Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Un hombre que rompe sus propios esquemas

Jesús Lara Sotelo celebra su recorrido desde la plástica, la literatura y la música, faceta muy reveladora de la constante renovación de quien es pilar indiscutible del arte cubano

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

 

No es solo el afamado artista, imprescindible en las artes visuales de nuestro país. Es también, en sí mismo, una historia de crecimiento personal, que le hace ser un mejor creador y, sin duda, lo convierte en un mejor ser humano.

Jesús Lara Sotelo explora constantemente los senderos creativos en la pintura, la escultura, la fotografía, el diseño gráfico y la literatura. Pocos saben que, además, lo hace en la música. Con numerosos premios y reconocimientos obtenidos en Cuba y en otras latitudes, es calificado como un artista de vanguardia por voces expertas que valoran en él su enorme versatilidad.

«Me gusta romper mis propios esquemas. Creo que romper la frontera de las cosas que no me gustan me lleva a lo que sí me gusta, me ayuda a salir de la zona de confort. Soy una persona que me gusta estar siempre en debate constante porque me ayuda a vivir, me genera nuevas posibilidades. Soy un artista totalmente ávido de probarse, de desafiarse a sí mismo y de seguir innovándose.

«No existe un Jesús Lara con un estilo. No estoy diseñado para repetirme durante muchos años. Para hacer las cosas que hago corro el gran riesgo de no ser aceptado, por ejemplo, o no ser comprendido. Cuando uno empieza a hacer cosas diversas tropieza, de alguna manera, con romper sus propios moldes, y eso le permite vivir una vida intensa.

«El día que me toque partir de este maravilloso mundo a otro maravilloso también, lo haré sin ninguna resistencia. He vivido y estoy contento y consciente de todos los riesgos que he corrido, y al final de la noche, cuando cierro los ojos, me sonrío y digo: ha valido la pena todo».

Lara Sotelo celebra sus 36 años de carrera artística mostrando sus ansias de renovación. En la galería Collage Habana, se abrió el pasado 17 de julio su exposición Yo fui mi peor abismo, que durante tres meses ofrecerá un recorrido retrospectivo por este período de su vida.

Una semana después de esa apertura, el público pudo conectarse con su trabajo literario durante el coloquio El ojo que sangra luz, en el que se presentó un cuaderno de aforismos del mismo nombre.

Aún queda más para seguir sorprendiendo. El venidero 31 de agosto acontecerá el primer lanzamiento de su obra musical La sinfonía de lo eterno, y esto le permitirá ofrecer un recorrido por sus álbumes y sencillos de reciente creación, para revelar una auténtica amalgama de arte, poesía y ritmos contemporáneos.

«Llevo 23 años de sobriedad, puedo decirlo. Ha sido un gran honor haber descendido a mis profundidades y hoy estar en esta cima muy personal y poder compartir con las personas, con los jóvenes, sobre todo, lo que se puede hacer y cómo precaver para no descender a abismos en los que uno se pierde y deja de ser uno para no ser nunca nadie, con la intención de llegar a ser alguien que uno admire. Ese es mi mensaje de vida, de alegría, de fe, de acción en momentos tan difíciles, en los que considero que el arte puede sanar y ofrecer una vida de luz para nosotros».

Los curadores Maybel Elena Martínez y Piter Ortega, desde Nueva York, realizaron un trabajo extraordinario al seleccionar las obras (cerca de 50) entre pinturas, esculturas, instalaciones, cerámicas y grabados.

«Estoy muy satisfecho con lo que han hecho. Es un arduo trabajo, porque toman obras desde mi primera exposición de los 17 años. Mi obra siempre ha tratado la condición humana, tan vasta. Creo que una vida entera no alcanza para hablar de todos los intersticios, los detalles, las profundidades, las superficies humanas… y creo que esta exposición es mi propio viaje hacia adentro. Me lo debía, y ya creo que estoy llevando a cabo un
viaje honesto y riguroso. Es un viaje de desafío, de creación, trágico, divertido, alegre, feliz, un viaje que refleja una parte de mi vida».

