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Cuba, mi segunda patria

El destacado periodista deportivo español conversó distendidamente sobre baloncesto, tanto cubano como internacional

Autor:

Eduardo Grenier Rodríguez

Antoni Daimiel Bolaños es español, tiene 52 años y ha dedicado media vida al baloncesto. Un cuarto de siglo le basta para poder llevar en su currículo un rosario de méritos ajenos a la mayoría, aunque por modestia le cueste ufanarse de ellos. Surcó los mares para perseguir regates y canastas. Vio con sus propios ojos a los mejores jugadores del mundo y los tuvo incluso de frente, tú a tú, en especiales duelos en los cuales supo vencer. Tipo de baja estatura, pudiera pasar en cualquier pabellón de la NBA o la Liga Endesa como un exarmador poco conocido.

Pero si le diéramos un balón sobre la duela, probablemente no encestaría dos tiros consecutivos de a tres, o a lo mejor ninguno. No, Daimiel no fue jugador y tampoco le habría gustado. Los partidos los vive todavía al pie del tabloncillo, donde los periodistas colorean con criterios y relatos las incidencias de un deporte apasionante. Y ahí, donde la cabina es cancha para entretener a la gente, pocos «oponentes» le igualan en popularidad y maestría.

Por eso escucharle hablar sobre básquet cubano constituye un privilegio. Por estos días, en una de sus habituales visitas a la Isla —su esposa es cubana, y Cuba, según afirma, su segunda patria—, observó in situ en la Ciudad Deportiva el partido de la selección nacional ante Estados Unidos. Allí pudo palpar mejor y solidificar las opiniones que había forjado mediante la pantalla.

«Cuba tiene un grupo bastante bueno para el nivel de Centroamérica y el Caribe. ¿Qué ocurre? Llegan los cambios y las rotaciones y el nivel de juego tiende a ser bastante inferior. Ahí curiosamente aparecen los parciales más desfavorables. El baloncesto cubano va mucho con la tradición de jugar en equipo y a lo mejor en otra dinámica intentarían más potenciar a su estrella y le darían constantemente balones a Jasiel Rivero para que resolviera con su talento», responde de inmediato cuando se le interroga por su percepción del elenco que dirige Eduardo Moya.

En este punto, necesitaría mucho tiempo para disertar sobre lo que cree. De hecho, confiesa su lamento por aquellos jugadores que, ya con 29 o 30 años, han visto pasar los mejores momentos de sus carreras sin que el equipo cubano les haya podido explotar al máximo su rendimiento deportivo. A casi todos los ha seguido con especial atención.

«Sí percibo que en los últimos años existen muy buenas intenciones por parte de la Federación cubana de intentar un aprovechamiento de las cualidades de sus mejores jugadores, pero estamos en mitad de ese proceso y por suerte siguen saliendo baloncestistas jóvenes y muy buenos, como Marcos Chacón, de quien estaré pendiente porque tiene un techo altísimo. Hace años vivimos etapas peores —y digo vivimos porque yo también le voy al equipo Cuba—, pero ahora tenemos mayores perspectivas (sonríe)».

—Póngase la chaqueta de entrenador, ¿qué le falta al equipo para funcionar de manera más eficiente?

—Yo creo que hay un problema, el cual viene de una virtud, pero es un problema en general del deportista cubano. Sucede que (hablo en términos generales, porque hay excepciones, por supuesto), el atleta nacido aquí es muy impetuoso, va con todo en cada jugada y quiere resolver el partido en un minuto, aunque quede mucho tiempo por delante.

Añade el reconocido periodista nacido en Valladolid: «Esto hay que regularlo, porque no todo es velocidad. Hay que saber parar y pensar en el juego, hacer una lectura correcta en cada momento. En ese sentido, la responsabilidad no es exclusivamente del entrenador. En Estados Unidos se habla mucho del IQ, que va de saber detectar lo que necesita el equipo en cada momento, o sea, la inteligencia de juego».

