Ojalá el público pueda apreciarla como una historia hecha con pasión y verdad, aseguró Daniel Chile al referirse a su cortometraje. Autor: Roberto Chile Publicado: 06/12/2025 | 10:00 am
El cine es un arte de creación colectiva y eso lo sabe muy bien el cineasta cubano Daniel Chile, quien en su carrera ha asumido distintos roles en la producción audiovisual. Dice que respeta cada uno de ellos, aunque se siente más cómodo en la dirección.
Como director, tiene en competencia en la edición 46 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano el cortometraje de ficción El último juego (2025); y además un guion, coescrito con Amilcar Salatti.
Sobre este último comenta que son tres historias: una ocurre en el campo, otra en la carretera y la otra en la ciudad. «Las tres se entrecruzan sutilmente y están marcadas por conflictos relacionados con deudas económicas. El guion es una exploración sobre las zonas oscuras a las que puede descender el ser humano con tal de obtener dinero en estos tiempos convulsos que vivimos».
—Su cortometraje El último juego es parte del concurso en esta categoría, ¿cuáles fueron las intenciones creativas?
—El corto es un drama con elementos de thriller sicológico, y aborda cómo una crisis migratoria puede impactar en la sicología infantil. Son niños que se están convirtiendo en adolescentes y esa dura situación de la que son testigos tiene un efecto en el desarrollo de sus personalidades y en su visión del mundo.
—En la creación audiovisual ha trabajado en distintos oficios. ¿Cómo asumes cada uno de ellos? ¿Dónde se siente más cómodo?
—Respeto todos los oficios del cine porque cada uno es fundamental en un arte colectivo, pero definitivamente en la dirección es donde me siento más cómodo, porque me permite mostrar mi visión de una historia en toda su dimensión. La dirección es lo que siempre me apasionó y soy dichoso de hacer realidad ese sueño.
—En la historia de El último juego se vinculan las actuaciones con niños, algo que resulta complejo…
—Fue un reto porque es una historia intensa, compleja, y el objetivo era que los niños estuvieran creíbles, honestos. Tuve la suerte de tener a mi lado a la actriz Yaremis Pérez como coach de actores, quien hizo un trabajo excelente, de mucho cuidado de los detalles, y supo guiar a los niños al mejor puerto. Para mí fue una experiencia en la que crecí como cineasta y ser humano.
—¿Cómo deseas que sea vista esta obra?
—Ojalá el público pueda apreciarla como una historia hecha con pasión y verdad. Al final, el cortometraje queda en sus manos, en su interpretación personal, pero más allá de todo, espero que les emocione y los haga reflexionar.
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