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La Jeringa: pinchazo de amor y arte

Hace cuatro años, un grupo de jóvenes universitarios se unieron para canalizar sus inquietudes artísticas. Hoy son un proyecto que crece y se confirma como plataforma para promover la creación

Autor:

Estefany González Ventura

El 31 de enero de 2020, justo antes del encierro por la pandemia de la COVID-19, se materializó una idea que hacía un tiempo perseguía a Annette Granda: crear un proyecto cultural para promover la labor artística de jóvenes creadores que no tenían plataforma virtual o medio físico para dar a conocer su trabajo.

Lo que inició con la motivación de divulgar la obra de sus amigos, hoy cuenta con la colaboración de renombradas figuras del mundo cultural de nuestro país y se ha convertido en un prestigioso y transformador proyecto que se posiciona como una plataforma inclusiva para abrazar la diversidad artística en Cuba. Este año llegaron al cuarto aniversario y las actividades por esta celebración no han cesado.

Para conocer cada detalle del proyecto, Juventud Rebelde entrevistó a dos de sus organizadoras: Annette Granda y María Victoria Pérez (Vicky), recién egresadas del Instituto Superior de Relaciones Internacionales y la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, respectivamente.

—¿Cómo surge el proyecto de La Jeringa? ¿Cuáles son sus directrices y objetivos?

—(Annette) En principio iba a ser una cosa muy personal, un espacio que yo quería crear para ayudar a algunas de mis amistades que estaban cursando estudios en el ISA, pero luego los horizontes fueron expandiéndose, a medida que fuimos ganando seguidores. En ese aspecto, La Jeringa creció muchísimo durante la pandemia porque fue un momento en el que la gente se encontraba en cuarentena, había muchas personas creando en sus casas y había muchos jóvenes que, además, querían y tenían el tiempo suficiente para escribir artículos y poesía, leer…

«En ese entonces realmente no teníamos un equipo conformado y, de algo tan simple como publicar una obra de arte junto con una poesía, pasamos a tener una plataforma en Medium y a publicar artículos, quizá un poco más investigativos; ya no eran reseñas solamente y, de alguna manera, La Jeringa comenzó a madurar, a mutar… y ocurrió un primer evento que fue virtual, en el que contamos con un jurado muy prestigioso. Fue un concurso de fotografía que se llamó Croma.

«Después, el segundo evento, ya presencial, fue la exposición colectiva a la que decidimos llamarle Cromaterapia, en honor a ese primer evento que realizamos como proyecto. Hoy el objetivo no ha cambiado, sigue siendo el mismo. El punto de partida fue visibilizar la obra de mis amigos y hoy el objeto social del proyecto es visibilizar arte y cultura emergente cubana. Por momentos lo leemos y parece un objetivo muy ambicioso, pero es muy necesario que en Cuba se pueda hacer visible el trabajo que jóvenes cubanos están realizando en las diferentes manifestaciones del arte».

—Este es un proyecto artístico que aglutina la obra de creadores noveles en un espacio, pero también acerca el arte, desde una perspectiva crítica, a los jóvenes. ¿Qué estrategias utilizan para lograrlo?

—(Vicky) Desde mi experiencia particular, trabajando desde el proyecto sin estar desde la fundación, yo pienso que una de las mejores estrategias que tiene para alcanzar un público joven es que, justamente, está creado por jóvenes. Nuestro equipo cubre eventos con fotografías, realiza materiales audiovisuales, encuentros y un gran evento anual, que es la conmemoración del aniversario y, además, publicamos una revista anual.

«Todas estas actividades son resultado del trabajo de nuestros colaboradores. Hay un equipo que organiza, pero realmente el público es el protagonista; es en esos jóvenes que siguen La Jeringa donde se ve nuestro trabajo reflejado. A cualquier estudiante universitario o joven que desee acercarse al proyecto porque tiene alguna inquietud cultural, nosotros les abrimos la puerta, en primera instancia, y valoramos de alguna forma su trabajo real».

—Pedro Juan Gutiérrez, Arturo Arango, Margarita Mateo, Astrid Santana, Fernando Pérez, Laura de la Uz, Jorge Molina, Joel del Río, Wilfredo Prieto, por mencionar solo algunos, conforman la lista de invitados que han asistido a muchas de sus actividades. ¿Cómo han logrado involucrar a tantas personalidades a estos eventos?

