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Cultura, voz y orgullo de una nación

Cubanos de distintas generaciones evocaron este lunes, en Bayamo, la primera interpretación pública de la marcha guerrera La Bayamesa, devenida Himno Nacional

Autor:

Juventud Rebelde

Con la Patria en la voz, en cada verso y palabra dichos desde el corazón, junto al eterno grito de ¡Viva Cuba libre!, cubanos de distintas generaciones evocaron este lunes, en Bayamo, la primera interpretación pública de la marcha guerrera La Bayamesa, devenida Himno Nacional, según refleja la Agencia Cubana de Noticias.

A 157 años del suceso, y en el propio escenario donde tuvo lugar, en igual fecha, pero de 1868, el orgullo de pertenecer a la tierra de Carlos Manuel de Céspedes, Pedro (Perucho) Figueredo y Fidel Castro Ruz fue hilo conductor de la emotiva gala por la efeméride.

El tambor africano, la rumba, el Siboney de Lecuona, el tres y el sombrero de yarey, entre otros cubanísimos emblemas, abrazaron el verbo de Armando Hart y el teatro de Abelardo Estorino, para celebrar las raíces de la nación y su rica herencia, sabiamente caracterizada por Fernando Ortiz como un ajiaco. 

En Bayamo, aquel glorioso 20 de octubre, cultura, voz y orgullo se unieron en un solo acto de creación y sacrificio, porque antes de ser un campo de batalla, la urbe y la Isla toda fueron un campo de ideas, expresó el historiador Ludín Fonseca García.

En los salones de la oligarquía criolla bayamesa, dijo, el descontento contra la metrópoli española tomó cuerpo no solo en conspiraciones políticas, sino en tertulias literarias y musicales que las ocultaban, y donde también nació el impulso a la igualdad entre los seres humanos y el necesario desarrollo de la región.

Esa élite ilustrada entendió, además, que la independencia necesitaba un símbolo para unir a un pueblo diverso, y así surgió La Bayamesa de Perucho Figueredo, cuyo canto popular materializó el concepto de patria, surgida como una necesidad del espíritu y un llamado urgente a la acción, subrayó. 

«Fue así que, en forma de música y poesía, nuestra cultura se constituyó en el vehículo más poderoso de la rebelión, pues no era mero adorno, sino la lucha en sí misma.

«Los sucesos acaecidos en Bayamo nos enseñaron que el escenario cultural es el territorio último e inexpugnable, porque mientras el pueblo cante sus himnos, recite su historia y mantenga vivo el orgullo de su sacrificio, la patria será indestructible».

Por eso, llevar a Cuba en la voz es recordar quiénes somos: los hijos del fuego, del resplandor de una ciudad en llamas, que prefirió ser leyenda antes que esclava, agregó Fonseca García.  

Marta Bonet de la Cruz, presidenta de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y Yasel Toledo Garnache, presidente nacional de la Asociación Hermanos Saíz, acompañaron a una representación de bayameses, invitados a la edición 31 de la Fiesta de la Cubanía, y a las máximas autoridades de la provincia de Granma en la gala, que festejó igualmente el Día de la Cultura Cubana.



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