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El pianista polaco Romuald Koperski marcó un récord mundial de duración de una interpretación musical: 101 horas, ocho minutos y tres segundos, por lo que su nombre será incluido en el libro Guinness de récords. Pero eso no es todo, pues para lograrlo tuvo que cumplir varias condiciones: el concierto tenía que celebrarse en un lugar abierto al público durante 24 horas al día, con un repertorio de temas de música clásica, bandas sonoras de películas y jazz, pero sin improvisaciones. Solo podía repetir los temas cuatro horas después de la primera interpretación y los descansos entre dos temas musicales no podían exceder los 30 segundos. No sé cómo decir «¡ño!» en polaco, pero seguramente fue lo que se escuchó en la sala después de «101 horas, etc., etc…».