—(Vicky) Yo pienso que esta pregunta se responde también agradeciendo a los colaboradores, porque, definitivamente, La Jeringa se mueve a través de las relaciones que crea; viene siendo como una fuerte red de colaboradores que entre todos nos ayudamos. Nos presentamos de esa misma forma y siempre hemos tenido la suerte de llegar a personas como estas, a las que le presentamos el proyecto al desnudo, lo más sinceramente posible.

«Nos acogen porque ven lo naturales y desinteresados que podemos llegar a ser y eso también lo reconocen esas personalidades que aceptan colaborar con nosotros. Hemos tenido suerte en la recepción de estas personas que deciden colaborar con nosotros y hasta nos han apadrinado. Nosotros lo definimos como la oportunidad de intercambiar, porque no todos los días tenemos sentadas al lado nuestro a personas que entendemos como referentes aconsejándonos y mostrándose de una forma tan humana».

—Promueven el arte, sobre todo el emergente, aunque también reservan un espacio para los exponentes clásicos de la cultura. ¿Mediante qué actividades han logrado esa fusión?

—(Annette) La primera actividad presencial que tuvimos fue Cromaterapia, que fue realizada en Habana Espacios Creativos en febrero de 2022, y desde entonces no hemos parado. Después de esa exposición decidimos desarrollar una actividad literaria, debido a que estas suelen estar más opacadas que el resto de los eventos culturales promovidos en los diferentes canales de difusión. Queríamos también promocionar la literatura de jóvenes que en muchas ocasiones no es conocida por el público de entre 18 y 35 años.

«A todas las actividades presenciales les dimos el nombre de las secciones que teníamos vía online durante la pandemia, en este caso, La letra inyectada. Posteriormente, incursionamos también en un taller de baile, al cual le pusimos Battoo. Ahora se está haciendo habitual, los últimos domingos de cada mes nuestro espacio en Fábrica de Arte y ahí, sobre todo, tratamos de visibilizar el trabajo audiovisual de estudiantes o realizadores audiovisuales cubanos que sean preferiblemente jóvenes».

—¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan al llevar a cabo este proyecto?

—(Vicky) Yo retomaría la frase de trabajar por amor al arte.  Nosotros comenzamos el proyecto siendo estudiantes. Ha pasado tiempo, los colaboradores han cambiado. Hemos sumado personas, se han ido otras. En 2022, por ejemplo, la directora y yo nos graduamos en diciembre, y ambas comenzamos a trabajar, por lo que nos ha costado mucho esfuerzo mantener la atención, además de que cada vez son menos las personas que gustan trabajar por amor al arte.

«El mayor desafío es encontrarse a personas que colaboren, porque el proyecto se basa en las colaboraciones, de las cuales estamos muy agradecidos, pero cada vez son más difíciles».

—¿Por qué decidieron llamar al proyecto La Jeringa?

—(Annette) Ese nombre surge porque yo estaba hablando con un amigo cuando ya teníamos la idea un poco conformada y a él se le da muy bien inventar nombres, crear nuevas palabras, o sea, es un inventor por excelencia. Entonces, yo le decía que quería que el proyecto tuviera un nombre, pero sin la palabra arte y que no indicase nada que se trata de arte y me dijo: «¿Por qué no La Jeringa? El eslogan sería Una inyección de arte y cultura», y a mí me gustó tanto que así se quedó.

—¿Pertenecen o son respaldados por alguna institución?

—(Annette) Somos un proyecto independiente, pero sí tenemos alianzas con instituciones culturales, con instituciones académicas; el ejemplo vivo es la Facultad de Artes y Letras, la gran mayoría de los integrantes de nuestro equipo viene de ahí y es algo que eternamente agradeceré a Vicky. También contamos con alianzas con el taller Chullima, la Universidad de La Habana, el ISA. De alguna manera hemos tratado de transitar por las instituciones artísticas y culturales de nuestro país. Nos faltan muchísimas, pero son todas muy importantes, porque de esas articulaciones también nos nutrimos como proyecto.

La Jeringa inyecta espíritu creativo, promueve alianzas con la cultura como eje articulador. Une a inexpertos con consagrados y sigue reinventándose para no dejar de ser nunca un «pinchazo» de amor y arte.

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