—Es revelador leer lo que los curadores han dicho sobre tu vida, que consideran un cráter del que, afortunadamente, no solo ha salido lava, sino también luz…

—Es la necesidad que tenemos todos los seres humanos en momentos específicos de levantarnos y encontrar dentro de nosotros mismos el camino y la fuerza. Necesitamos tocar un fondo personal que te lleve a lo mejor de ti, o a esa nueva y mejor versión de ti mismo. Todo lo que te sucede en la vida, sobre todo lo negativo, siempre al final te da una mejor versión más pura, más noble, más resiliente de ti mismo.

—Celebrar esta etapa de tu vida desde la literatura también ha sido una buena idea…

—El coloquio literario El ojo que sangra luz contó con la presencia de Alberto Marrero, quien ha sido el editor de buena parte de mis libros. Es un recorrido por las tres décadas de lo que he pensado sobre el cine, la pintura, el teatro, la muerte de los museos, la inteligencia artificial, la fotografía, el diseño, el cartel… o sea, un viaje en sentencias breves. Llevé, además, algunos libros de cuentos que tampoco se conocen mucho acá, y creo que fue un evento muy rico para el intercambio y para disfrutar de todas estas aristas nuevas.

—Te conoce un gran público como artista visual, tienes obras, además, que han sido muy importantes en nuestro país, también fuera de Cuba; se conoce tu faceta como escritor, pero tus caminos en la música quizá han sido menos divulgados, o, incluso, tu canal de
YouTube con ese fin…

—Yo amo profundamente la música, es un amor que no he podido traicionar ni quiero hacerlo. Aparecieron los recursos, y como también he trabajado con muchos músicos y me acompaño de la música habitualmente para crear, comencé.

«En los años 90 estudié guitarra y piano, a la par de las artes plásticas. Luego tuve un accidente y me dañé un poco la mano; como tuve que elegir entre guitarra, piano y pintar, me quedé con la pintura, pero adquirí una serie de conocimientos musicales que siempre se quedan.

«Lo que he hecho de manera casi secreta se va a presentar en 20 volúmenes el próximo 31 de agosto en Collage Habana, lo cual es bastante novedoso, porque es la misma galería de arte en que está esa selección de mis obras. Imbricaremos todos los sentidos en esta experiencia nombrada La sinfonía de lo eterno.

«He empleado muchas herramientas de la inteligencia artificial. De alguna manera, su auge ha creado, por supuesto, un gran revuelo, como en su día también lo creó la fotografía digital, pues se hablaba de que con su empleo se perderían una serie de presupuestos artísticos, y realmente no ha sido así.

«La inteligencia artificial nos supone grandes retos porque se ha expandido a muchos sectores. No pienso que suplante a los seres humanos, pero es un elemento que te ayuda a potenciar una serie de posibilidades cada vez mayores, y la responsabilidad continúa cayendo en la creación, en los valores y en la necesidad del artista de decir algo que verdaderamente sea genuino y que aporte.

«Nuestra capacidad cognitiva es casi inabarcable, creo que esto es una herramienta más que no hay que temerle, simplemente hay que poderla controlar y disfrutar. Como toda cosa nueva que comienza, siempre asusta, pero es necesario adaptarse a nuevos modelos como resultado del propio progreso».

—¿Proyectos actuales o futuros?

—Ahora estoy haciendo reprogramaciones. Pasé por un proceso de adicción durante una década más o menos y en ese proceso tuve que aprender a crearme mis propios mecanismos para mantenerme sobrio. No existía como ahora el internet, donde puedes ver un buen canal que te pueda orientar, no estaba tan accesible la información como ahora, y yo me tuve que inventar, digamos, algunos mantras para poder mantenerme sin consumir alcohol.

«Empecé a hacer reprogramaciones escritas y me las iba repitiendo. Ahora estoy haciendo los textos, yo sé dónde hay que incidir con la palabra para producir un buen efecto cerebral, y las comparto con algunas personas que también han tenido ese problema.

«Con el tiempo me convertí una especie de coach de problemas emocionales, que son la base de las adicciones realmente. Es bueno fomentar la parte espiritual y la creativa, que la gente pueda mirar con tranquilidad su lado oscuro, porque si no se abraza junto con el de la luz estamos incompletos. No somos solo luz, sino sombras también; entonces, si abrazamos ambas cosas somos más fuertes».

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