Y se pregunta Daimiel: ¿Eso cómo se adquiere? Él mismo contesta al instante. «Con experiencia. Y mientras más nivel tiene la liga en que juegas, más IQ estás recibiendo. Por eso sería muy importante y yo veo que es voluntad de la Federación, que los jugadores cubanos que salen vayan a los sitios de mayor nivel posible, porque será un adiestramiento que luego se verá en el equipo nacional».

«Eso es lo que falta, explica, porque físicamente hay jugadores tremendos. La otra gran carencia es el tiro exterior, necesitamos uno o dos especialistas. Normalmente el tirador está libre de sentimientos, en el mejor sentido de la palabra, es un killer y en Cuba eso no lo veo, además del armador, que debe ser alguien que sea muy cerebral, a lo mejor Chacón pudiera asumir esa función».

—Usted ha seguido de cerca la carrera de Jasiel Rivero, ¿está lejos del nivel de un jugador de NBA?

—Yo lo he seguido desde hace años, es grande, pero inteligente en la pista. A veces no confía tanto en su lanzamiento exterior y creo que tiene capacidad para eso. Lo hablaré con él. Lo tiene como plan B, cuando no se puede hacer otra cosa, pero debería constituir una amenaza al máximo nivel desde el perímetro, eso le daría más opciones a él y también a su equipo.

«También ha mejorado mucho en cuanto a disciplina de juego y defensivamente, este año próximo va a jugar Euroliga, pues al caerse los equipos rusos hubo una invitación a Valencia Basket. Y lo hará de maravillas, porque no tiene que mirar con complejo a ningún pívot en Europa, se le ha visto bien contra Mirotic, contra Tavares, por mencionar a los de Real Madrid y Barcelona. Creo que hará una gran temporada y pienso que sí, que tiene nivel de NBA».

—Ya que hablamos de la mejor liga del mundo, usted estuvo presente en los partidos finales en Estados Unidos, ¿cómo valora en general la campaña que concluyó?

—Cuando empezó la temporada en octubre de 2021, tenía claro que Golden State podía estar en un grupo de cuatro o cinco favoritos, con Klay Thompson, Stephen Curry, Andrew Wiggins, Draymond Green, además de que admiro al entrenador Steve Kerr. Cuando llevaban un mes de competición parecían todavía más favoritos, hasta que llegó un bajón con la lesión de Green, quien es el pegamento de ese equipo, a ello se le sumó otra lesión, la de su líder Curry, y el estado de Thompson, quien venía de dos años y medio sin jugar.

«Así llegaron a los playoffs y la gente no se esperaba mucho de ellos, pero cuando los vi que iban a más, comencé a sospechar lo que podía suceder.  Me sorprendió más Boston, que no estaba entre mis dos o tres principales candidatos, fue un equipo que creció de manera sostenida desde enero, con una rotación muy corta de siete u ocho jugadores, pero se les alargó demasiado el certamen».

—¿Existe una gran diferencia de nivel entre la NBA y la Euroliga?

—La verdad es que sí. Ahora de cualquier lugar del mundo salen jugadores capacitados para ir a la NBA, cosa que hace 30 o 40 años no sucedía, pero en cuanto a poder económico la NBA sí está muy por encima y sus redes cada vez se amplían más, quieren tener más jugadores bajo sus tentáculos. Para ello potencian la Liga de Desarrollo, cuyos equipos ofrecen salarios más atractivos, entonces estadounidenses que antes se iban a Europa se quedan allí y están más cerca de la élite.

—Usted visita Cuba con mucha frecuencia, ¿qué diferencias observa entre la prensa deportiva de aquí y la que se hace en España?

—Siempre le he dado mucho mérito al trabajo del periodista de deporte cubano, primero porque pese a las dificultades de seguimiento que tenían hace años, se las arreglaban para saber de todo y saber mucho, a veces me sorprendían, me preguntaba cómo era posible. Y luego es admirable, que por desgracia en otros países no ocurre, la versatilidad tanto en el tipo de periodismo como en los deportes que atienden y en los cuales se especializan.

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