios donde se podía sentir un calor vibrante. Uno de esos lugares fue el Teatro Martí.

Como pocas veces en los tiempos recientes de la etapa pospandémica que vivimos, el recinto de La Habana Vieja estaba rebosante de público ávido de lo que sobre la escena iba a acontecer. Poco importaba si desde el ángulo en el que se estaba ubicado se podían divisar completamente los movimientos escénicos, si se estaba de pie o sentado. Cuando en medio de la oscuridad de la sala, atentos al inicio del viaje, apareció al piano Arturo O’Farrill, ya se sabía que el ritual para acceder hacia ese espacio compartido que es la música estaba en pleno despegue. Se escuchaba entonces unas reminiscencias de Siboney en una melodía que batía suavemente sus alas, el recuerdo perenne de Bola de Nieve, hacia un Drume negrita, y volvía a perderse en una suavidad gratificante.

Era el complemento melódico de Nana para un insomnio, una pieza coreográfica de Daile Carrazana, que nos mostraba a un Osnel Delgado sobre la
escena danzando al ritmo de O’Farrill, casi en una conmovedora visión de los desvelos que vendrán por estos días. Un motivo al que se sumó luego el cuarteto de cuerdas Alma, que invitaba a la escena a los danzantes en Vértigo, de Susana Pous, un cuadro visual entre luces, sombras, cuerpos y cuerdas.

Al estilo de Dancing Island sería el colofón de este programa que firman el jazz latino junto a la compañía cubana de danza contemporánea Malpaso. La última pieza, que firmó Osnel Delgado, llegó con la fuerza natural y arrolladora del jazz eminentemente afrocubano, con la música original de Alejandro Falcón, junto a Cubadentro y el saxofonista estadounidense Ted Nash. Era tal esa fuerza de la música en vivo que, por momentos, los ojos sobraban en el cuerpo, se convertían en oídos estimulados.

El concierto inaugural del Festival Internacional Jazz Plaza 2024 en la ciudad de Santiago de Cuba, contó con el compositor y pianista cubano Nachito Herrera. Foto: Tomada del perfil de Facebook del Instituto Cubano de la Música

Esa dosis impactante de cubanía, la misma que quiso mostrar desde un inicio el creador de la pieza, Osnel Delgado, proponía una traducción en clave contemporánea de géneros tradicionales cubanos. Era como contar nuestra nocturnidad desde la rumba, el bolero, la salsa. La noche cubana del Jazz Plaza comenzaba así y durará hasta el 28 de enero.

Finalizaba la apoteosis entre danza y música en el Teatro Martí, y en la sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba saltaban chispas y no cabía un alma más en el gran concierto Amada música, homenaje a las 50 años de vida artística del maestro Joaquín Betancourt y a los 15 años de su joven Jazz Band, ambos protagonistas de un espectáculo que se extendió durante más de dos horas.

Fue un recital que no quisieron perderse muchos amigos y deudores de la obra del Premio Nacional de Música 2019. Junto a su orquesta subieron artistas del patio tan queridos como Zunilda Remigio, Michel Herrera, Mandy Cantero, Alain Pérez, los muchachos de Oralitura Habana, entre muchos otros que compartieron escena junto al brasileño Pablo Fagundes y, por primera vez, en la escena nacional del evento, la voz de la estadounidense Theonita Valentine.

Betancourt estaba en su salsa, disfrutando con lo que ha hecho durante décadas: buena música para los oyentes y bailadores. Desde la sabrosura de temas de su más reciente producción Saldando deudas, hasta la singularidad de la mezcla de los talentos de la armónica de Fagundes junto al histrionismo sublime de Theonita Valentine, el público se entregó, como suele hacer cada vez que la calidad sobre la escena es capaz de erizar el cuerpo y estremecer.

Y si de estremecerse y sucumbir ante la sorpresa se trataba, justo al lado de la Covarrubias, en la sala Avellaneda se abría por segunda ocasión consecutiva la Noche insular del maestro José María Vitier. Junto a Yaroldy Abreu en la percusión, Abel Acosta al contrabajo, los batás, las tumbadoras y lo que le pidieran, así como Niurka González en la flauta, se bastaron para abrir el cielo y llevar al público por un recorrido visual y sonoro, como pocas veces se ha visto en nuestro país. Apostaron por la conmoción, más allá de la música y dieron en la diana.

Piezas del maestro como Fugado; Son nocturno, Ritual, Tarde en La Habana tomaban otro vuelo, accedían a otros parajes, se entretejían con nubes que se confundían con desiertos y se trastocaban con amaneceres. Las olas rompían en luces que deslumbraban levemente al auditorio, la flauta de Niurka alborotaba lo que parecían ser luciérnagas, la Bienaventuranza sobrevolaba nuestra ciudad, en una estampa camino entre la esperanza y el amplio reto de vivir que nos queda por delante. La percusión de Yaroldy traía trueno, el rayo era esa probable analogía con la fuerza de Shangó que contrastaba con cierto remanso de las aguas en el piano de Vitier. Ojalá esto pudiera verse en otras escenas del archipiélago cubano.

Y al cierre, en ese cuadro solo estaban ellos, los hombres y la mujer capaces de hacer la magia con su música. Junto a la soprano Bárbara Yanes, llegó un canto a la esperanza para todos nosotros, decía Vitier, con su Ave María por Cuba y una sorpresa para la audiencia con un guiño a Fresa y chocolate, a 30 años de su estreno.

Así transcurrió parte de la primera jornada del Jazz Plaza 2024, una noche que se abrió iluminada para todos los amantes de la buena música. Durante los próximos días serán otras muchas las estrellas que se sumarán a esa galaxia en constante cambio que es el jazz latino y las expresiones que compartimos en esta fiesta que estaremos gozando en cada una de las presentaciones que, por fortuna, nos hacen sentir.

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