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Mucho arte y variedad en el Festival de Cine Francés

La edición número 26 de este evento ocurre hasta el próximo 26 de octubre en los cines Yara, Acapulco y 23 y 12

 

Autor:

Joel del Río

EL poder restaurador de la creatividad y la dedicación de algunos a compartir lo bueno y lo hermoso del arte parecen ser los principales temas de las películas de Christophe Barratier, músico, productor, realizador y guionista francés conocido mundialmente, sobre todo, por Los Coristas (2004) y uno de los principales impulsores del Festival de Cine Francés en Cuba. La edición número 26 de este evento ocurre hasta el próximo 26 de octubre en los cines Yara, Acapulco y 23 y 12.

A propósito de la ocurrencia del Festival de Cine Francés, Barratier vuelve a Cuba a presentarnos su más reciente filme, Como por arte de magia, donde vuelve a recurrir al arte inmanente del actor Gérard Jugnot, y actor y director consiguen equilibrar a la perfección las claves del melodrama filial, con toques de comedia, para rendir cálido homenaje a la paternidad, y a la superación del duelo y la ausencia.

Y si norteamericanos y británicos se ocuparon en reverdecer la biografía musical mediante títulos tan exitosos como Rapsodia bohemia, Rocket Man o Elvis, el cine francés entregó en paralelo sus peculiares contribuciones a esta evocadora tendencia a través de La vida en rosa, Gainsbourg (vie héroïque) y Aline (biografía «encubierta» de Celine Dion), ahora llega Monsieur Aznavour, que describe, al igual que en la mayor parte de las biografías fílmico-musicales, el ascenso desde el subsuelo hasta la gloria. En este caso, se trata de un hijo de refugiados, pobre, no demasiado agraciado y  de voz áspera, que deviene el más grande de los intérpretes de la canción francesa, monumento y símbolo de la cultura nacional.

Charles Aznavour interpretó alrededor de 1 200 canciones en incontables idiomas, y los merecimientos para realizar esta biografía estaban a la vista, el problema mayor consistía en encontrar un intérprete idóneo, porque no había moldes ni recetas de posible aplicación. Tahar Rahim, el consagrado intérprete de Un profeta y El pasado, un talento comprendido en Hollywood, donde fue relegado a neutros secundarios (Napoleón, Madame Web), regresa a su país y a su cultura, no solo para disfrazarse de Aznavour y robarse sus gestos, sino para verificar una asombrosa metamorfosis física, combinada con la significativa comprensión de su personaje mítico a nivel sicosocial y cultural. Y los méritos del filme no solo rebasan la extraordinaria actuación de Rahim, sino que se relacionan con el talento del director Mehdi Idir, quien también nos visita para presentar su película.

Con más de cinco millones de entradas vendidas solo en Francia, y 13 nominaciones al premio César, Corazones rotos, titulada originalmente L’Amour ouf, es uno de los grandes éxitos de público del cine francés reciente. Un reparto de profesionales de la interpretación  más o menos noveles junto a consagrados (Adèle Exarchopoulos, François Civil, Alain Chabat, Vincent Lacoste), la dirección del experimentado Gilles Lellouche (¿cómo olvidar Le Grand Bain con aquel equipo de nado sincronizado integrado por veteranos nada atleticos?) y una historia de amor que abarca mucho tiempo, y siempre es relatada con brío y perfección clásicas, constituyen los principales ases de esta producción típica de la alta calidad media del cine francés incluso en sus producciones más decididamente comerciales y genéricas.

Premiada en el concurso a la mejor película queer en el festival de Cannes, es decir, en el evento paralelo con filmes que recreen personajes LGBTQ, Rosalie ocurre en la Bretaña rural de la década de 1870, y trata sobre una muchacha que se casa con un hombre al cual le oculta su secreto: ella padece de hirsutismo, que consiste en el crecimiento desbordado de vello en el rostro. Con las actuaciones de la joven Nadia Tereszkiewicz y el consagrado Benoît Magimel, y dirigido por Stéphanie Di Giusto, el filme es una oda a la tolerancia con los diferentes, a la necesidad de aceptarnos tal como somos y tratar de realizarnos e, incluso, ser felices, de esa manera.

También se remite al pasado histórico, El profesor de esgrima o Un affaire d’honneur, que se remonta al París de 1887, en una época cuando solo un duelo a muerte podía limpiar el honor mancillado sobre todo de los aristócratas. Un maestro de armas decide enseñarle a una joven feminista las complejas habilidades para batirse a duelo. Y hasta ahí llega la premisa argumental de esta película cuyo tema alcanza relevancia histórica y contemporánea, en un fresco soberbio, que también reconcilia el cine popular con el de muy alta calidad. En la dirección figura Vincent Perez, actor muy popular en películas históricas y de aventuras.

Para quienes no la han visto en la gran pantalla, Emilia Pérez vuelve en el contexto del Festival. Se trata de aquel polémico musical, escrito y dirigido por Jacques Audiard, filmado en Francia y ambientado en México, con la historia de un traficante transexual y su imposibilidad de escapar de la violencia. Nominada generosamente al Óscar, al César y a muchos otros premios de prestigio, el filme se vio envuelto en interminables polémicas sobre los temas de representación sobre la realidad mexicana (que algunos juzgan frívola y hasta ofensiva) y sobre la «escandalosa» transición de un narco a mujer y madre. Aparte de las polémicas y la homofobia, se trata de una película osada y singular, que reconcilia las innegables trivialidades de un musical multicultural con los códigos de un thriller marcado por la predestinación a las tinieblas.

Además de otros estrenos, porque en un solo artículo apenas se pueden mencionar los principales, el festival incluye un especial homenaje a uno de los más importantes actores galos entre los años 30 y los 70, a partir de tres títulos apreciables, y recientemente restaurados, en su variada y larguísima filmografía: Remolques (1941, Jean Grémillon), sobre amores triangulares e ilícitos (por emplear el lenguaje de esa época para describir la trama), además de dos comedias de aventura, de corte más o menos criminal, y realizadas en los años 70: Gran jugada en la costa Un mono en invierno, ambas dirigidas por Henri Verneuil.

Esta nueva edición del festival trae una muestra de la animación en tres largometrajes para el público infantil.

También hay una muestra de la animación en tres largometrajes: Chien pourri, la vida en París, sobre un perro ingenuo y apasionado que deambula por las calles de París; una obra de René Laloux, uno de los maestros indiscutidos de la animación gala, titulada Los amos del tiempo, sobre un infante perdido en un planeta desierto; y Nina y el secreto del erizo, cuya acción crece en torno a una niña muy imaginativa que ha llenado su vida con las extrañas historias que le cuenta su padre.

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